Sobre una columna
He leído con atención la columna de Cristina de la Torre de ayer en El Espectador, titulada “El poder ilegítimo”, y quisiera hacerle unos comentarios, no sin antes aclararle que nunca he votado ni lo haré por los extremos polarizantes que tanto daño le hacen a Colombia, esos extremos y posiciones los detesto.
Tengo claro que ustedes como columnistas tienen toda la libertad para expresar sus opiniones y sentar posiciones en tantos asuntos del acontecer nacional, pero, precisamente por ello, también pienso que tienen alguna responsabilidad sobre los efectos de sus escritos ante la opinión pública que no cuenta con el acceso a los medios como ustedes lo tienen.
Con frecuencia se nota en sus columnas un sesgo insano, con derroche de resentimientos y críticas destructivas, que son las más fáciles de hacer, porque no implican hacer aportes, dar ideas, proponer acciones y soluciones, simplemente rajar de los demás. Indica usted en su columna que el 98 % de los colombianos apoyan la protesta, lo cual falta enteramente a la verdad. Por favor, solo miremos la manifestación, esa sí pacífica, del domingo pasado en varias ciudades del país, cuya concurrencia superó con creces la cantidad de manifestantes que todos los días salen a violar los derechos de los demás, como son la movilidad, el trabajo, educación, alimentación y salud, acompañados de vándalos que no son capaces de aislar, desenmascarar y entregar a las autoridades para que las mismas no tengan que actuar y, cierta y reprochablemente en algunos casos, excederse en el uso de la fuerza. Los de la marcha del domingo entendemos y compartimos la realidad de los hechos y la mayoría de reivindicaciones que reclaman la juventud y el Comité del Paro, pero rechazamos tajantemente que para ello violen los derechos de los demás.
La marcha del domingo fue contra los bloqueos en carreteras, estaciones de transporte público, etc., y contra la violencia, salimos solo con la cédula y el celular. No se violó el derecho de nadie, en Bogotá ni siquiera se ocuparon los dos carriles de la séptima ni el espacio de las ciclorrutas, por las cuales pasaron cantidad de personas lanzándonos toda clase de improperios y amenazas; afortunadamente ninguno se dejó provocar y la marcha tuvo un buen final.
Qué manía que tienen muchos periodistas, columnistas, dirigentes sindicales, políticos, etc., de hablar en nombre de todos los colombianos, ¿¡quién les habrá otorgado ese derecho!? Señora De la Torre, en Cartas de los Lectores del día de ayer, también en El
que imagino usted ya leyó, el señor Carlos Fradique-Méndez titula su escrito así: “¿Es posible bajar la dosis de odio?”.
La invito a que lo piense.