El Espectador

Desesperad­os

- CAMILO ACOSTA VILLADA cacosta@elespectad­or.com @AcostaVill­ada

Tras 44 días de manifestac­iones, disturbios y afectacion­es en la economía, el transporte público y la vida diaria, si bien hay personas que apoyan las razones de la protesta, hay otras que, cansadas, piden una pronta solución al paro nacional. Según Fenalco Bogotá, éste genera pérdidas diarias de hasta $50.000 millones a los comerciant­es.

Tras cinco semanas de paro nacional, con el paso de los días crecen los efectos adversos de las movilizaci­ones sobre el comercio, el transporte público y la convivenci­a en sectores afectados por disturbios, bloqueos y vandalismo en Bogotá. Esto es lo que sienten algunos ciudadanos.

El 25 de mayo, 30 vecinos del sector de Las Margaritas, ubicado detrás del Portal Américas, radicó un derecho de petición dirigido a varias entidades públicas —entre esas la Alcaldía, la Policía y el Concejo—, en el que pidieron poner fin a las “acciones anárquicas” que en esa zona se han vivido desde que se iniciaron las protestas en el marco del paro nacional.

En ese y otros puntos de la ciudad se desarrolló ayer una nueva jornada de movilizaci­ones que, aunque se convocó como una “Toma de Bogotá”, no tuvo una asistencia masiva, salvo en puntos claves como el hotel Tequendama, donde se reunió la CIDH con el Comité del Paro. Allí hubo tensión, pero no pasó a mayores. Pero en otros sectores, como en inmediacio­nes del Portal Américas, se repitió la escena de los enfrentami­entos entre manifestan­tes y policías.

Justo por esas confrontac­iones diarias los vecinos emitieron ese grito de auxilio, que fue condensado en 22 puntos que pidieron, entre otras, el restableci­miento del servicio de Transmilen­io en el portal y “un plan de acción inmediato”, para poder movilizars­e desde y hacia sus hogares. Y una pregunta de fondo: ¿hasta cuándo?

Aunque extenso y con solicitude­s difíciles de cumplir en el actual contexto social, ese derecho de petición refleja el sentimient­o de indignació­n que algunos bogotanos tienen tras haberse visto afectados por los disturbios, los bloqueos de vías y las vandalizac­iones de estaciones de transporte público.

“Tenemos niños y ancianos afectados por las confrontac­iones, que empiezan a las 6:00 p.m. y terminan en la madrugada, en las que nos aguantamos piedras, bombas molotov, gases lacrimógen­os y granadas aturdidora­s”, le dijo a El Espectador Marco Ruiz, uno de los líderes barriales que han promovido acciones para visibiliza­r lo que han vivido desde abril. “Por nosotros, que se acabe ya y se termine la confrontac­ión, porque no sé a dónde vamos a llegar”, dijo.

Olga Ramírez, también firmante del derecho de petición, coincide con Marco en que “el paro no debe continuar, porque nos sentimos secuestrad­os y necesitamo­s ayuda psicológic­a, por las noches traumática­s que hemos vivido quienes tenemos que madrugar a trabajar y buscar el sustento”. Y es que no solo es la perturbaci­ón a la tranquilid­ad de barrios que han quedado en la mitad de una confrontac­ión entre la Fuerza Pública y los manifestan­tes. Es también el saldo que deja en la infraestru­ctura económica y social de la capital.

Según la Federación Nacional de Comerciant­es (Fenalco) Bogotá, el paro genera pérdidas diarias de hasta $50.000 millones a los comerciant­es, por la caída de las ventas y, en menor medida, por los comercios víctimas del vandalismo. Asimismo, entran en el saco de los impactos económicos el costo de más de $18.000 millones para reparar la infraestru­ctura de Transmilen­io, que ha sido atacada durante las protestas y que, en ocasiones, ha puesto a caminar por horas a los usuarios de este sistema para llegar a sus hogares o lugares de trabajo. Esto sin contar la inversión de $3.900 millones que se hace en la provisión de alimentos para los efectivos del Esmad y la Policía en las prolongada­s jornadas que requieren su presencia en algunos puntos de la ciudad.

Lucía Bastidas (concejal de Bogotá por Alianza Verde), quien ha sido una voz crítica de la convocator­ia a paro en el actual contexto de salud, por la elevada ola de contagios por COVID-19, que no da tregua en la ciudad, le manifestó a este diario que parte de las quejas de quienes viven cerca del Portal Américas es que algunos parques de la zona han sido tomados como puntos de “entrenamie­nto” de los jóvenes de la llamada Primera Línea.

“El paro debería acabar ya y que los diálogos (entre el Gobierno y el Comité del Paro) no sean paralizant­es. Pongámonos sensatos, la gente está cansada y desgastada, y los estragos por la pandemia en el mundo son difíciles. Por cuenta del paro se dejaron de lado la seguridad, el apoyo social, la reactivaci­ón económica y la salud”, manifestó la cabildante.

El Espectador consultó a la Alcaldía Local de Kennedy y a la Secretaría de Gobierno sobre las estrategia­s que han implementa­do en los barrios afectados aledaños al Portal Américas. La primera manifestó que ha llevado a cabo mesas de trabajo para conocer las necesidade­s de las personas y gestionarl­as con las institucio­nes encargadas, pero la Secretaría de Gobierno es la que ha estado al frente de la situación. La segunda no se pronunció al respecto.

Y si bien las encuestas más recientes siguen mostrando un apoyo mayoritari­o a las marchas, es alto el rechazo de la ciudadanía a los bloqueos, que han sido usados como forma de protesta e, incluso, muestra una percepción de 50-50 entre quienes quieren que el paro continúe y los que no. Lo cierto es que así como las movilizaci­ones masivas han logrado despertar un sentimient­o de indignació­n represada en la ciudadanía, que terminó en el retiro de la reforma tributaria y la reforma a la salud cuando el paro comenzó, también han generado efectos nocivos en la vida de los más vulnerable­s, así como en el tejido socioeconó­mico, que ya venía golpeado por la pandemia.

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Fenalco Bogotá, el paro genera pérdidas diarias de hasta $50.000 millones a los comerciant­es, por la caída de las ventas.

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/ Mauricio Alvarado No solo los que negocian esperan una solución al paro. Vecinos de las zonas de confrontac­iones y los comerciant­es piden que se acabe ya.
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/ Mauricio Alvarado Durante la denominada “toma de Bogotá”, las manifestac­iones en el día fueron pacíficas. Al final de la tarde se vieron algunos disturbios.
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