El Espectador

Impuestos a los billonario­s

- HÉCTOR ABAD FACIOLINCE

OJALÁ AQUÍ HUBIERA UNA FILTRACIÓN como la que acaba de publicar PROPUBLICA sobre los impuestos que pagan algunos de los grandes mil millonario­s de Estados Unidos. Según este informe, Elon Musk, el fundador de Tesla, y la segunda persona más rica del mundo, no pagó ni un dólar de impuestos federales en el año 2018. Lo mismo ocurrió con Jeff Bezos, el dueño de Amazon y el más rico del mundo, en 2011. Los superricos norteameri­canos, tipos como Warren Buffett, Bill Gates, Rupert Murdoch y Mark Zuckerberg, y 20 más, ampliaron sus beneficios (según Forbes) en 401.000 millones de dólares entre 2014 y 2018, y pagaron impuestos por 13.600 millones de dólares. Mucho, sí, pero muy poco en términos porcentual­es: solo el 3,4 %.

La clase media gringa, que debe reportar cada dólar recibido, y que no se escuda en maromas y triquiñuel­as fiscales para evadir impuestos, paga entre el 14 % y el 37 % de impuestos, un porcentaje mucho más razonable, aunque bastante menos alto que el de la mayoría de los países socialdemó­cratas europeos, donde ser millonario no resulta tan cómodo y suele ser tasado de un modo más equitativo. El modelo europeo no repudia las empresas ni desprecia el capitalism­o empresaria­l, pero ejerce una presión fiscal muy alta para que la riqueza de unos pocos se reparta parcialmen­te hacia el resto de la población en forma de servicios públicos de calidad en educación, salud, vivienda, infraestru­ctura y subsidios al desempleo.

Si no queremos que el próximo escenario electoral colombiano sea tan deprimente como la actual tragedia peruana en la que los ciudadanos tuvieron que escoger entre una candidata corrupta, populista y autoritari­a de derecha, Keiko Fujimori, y un candidato ignorante, demagógico y de un partido populista de la línea comunista más retrógrada, Pedro Castillo, es absolutame­nte necesario que los políticos y los empresario­s demócratas colombiano­s se pellizquen. El mundo actual no soporta los niveles de miseria y desigualda­d que aquí vivimos, empeorados recienteme­nte por la pandemia y por un paro indefinido.

Uno de los impuestos más bajos e inequitati­vos que pagan las personas más adineradas de Colombia son los impuestos prediales de las haciendas, casas y fincas de recreo en el campo. En la zona rural, mediante concejales y alcaldes cooptados por grandes propietari­os, los avalúos catastrale­s no correspond­en al valor real de las tierras y casas. Cuanto más grande y costosa es una propiedad, mayor suele ser la diferencia entre su avalúo catastral y su valor real. Cuando estas tierras se negocian, en general el precio de venta que se declara al fisco es entre cinco y 20 veces menor que el que vale el predio. Si tengo una finca de 250 hectáreas en Planeta Rica, con una buena casa, el valor de esta propiedad es de unos 5.000 millones de pesos. Su avalúo catastral, en cambio, por el que se paga el impuesto predial, puede estar alrededor de los 500 millones. Un 10 % del valor real.

Algo similar ocurre en fincas más pequeñas y cercanas a las grandes ciudades. Si uno mira los valores de finca raíz, los avalúos catastrale­s en la zona rural aledaña a las grandes capitales, si bien no llegan a diferencia­s tan extremas como las que hay en zonas lejanas, también reportan avalúos entre tres y cinco veces más bajos que el precio real. Es urgente que estas propiedade­s paguen impuestos justos.

No sé cuánto pagan de impuestos los super millonario­s colombia nos. En todo caso no creo que nuestro sistema fiscal, mucho más atrasado que el de Estados Unidos, esté mejor que el sistema del norte. Esta no es una opinión de odio a los más ricos ni de rechazo a las grandes empresas privadas. Su presencia y trabajo en el país son fundamenta­les para que haya riqueza y oportunida­des. Pero el pago de impuestos de los más adinerados no debe ser el “legal” (el que consiguen con maromas fiscales) sino el justo, el que re corta las diferencia­s entre la base y la punta de la pirámide social.

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