El Espectador

Se fue la Copa, nace la esperanza

- MUCHA BOLA ANTONIO CASALE

Finalmente, pasó lo que tenía que pasar: como Colombia no fue capaz de renunciar con dignidad a la Copa América cuando debió hacerlo, hace tres meses, cuando la pandemia ya avisaba que no se debería hacer porque no traería más que problemas, tocó entregarla y salir por la puerta de atrás. La Copa se convirtió en trompo de poner en una contienda ideológica que cada día nos divide más. En este capítulo perdimos casi todos. Los únicos que tienen la posibilida­d de sacar provecho de esto son los jugadores de la selección.

Ante la improvisac­ión de la dirigencia, que sacó a Pékerman sin argumentos de peso para traer a Queiroz, que muy pocas posibilida­des de triunfar tenía en una cultura que desconocía etn su totalidad, esta Copa América de visitantes, que antes era un piano en la espalda para la selección porque, no nos digamos mentiras, de local solamente se podía pensar en ganarla, es ahora una gran oportunida­d para que Reinaldo Rueda, el valiente que se pondrá la sudadera de entrenador para los juegos ante

Perú y Argentina por la eliminator­ia, sin un solo partido previo, con muy pocas sesiones de entrenamie­nto, ante un escenario adverso como hace muchos años no afrontaba la tricolor, pueda conformar su equipo con calma.

La tabla de posiciones de la eliminator­ia no sonríe y aunque todavía queda tiempo, el margen de error en cuanto a consecució­n de resultados se hace estrecho.

Eso sí, de arranque no hay otro remedio que seguir improvisan­do. En Lima y Barranquil­la el entrenador tendrá que apelar a su manejo de grupo y su capacidad para solventar crisis.

Los jugadores, a su vez, tendrán que mejorar en actitud con respecto al último semblante y tratar de hacer lo simple, ser ordenados en defensa y aprovechar alguna posibilida­d individual en ataque. Poco más.

Pero saldada esa doble jornada eliminator­ia, ojalá con puntos en el bolsillo, Colombia tendrá un mes para trabajar el plan de juego de Reinaldo Rueda. Por supuesto, como en todas las competenci­as, Colombia tendrá que salir a la cancha con actitud ganadora, pero no como fin único. El objetivo será prepararse para lo más importante, clasificar a Catar.

El camino no es fácil. Pékerman dejó parte de la renovación hecha y varios de los “nuevos” ya tienen un mundial de experienci­a y varios años por delante. Por ejemplo Mina, Dávinson, Barrios y Uribe. Pero todavía no se ha remplazado, ni en nombres ni en funciones, el papel de Zúñiga y Armero como laterales. Tampoco la capacidad de liderazgo de Yepes, Aguilar y Falcao, este último cada vez más lejos de la selección. La defensa, hoy, genera más dudas que certezas.

Pero hay jugadores que pueden cumplir con lo que quiera el entrenador. Esta primera convocator­ia nos deja la sensación, con sus más y sus menos, de que hay materia prima. Lo importante es que los futbolista­s puedan interpreta­r el plan de juego de Rueda y aprovechen la Copa América para darle horas de vuelo a esa idea. Para eso el tiempo que se ganará será valioso. Se prende una luz de esperanza inesperada.

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