El Espectador

El presi diario

- JOHN GALÁN CASANOVA* * Poeta, ensayista, traductor. Premio Nacional de Poesía Joven Colcultura, 1993; premio Internacio­nal de Poesía Villa de Cox, 2010.

UN CHOFER DE CUATRIMOTO conduce la nación con rumbo desastrado.

Duque y lacayo, el flagrante títere recita libretos maquillado.

Es el presi diario: un presidiari­o en potencia, un incendiari­o en acto.

(Hablo del glifosato, del desangre en el campo, de nefastos exministro­s, de siniestros mandatos, de un gobierno que atiza el descontent­o ciudadano)

Vivía feliz el presi en su programa vespertino y llegó el paro y mandó a parar.

El tal paro nacional no existe, dijo Santos en 2013.

De qué me hablas, viejo, masculla Duque desde 2019.

Impotente incompeten­te, ante la matanza repite: ¿de qué me hablas, viejo?

¿De qué me hablas, viejo? De policías disfrazado­s de civil y un presidente disfrazado de policía.

¿De qué me hablas, viejo? De los votos mal habidos en el Cesar y La Guajira.

¿De qué me hablas, viejo?

De las ratas cuidando el queso en la Fiscalía y la Procuradur­ía.

¿De qué me hablas, viejo? Del coro infausto que entonan

Lucas Villa, la juventud, los líderes sociales, la minga y los reinsertad­os: ¡Nos están matando!

El presi tiene ojos, mas no ve; tiene orejas, mas no oye; tiene manos, mas no palpa.

No entiende, no atiende, no sabe, no responde.

Más que prevenir y actuar, lo que realmente le gusta es pasear.

Festejar cumpleaños en el avión presidenci­al, divisar desde la cabina la ruina de su Polombia fatal.

Allá en lo alto se topa con su ídolo, el colombiano del siglo XX, el expresidia­rio eterno.

¿Extremo centro o extrema derecha? That is the question, inquiere el discípulo.

Ningún dilema: centro extremismo, alarmismo y paramilita­rismo, oiga, mire, vea, vaya pa’ Cali para que aprenda, decreta el profeta desde su avioneta.

Salve la democracia, maestro, así te conocí, así te querí, más claro no canta un trino, responde el presi diario.

Acto seguido proclama:

¡Viva Polombia! Feudo falaz donde ser vivo paga, el que la hace no paga y a quien protesta se le acalla y apaga.

Para defender a sangre y fuego nuestro pellejo plomo es lo que hay. ¡Ajúa!

Luego se pierde entre las nubes, en la alfombra roja de un nuevo atardecer.

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