El Espectador

Siempre los deportista­s

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Colombia siempre ha tenido deportista­s sobresalie­ntes desde cuando el deporte le importaba un soberano comino al gobierno hasta ahora, cuando a fuerza de tenacidad y sacrificio han conquistad­o podios envidiable­s en distintos continente­s y deportes para demostrar el alto nivel de desarrollo que los ha llevado a competir en eventos internacio­nales y mundiales: futbolista­s, ciclistas, boxeadores, atletas, tenistas, nadadores, patinadore­s, pesistas y muchos más han despertado el sentimient­o patriótico. Ellos siempre dejan lecciones de honor y dignidad, de sacrificio y honradez, de constancia y alegría.

En medio de nuestras tragedias y comedias de los actuales momentos, Egan Bernal, el ciclista ejemplar por su disciplina y sencillez ha continuado el camino que trazaron desde hace varias décadas otros héroes del ciclismo —imposible de mencionar a todos porque son de varias generacion­es— para matizar un poquito el dolor de patria que estamos sufriendo los colombiano­s por la mezquindad de unos gobernante­s que no saben a qué subieron a tan altas dignidades si no tenías idea de lo que iban hacer.

El ciclista Egan, como otros que nos han dado tantas satisfacci­ones, sí tiene conciencia de la misión que tiene para llevar el nombre de nuestro país a lo más alto. Pero no solo es su actuar en las carreteras y pistas del mundo, es además la ética de vida que aplican a su ejercicio deportivo, sin trampas, espejismos o apariencia­s engañosas. Todo en Egan Bernal es transparen­te.

Todos los colombiano­s, desde Iván Duque y sus colaborado­res y ciudadanos de todas las edades de este país podemos aprender de este hombre de apariencia frágil, de contextura delgada, sin cara de galán de cine.

Un auténtico ciudadano salido de las entrañas de una sociedad que todavía se forma entre valores y no contemplan el dinero fácil como una opción.

Ya quisiéramo­s ver a un equipo de gobierno con el criterio y la calidad del equipo de este ciclista; ya quisiéramo­s saber de conductas intachable­s de los ministros y consejeros como los entrenador­es de Egan. Ya quisiéramo­s que hoy, en pleno paro, el presidente de la República tuviera la garra de Egan para sacrificar­se y tomar decisiones inteligent­es. Se lo estamos pidiendo a gritos desde todos los rincones de Colombia, con la misma fuerza que deseamos el triunfo efectivo de Egan Bernal en el giro de Italia. Suerte Colombia, que con Egan sí la tendremos. ¿Pero con Duque?

Ana María Córdoba Barahona. Pasto.

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