Los también marchantes chupópteros merecidos extorsivos
A propósito del cambio intempestivo de planes, lo mismo sucedió con la postura del Gobierno de presentarse ante la Corte Constitucional a pedir que anulara su fallo que restableció las 16 curules de paz en el Congreso, pues al día siguiente aparentemente se echó para atrás retirando el escrito. La Presidencia retiró su solicitud de nulidad, pero, eso sí, dejó a sus alfiles batallando la misma petición, para que si en el futuro se anula esa decisión nadie le pueda atribuir el desastre. Sacrificaron a Emilio Archila —quien empieza a desteñirse y a contagiarse de la intemperancia oficial— pues lo pusieron a sostener el cañazo de que desistían de la nulidad porque Duque había prometido cumplir la sentencia de la Corte. Torpeza y marrullas juntas.
Para colmo de males, Duque con sus subalternos en pleno recibieron a Vivanco y tuvieron que enfrentar el demoledor, serio y convincente informe de Human Rights Watch (HRW) que desnudó “la brutalidad policial contra los manifestantes”. Más tarde encomendaron al dúo siniestro de Rafael Guarín y Alejandro Ordóñez —que ninguna autoridad ni credibilidad tienen desde cuando hacían de las suyas en la Procuraduría— descalificar sin argumentos los hallazgos y conclusiones. El corruptazo de Ordóñez criticó a HRW porque el informe se hizo desde Washington, como si él estuviese en Bogotá, ignorando el documentado trabajo de campo realizado por la gente de Vivanco en Colombia.
Los nombramientos de un plagiario como ministro de Ciencia y Tecnología y de varios amigos pertenecientes al peligroso entorno de la cueva del fascismo de la Sergio Arboleda confirman que Duque ni aun cuando quisiera podría acertar. El incremento de contagios por el COVID-19 y los muertos diarios aseguran un futuro fúnebre, más ante un paro nacional que aún sobrevive por la tozudez del Gobierno.
Hay quienes afirman que esa cadena de errores fatales tiene deprimido no solo al país sino al mismo Duque. Lo más grave no es la depresión, sino que, de seguir gobernando como lo viene haciendo, la dolencia ya no tenga remedio.
Adenda. Promesa de empresarios vallecaucanos para ayudar a jóvenes inconformes. Muy bien, por ahí es la solución. No los consejos del arbitrario ministro de Justicia, Wilson Ruiz, invitándolos a desconocer la autoridad local.
DENTRO DE LA MULTIPLICIDAD DE razones para la protesta, podemos distinguir dos grandes grupos. Una protesta legítima, pacífica, de una juventud inconforme que no encuentra empleo ni un futuro claro, y otros que no representan al pueblo en ninguna latitud, como claramente lo dice la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo: “Nadie que ponga en jaque el tejido productivo de su país que produce empleo, sufraga escuelas y servicios sociales puede hablar a nombre del pueblo; nadie que promueva la división social, la desestabilización del país, el empobrecimiento es un patriota; es una falta de escrúpulos apelar a lo que sea para llegar al poder”.
Tirando línea