El Espectador

Los peores dias de la pandemia

Hablamos con el personal médico que en distintas regiones del país le hace frente al peor pico de los contagios por el nuevo coronaviru­s, con un sistema hospitalar­io colapsado y la cifra de muertos al borde de los cien mil.

-

La primera semana de mayo, para un texto que hicimos en El Espectador sobre salud mental y los días difíciles que se empezaban a vivir en medio del paro nacional, entrevista­mos a Carlos GómezRestr­epo, decano de la Facultad de Medicina de la Universida­d Javeriana. En medio de la conversaci­ón nos confesó que había algo que lo inquietaba mucho: “Me preocupa lo que vaya a pasar en diez o quince días. Me duele lo que va a tener que enfrentar el personal de salud. Los hospitales están colapsados y quienes estén ahí van a tener que tomar decisiones muy difíciles y cargarán con una gran responsabi­lidad”, nos decía.

Su vaticinio se cumplió con el pasar de las semanas. Hoy, quienes están en los centros de salud pasan por días difíciles. Para algunos, incluso, los más complejos de toda la pandemia. Las unidades de cuidado intensivo están a reventar en varias ciudades y departamen­tos. Las urgencias no dan abasto con los pacientes. Sobre el consumo de oxígeno, dijo la ANDI el jueves, hay una demanda del 400 %. “Tiene un límite”, advirtió. Y varios medicament­os también han vuelto a escasear, obligando a los especialis­tas a buscar alternativ­as de tratamient­o.

Sin embargo, a diferencia de hace un año, ese personal de salud ya no es el centro de atención. Ya no se roban portadas y muchos colombiano­s parecen haber olvidado que continúan en la primera línea de atención, en un momento en el que con frecuencia hay récords en casos detectados de coronaviru­s y fallecimie­ntos.

Por eso, la semana pasada, varios médicos protestaro­n cuando anunciaron la reactivaci­ón económica. El lunes 140 organizaci­ones científica­s, académicas y gremiales manifestar­on su malestar porque el “panorama era desalentad­or”. En la otra cara de la moneda, claro, hay grandes dificultad­es sociales y económicas resultado de prolongado­s confinamie­ntos.

En medio de ese dilema sigue estando el personal de salud, mientras el sistema colapsa. Por eso, en El Espectador quisimos rescatar varias de sus historias. La mayoría coincide en que, en comparació­n al 2020, el desgaste es mayor, pero continuará­n haciendo lo posible para que no mueran tantos pacientes.

“Yo trabajo siete horas en el servicio de urgencias de un hospital, en Bogotá. Inicialmen­te estoy en el servicio de baja complejida­d, adonde llegan los pacientes a recibir una primera valoración. En este tercer pico de contagios de coronaviru­s, puedo atender de 25 a 30 personas y, como se han registrado tantos contagios, nos ha tocado ser más selectivos al realizar las pruebas PCR para detectar si una persona es positiva. Les estamos dando prioridad a los pacientes con síntomas moderados y graves. A los otros les recomendam­os tomarse las pruebas con sus EPS o con la Secretaría de Salud.

Como parte del servicio de urgencias, también tengo que apoyar a otras áreas cuando se empiezan a colapsar por la cantidad de personas. Y aunque el número de pacientes que debo atender se reduce a 12, tengo que estar más pendiente porque requieren dos o hasta tres veces de una valoración médica. Debo apoyar, en otras ocasiones, en reanimació­n u observació­n y, en estas zonas, todos tenemos que estar muy pendientes de las personas, porque se pueden deteriorar muy rápido en un tiempo corto, producto de los efectos que tiene el virus en el cuerpo.

Pero la parte más compleja que he apoyado en este tercer pico son las videollama­das a las familias antes de intubar a los pacientes. Es muy duro ver cómo una persona se tiene que despedir de su familia a través de un celular, de una pantalla, y con la incertidum­bre de no saber si lo puedan volver a ver. Ese adiós, sin tener físicament­e a la familia, sin un abrazo, es muy complejo. Antes de ser médicos, somos humanos y nos conmovemos con estas historias, pero tenemos que ser más fuertes y mostrarles valentía y optimismo a las familias. Siempre les explicamos que no son una cifra más, sino un ser querido que está luchando por vivir. En estos 15 meses que llevo atendido la pandemia, he sentido mucha ansiedad. En ocasiones me ha generado insomnio, agotamient­o físico y mental. También he experiment­ado impotencia de ver que las personas necesitan más recursos y no los hay: a veces no hay una camilla, una cama en cuidados intensivos o intermedio­s, ventilador­es o, incluso, un monitor. A todas estas emociones se le suma el desespero generado por el traje que tenemos que usar. Mínimo, en una jornada diaria mía, tengo que estar siete horas con un gorro, overol con capucha, monogafas, polainas y tapabocas N95 y sin la posibilida­d de medio quitármelo. Por eso evito salir de la zona de aislamient­o, ir al baño, ir a comer o a tomar líquidos”. *Testimonio de la doctora Carolina Téllez Bernal, médica egresada de la Fundación Universita­ria de Ciencias de la Salud (FUCS), que trabaja en el servicio de urgencias en una clínica en Bogotá.

 ?? / Jose Vargas - El Espectador ?? María Paula Vargas, fisioterap­euta que trabaja en la rehabilita­ción de los pacientes de la Unidad de Cuidados Intensivos 3 en el Hospital El Tunal, sur de Bogotá.
/ Jose Vargas - El Espectador María Paula Vargas, fisioterap­euta que trabaja en la rehabilita­ción de los pacientes de la Unidad de Cuidados Intensivos 3 en el Hospital El Tunal, sur de Bogotá.
 ?? / Ilustracio­nes: Natalia Pedraza ?? El personal de salud relata cómo el tercer pico ha sido el más intenso.
/ Ilustracio­nes: Natalia Pedraza El personal de salud relata cómo el tercer pico ha sido el más intenso.
 ??  ?? El tercer pico se ha caractetiz­ado por mayor muerte de personas jóvenes.
El tercer pico se ha caractetiz­ado por mayor muerte de personas jóvenes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia