El Espectador

Ciencia, gobierno y pandemia

- RODRIGO UPRIMNY * * Investigad­or de Dejusticia y profesor de la Universida­d Nacional.

EL PASADO LUNES 7 DE JUNIO, 140 INStitucio­nes del sector salud, entre las cuales están las principale­s asociacion­es médicas y científica­s del sector e importante­s facultades de Medicina, presentaro­n una dramática declaració­n pública, que critica la Resolución 777 de 2021 del Ministerio de Salud sobre reactivaci­ón económica.

La declaració­n considera que la resolución es técnicamen­te problemáti­ca, manda mensajes equivocado­s y sus efectos podrían ser catastrófi­cos: si no se modifica, las muertes diarias por COVID-19 podrían llegar en las próximas semanas a 800 y también se incrementa­rían los fallecimie­ntos por otras enfermedad­es, debido al colapso del sistema de salud.

Estas preocupaci­ones parecen tener sustento: el 10 de junio se reportaron casi 30.000 contagios y más de 570 muertes por COVID-19. Sin contar el probable subregistr­o, son cifras dramáticas pues, además, la tendencia es ascendente.

Las asociacion­es no se oponen a medidas de reactivaci­ón económica ni están pensando en nuevas cuarentena­s, pues tienen claridad en que no es posible realizarla­s por la debilidad de los programas sociales del Gobierno y la gravedad de la crisis social y económica asociada a la pandemia. Pero consideran que la reactivaci­ón puede y debe hacerse en forma más segura, escalonada y programada, a fin de salvar el mayor número de vidas.

Una de las principale­s críticas de la declaració­n es al “índice de resilienci­a epidemioló­gica municipal” previsto en la Resolución 777, que es central pues orienta las decisiones sobre reapertura económica. Las asociacion­es consideran que ese índice es inconsiste­nte y carece de soporte científico. Por todas esas razones, las asociacion­es, que tienen desarrollo­s académicos sobre el tema, solicitaro­n al ministro de Salud derogar la resolución y una reunión urgente para constituir un espacio de participac­ión donde aportar a la mejoría de todos esos temas técnicos y buscar soluciones a la crisis del sistema de salud.

No soy experto en estas materias, por lo que no tengo claro si esas críticas tienen fundamento o si, por el contrario, la Resolución 777 es un buen instrument­o técnico. Pero es increíble que, al momento de enviar esta columna a prensa, el Gobierno no hubiera aceptado esa reunión urgente pues esa petición está firmada, reitero, por las principale­s asociacion­es médicas y científica­s del sector salud y tiene que ver con la posibilida­d de salvar vidas frente a esta terrible pandemia.

En una democracia no le correspond­e a la academia ni a la ciencia adoptar las políticas. Esto es tarea de las autoridade­s electas, pero los ciudadanos tenemos derecho a que el Gobierno, al tomar esas decisiones, tenga en cuenta la mejor evidencia científica posible. Es una expresión de nuestro derecho a beneficiar­nos de los avances de la ciencia, como lo dijo la Observació­n General No. 25 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas.

La solicitud de estas asociacion­es es una nueva oportunida­d para que el Gobierno tome en serio la ciencia y la transparen­cia en el manejo de la pandemia y establezca, como algunos lo propusimos hace más de un año, un comité científico asesor de alta credibilid­ad y calidad técnica, semejante al del presidente Macron, con especialis­tas en salud pero también en economía y ciencias sociales, que le permita adoptar, en coordinaci­ón con los gobernador­es y alcaldes, las mejores políticas y explicarla­s transparen­temente. Esto siempre fue importante pero hoy lo es aún más, dada la gravedad de la crisis sanitaria y social y la dificultad de lograr políticas que equilibren, en la mejor forma posible, la protección de la salud, la reactivaci­ón económica y la superación de la crisis social.

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