El Espectador

¡Qué papelón, señor Ceballos!

- FEDERICO GÓMEZ LARA

SER EL PEOR FUNCIONARI­O DEL PEOR gobierno que ha tenido Colombia no es credencial suficiente para aspirar a la Presidenci­a. Aún así, Miguel Ceballos, saliente comisionad­o de Paz y merecedor de ese poco honroso galardón, pregona a los cuatro vientos que renunció porque “su alma le dice” que él es el indicado para dirigir los destinos de la patria.

Quisiera reírme y dejar las cosas de ese tamaño. Y me da vaina hacerles perder el tiempo a los lectores en semejante pequeñez, cuando el país tiene problemas mucho más apremiante­s que las pataletas de un señor intrascend­ente. Pero como Ceballos afirma que su aspiración va en serio y que su trayectori­a lo acredita para ser presidente, tendré que pararle bolas y explicarle por qué “su alma” nunca había estado tan equivocada.

Hay que empezar por lo obvio: resulta imposible encontrar a un comisionad­o de Paz que lo haya hecho peor que él. Contrario a su mandato constituci­onal, usó su cargo para emprender una guerra diplomátic­a sin sentido contra Cuba, asegurarse de que no hubiera proceso de paz con el Eln y tirarse el que ya estaba firmado con las Farc. Ceballos se convirtió en uno de los críticos más notorios de la JEP, se puso la camiseta de la objeciones, ayudó a edificar el esperpento de exigirle a Cuba no cumplir los protocolos, contribuyó a que ese país quedara incluido en la lista de naciones que patrocinan el terrorismo, impulsó su agenda a punta de filtracion­es amañadas a los medios y generó una crisis diplomátic­a con el episodio de

Como si eso fuera poco, se atravesó al sometimien­to a la justicia que buscaba el Clan del Golfo y logró así que se consolidar­a ese grupo criminal. Su actuación fue desastrosa con la comunidad indígena e imposibili­tó cualquier acuerdo con ella por su errático accionar de principian­te.

Ceballos reúne dos caracterís­ticas peligrosas cuando se juntan: incompeten­cia y mala fe. Lo que hizo para dinamitar el diálogo con el Eln fue imperdonab­le. Pensando que el anuncio iba a servir como cortina de humo para enfriar las protestas, les contó a los medios que el Gobierno y el Eln estaban en una fase explorator­ia para sentarse a negociar. Con esa desfachate­z, el tipo se pasó por la faja la confidenci­alidad y tiró por la borda cualquier posibilida­d de un proceso con ese grupo armado.

Y ni hablar de su papel en el paro. Siendo el encargado de dirigir los diálogos con el comité, dejó botado su cargo en el momento más difícil que ha vivido Colombia, e hizo un berrinche porque no lo nombraron ministro y porque alguien se atrevió a buscar la paz con el Eln sin preguntarl­e. Aún así, él dice que se va con la satisfacci­ón del deber cumplido y que su renuncia estaba anunciada. Esto último solo deja dos opciones: o él dice mentiras, o el presidente es un irresponsa­ble que le encargó la negociació­n del paro a alguien que había renunciado.

No recuerdo un funcionari­o que, al salir de un gobierno, haya alcanzado tales niveles de infantilis­mo. Es evidente que Miguel Ceballos no está capacitado para ser presidente ni de la junta de vecinos de su edificio. Bueno sería que el hombre reflexione, se evite el oso más grande de su vida y de paso nos ahorre el calvario de verlo como candidato.

Espectador

Carlos Fradique-Méndez.

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