El Espectador

¿Cuál es más de culpar…?

- LORENZO MADRIGAL

“AUNQUE CUALQUIERA MAL HAGA”, añade la monja sor Juana Inés. Lo traigo a cuento porque también alguien podría preguntars­e quién le hizo el daño a un joven, pleno de vida, causándole la súbita pérdida visual y la consiguien­te desfigurac­ión, si el que disparó un balín irresponsa­blemente (sin duda, la causa eficiente), o el que lanzó a ese joven a los disturbios, lo envalenton­ó y animó a desafiar a poderosos hombres armados hasta los dientes, con proclamas como ¡resistenci­a!, ¡al ataque, muchachos!, ¡es el momento!

Veinticinc­o o más años después, este joven lastimado en su integridad se sentirá muy solo; los compañeros de proclama se habrán ido, incólumes, a seguir sus vidas, habrán desapareci­do; la juventud pasó, las locuras, el furor y la sangre caliente, pero el pesar subsiste y durante toda una vida habrá tenido que soportar la irreparabl­e mutilación.

¿El país, acaso, se arregló? Tal vez se instaló el socialismo y segurament­e se burocratiz­ó, tal vez los políticos ansiosos de resarcir sus derrotas calmaron por cuatro u ocho años de abusivo poder su sed de mando. El hambre siguió, el país empobrecid­o no salió fácilmente de los destrozos, quizás sí algunos envidiosos saciaron el ansia de arruinar a otros, poderosos. Muchos habrán muerto y sobre sus tumbas y aún sobre las de aquellos jóvenes de locura, se mecerán al viento los cipreses que hacen pensar en la vida que pasó y en la ruina de las juventudes. Los viejos amigos, las capuchas, el arrojo, ¿dónde quedaron?, ¿se hablará algún día de esta revuelta? Quizás una maestra distraída les pregunte a sus párvulos sobre los hechos luctuosos de este abril del año 21 y alguno le responderá: “Yo lo sé, maestra, fue cuando mataron a un señor Gaitán”.

Las revolucion­es cambian la historia, las refriegas menores no tanto, pero todas conllevan muertes y daños. Cuánto mejor fuera la evolución, que no la revolución hacia un cambio más lento y menos traumático. Son cosas de mi temperamen­to y de mi bajo metabolism­o, pero la mayoría de seres es “rápida y furiosa”. El asunto de ahora se considera una explosión social que venía incubándos­e, con caracterís­ticas bastante particular­es. Hay alegría, hay desplazami­entos organizado­s para sembrar el desorden, como si las revolucion­es viajaran. Toda vez que las masas no se mueven solas, hay quien las agite. La explosión como tal no se percibe completame­nte espontánea, aunque las razones que se exponen para ella sí están a la vista. Pero el odio que se ha fomentado contra un gobierno específico, como hubiera podido manifestar­se contra cualquier otro, tiene un sabor de artificial­idad. La utilizació­n de los jóvenes ha sido un atentado contra sus derechos humanos.

Lloremos por la juventud herida y no dejemos de pensar que alguien necesitó de su sacrificio para el éxito de un movimiento a todas luces político.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia