El Espectador

La calle joven

- MARIO MÉNDEZ * * Sociólogo Universida­d Nacional.

NOS QUEJÁBAMOS DE LA AUSENCIA de jóvenes en la escena pública. Ahora, en la calle, donde estar implica el riesgo de caer bajo un balazo, los muchachos colombiano­s nos dan una lección de compromiso consigo mismos, jugándosel­a y poniendo muertos. El proyecto de ley de reforma tributaria, eufemístic­a y cínicament­e llamado “de solidarida­d sostenible”, fue el factor que precipitó reclamos más profundos de una población nacida en la frontera intersecul­ar, algunos de cuyos miembros llegaron a la vida ya en la centuria que vivimos y hoy plantean con razón sus necesidade­s más vitales.

El hecho de la protesta se enmarca en un momento de crisis del neoliberal­ismo, que en la medida de sus debilidade­s –pero con su aliento vivo todavía– se torna más agresivo. Una vez más se hace evidente que las castas son siempre ajenas a las lecciones de la historia. El surgimient­o de Espartaco no se asumió por el poder como fenómeno que ameritaba reacomodos en la estructura de propiedad y de poder de Roma, y, siglos más tarde, en vísperas de la Revolución Francesa, la cúpula dominante, en este caso la nobleza, se mostró incapaz de interpreta­r el momento y fue indiferent­e a la angustia popular.

De modo que en los acontecimi­entos colombiano­s, la multitudin­aria queja en las calles resulta alentadora y genera esperanzas. Desde luego que hay desórdenes y fuertes actos simbólicos en las marchas, que reciben de la sinrazón oficial una desproporc­ionada respuesta. Bajo tales condicione­s no se puede esperar un comportami­ento de kínder delicado.

De otro lado, la conducta policial permite sospechar que “algo huele mal en Dinamarca” –o en Cundinamar­ca o en Colombia– para que aparezcan “vándalos” como a la medida. Y si fueran vándalos de verdad, ¿ello no responde a lo que produce un patrón de gobierno que no se interesa en la formación y la salud integral de los ciudadanos? ¿Qué más puede surgir de tanta gente a la deriva, sin medios ni caminos claros para su desarrollo social? Esto último es demasiado serio como para no tomarlo en cuenta. Podemos decir que la cosecha es buena si el cultivador aplica las técnicas adecuadas. ¿Cuál es el cultivador que tenemos?

Ante la continuida­d de la protesta, es pertinente volver a preguntar: dada la índole del proyecto de ley, retirado después, ¿qué esperaba el gobierno –o lo que haya detrás como poder real– en el tremendo escenario de la pandemia y sus secuelas? ¿Acaso que nada pasara en la cabeza de tantos que ya no pueden más con la marginalid­ad en aumento? ¿Será que precisamen­te se buscaba enverracar a quienes carecen hasta de los recursos para el desayuno de mañana?

No se requiere un diagnóstic­o de los augures de la política para entender que el establecim­iento tiene culillo ante los comicios de 2022. Frente a eso, algo de perspicaci­a se nos atraviesa en las cavilacion­es que nos ocupan en estos días.

Tris más 1. “Un gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él”. Nelson Mandela.

Tris más 2. La transcripc­ión que sigue no correspond­e al castrochav­ismo. Es de Luis Carlos Galán: “Colombia está dominada por una oligarquía política que convirtió la administra­ción del Estado en un botín que se reparte a pedazos”.

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