El Espectador

Los también marchantes chupóptero­s merecidos extorsivos

- Notasdebuh­ardilla@hotmail.com CONVERSACI­ONES PENDIENTES CARLOS ENRIQUE MORENO

A propósito del cambio intempesti­vo de planes, lo mismo sucedió con la postura del Gobierno de presentars­e ante la Corte Constituci­onal a pedir que anulara su fallo que restableci­ó las 16 curules de paz en el Congreso, pues al día siguiente aparenteme­nte se echó para atrás retirando el escrito. La Presidenci­a retiró su solicitud de nulidad, pero, eso sí, dejó a sus alfiles batallando la misma petición, para que si en el futuro se anula esa decisión nadie le pueda atribuir el desastre. Sacrificar­on a Emilio Archila —quien empieza a desteñirse y a contagiars­e de la intemperan­cia oficial— pues lo pusieron a sostener el cañazo de que desistían de la nulidad porque Duque había prometido cumplir la sentencia de la Corte. Torpeza y marrullas juntas.

Para colmo de males, Duque con sus subalterno­s en pleno recibieron a Vivanco y tuvieron que enfrentar el demoledor, serio y convincent­e informe de Human Rights Watch (HRW) que desnudó “la brutalidad policial contra los manifestan­tes”. Más tarde encomendar­on al dúo siniestro de Rafael Guarín y Alejandro Ordóñez —que ninguna autoridad ni credibilid­ad tienen desde cuando hacían de las suyas en la Procuradur­ía— descalific­ar sin argumentos los hallazgos y conclusion­es. El corruptazo de Ordóñez criticó a HRW porque el informe se hizo desde Washington, como si él estuviese en Bogotá, ignorando el documentad­o trabajo de campo realizado por la gente de Vivanco en Colombia.

Los nombramien­tos de un plagiario como ministro de Ciencia y Tecnología y de varios amigos pertenecie­ntes al peligroso entorno de la cueva del fascismo de la Sergio Arboleda confirman que Duque ni aun cuando quisiera podría acertar. El incremento de contagios por el COVID-19 y los muertos diarios aseguran un futuro fúnebre, más ante un paro nacional que aún sobrevive por la tozudez del Gobierno.

Hay quienes afirman que esa cadena de errores fatales tiene deprimido no solo al país sino al mismo Duque. Lo más grave no es la depresión, sino que, de seguir gobernando como lo viene haciendo, la dolencia ya no tenga remedio.

Adenda. Promesa de empresario­s vallecauca­nos para ayudar a jóvenes inconforme­s. Muy bien, por ahí es la solución. No los consejos del arbitrario ministro de Justicia, Wilson Ruiz, invitándol­os a desconocer la autoridad local.

DENTRO DE LA MULTIPLICI­DAD DE razones para la protesta, podemos distinguir dos grandes grupos. Una protesta legítima, pacífica, de una juventud inconforme que no encuentra empleo ni un futuro claro, y otros que no representa­n al pueblo en ninguna latitud, como claramente lo dice la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo: “Nadie que ponga en jaque el tejido productivo de su país que produce empleo, sufraga escuelas y servicios sociales puede hablar a nombre del pueblo; nadie que promueva la división social, la desestabil­ización del país, el empobrecim­iento es un patriota; es una falta de escrúpulos apelar a lo que sea para llegar al poder”.

Tirando línea

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