“Hay sensación de impaciencia, incluso de rabia”
“Este tercer pico ha sido muy largo, el peor de todos los picos. Y ha sido triste. Hay mucho cansancio. Yo, como anestesióloga, y todos los que tenemos que intubar a un paciente de COVID-19 o ser primera línea nos enfrentamos con muchísimo respeto a la enfermedad que el paciente está viviendo, pero también con mucho miedo, por nuestra vida y nuestras familias. Intentamos hacerlo lo mejor que podemos, pero son demasiados meses. Atender a un paciente con todos los equipos de protección personal no es fácil. Además del calor, de no poder respirar, es mucho el tiempo que nos demoramos atendiendo a un paciente y hay mucho cansancio físico por tener todo esto puesto.
Luego está regresar a la casa después de estas jornadas… que tampoco es fácil. Yo soy mamá de tres niños pequeños, pero ellos y mi esposo, desde el principio, han entendido la dinámica de la enfermedad. Ellos saben que la mamá debe llegar a la casa, bañarse y cambiarse de ropa antes de saludarlos. Es difícil para ellos y para uno de mamá, porque es ver a tres niños pequeños, saltando, queriendo darle un beso a la mamá… pero ellos son increíbles y lo han asimilado, aunque esto no quita el miedo. Si a alguno le da gripa, inmediatamente pienso que tiene COVID-19. Pero, bueno, no ha pasado, no he tenido COVID-19 en mi familia.
Es muy triste, el tema mental durante el tercer pico… La sensación es de impaciencia, de frustración, de dolor… incluso de rabia, de ver cuando no se respetan las medidas de autocuidado. El tercer pico ha sido en realidad muy duro”. *Testimonio de la doctora María Virginia González, anestesióloga e intensivista en la Clínica del Rosario y el Hospital General de Medellín.