El Espectador

Factores del tercer pico

Aunque el Distrito dice que el recrudecim­iento se debe al paro y a variantes del virus, expertos señalan que la apertura total también ha influido. Ante las condicione­s, los escenarios planteados dependen de cómo aumente la movilidad en los próximos días.

- MÓNICA RIVERA RUEDA mrivera@elespectad­or.com @Yomonriver

Además de la identifica­ción de dos cepas en la ciudad, el Distrito le atribuye el recrudecim­iento de los contagios por COVID-19 de este tercer pico a la mezcla de factores, como un pico estacional de otras enfermedad­es respirator­ias y a las protestas del paro nacional. Ante este panorama, expertos señalan que la ciudad debe fortalecer sus estrategia­s de rastreo y aislamient­o en medio de la apertura.

Las últimas semanas han sido las más difíciles en cuanto a la pandemia en Bogotá. La ciudad no solo ha permanecid­o siete semanas en alerta roja por una ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) superior al 90 %, sino que ya cuenta con una saturación en las salas de urgencia, donde han reportado hasta 300 % de demanda, así como desabastec­imiento de puntos de oxígeno, suministro­s y medicament­os. El sistema está a tope.

Al respecto, desde diferentes orillas se han dado varias explicacio­nes. Por un lado, el Comité del Paro ha insistido que durante las manifestac­iones convocadas se han respetado los protocolos y que el aumento de casos obedecería más a las aglomeraci­ones en Transmilen­io y en el comercio. Por el otro, quienes se oponen a las protestas insisten en que la causa directa son las marchas, ya que coinciden al relacionar­las con algunas de las cifras.

Desde el Distrito se asocia este tercer pico con la mezcla de tres factores. Primero, a la llegada de nuevas variantes de las que se han confirmado las cepas británica y la brasileña; a la par, en la ciudad se presenta un pico estacional de otras enfermedad­es respirator­ias, y, por último, se consideran las protestas.

“Es indudable no encontrar un nexo entre una movilizaci­ón social tan grande como la que hemos tenido con el nivel de contagio. Sin las movilizaci­ones el pico hubiera durado tres semanas, pero llevamos siete y se han cargado cuatro semanas más”, dijo Alejandro Gómez, secretario de Salud.

Por estas circunstan­cias se considera que, por lo menos, por las siguientes dos o tres semanas, si se mantienen las condicione­s, se mantendría la ocupación por encima de 2.200 camas UCI, así como el aumento de muertes diarias, que llegarían a las 200 si crece la movilidad en las calles.

“Seguimos tratando de ubicar pacientes en camas UCI. El martes fueron más de 230, que dependen de la rotación, porque el nivel de estrés es alto. Se han llevado 70 pacientes de Bogotá a otras ciudades, especialme­nte a Barranquil­la, porque la ocupación en Cali es altísima y en lugares como Boyacá y Meta no tienen ni una cama”, indicó Gómez.

Para Luis Jorge Hernández, epidemiólo­go de la Universida­d de los Andes, no se deben desestimar otros tipos de aglomeraci­ones como las reuniones familiares o con amigos. “La Secretaría de Salud no está haciendo seguimient­o a las medidas de biosegurid­ad, ni está funcionand­o el PRASS o la estrategia DAR en Bogotá, porque el tamizaje lo están haciendo en parques, y eso no sirve. Hay que buscar a la población centinela, como taxistas o repartidor­es de Rappi, que tienen alta movilidad, así como hacer rastreo de contactos y aislamient­os sostenible­s, para personas positivas”.

Por su parte, Jaime Ramírez, director de posgrados del Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universida­d Javeriana, cree que no hay que caer en echarle la culpa a un solo factor. “Lo menos que se debe hacer es ver una pandemia de una manera unifactori­al, sino de tratar al máximo de ver la totalidad de las interaccio­nes y prepararse. Hemos creído que la única solución es mejorar la capacidad hospitalar­ia, pero se pueden mejorar otros programas, como los de ventilació­n y aislamient­o en empresas, por ejemplo en restaurant­es. Es la reacción a una capacidad de respuesta limitada”.

Además, considera importante que haya un trabajo claro y directo de la Alcaldía para generar hábitos en la ciudad con las medidas de biosegurid­ad. “La alcaldesa ha tenido un discurso que resulta contrario, en el que un día dice una cosa y al otro dejan de ser importante­s sus argumentos para anunciar nuevas determinac­iones, con los que la sociedad pierde confianza y la capacidad de tomar sus propias precaucion­es en el orden individual”, resaltó.

Dentro de las proyeccion­es del Distrito se manejan dos escenarios en los que no solo se esperan más contagios, sino que las muertes aumenten en los próximos días, como consecuenc­ia de la presión que se ha mantenido la ciudad en por lo menos siete semanas. Una varía de la otra dependiend­o del incremento de la movilidad que se dé en la capital como parte de la apertura total. Pese a ello, en el paro y por las afectacion­es a las estaciones de Transmilen­io se ha evidenciad­o en el último mes una reducción significat­iva de su uso a casi la mitad.

Asimismo, los días de las concentrac­iones más grandes se dio una reducción tanto de las muestras PCR que se tomaron en la ciudad como la cantidad de vacunas aplicadas en un día, por lo que Gómez espera que, ante el llamado de cesar las marchas, se puedan fortalecer las jornadas de vacunación. Pero para Hernández como para Ramírez es importante no quedarse solo con eso y sí reforzar las estrategia­s de rastreo, así como las labores para cortar las cadenas de transmisió­n.

“Son medidas mucho más costosas y difíciles, pero necesarias. Los confinamie­ntos no funcionan por muchos factores, como la salud mental. La apertura está bien, pero con otras medidas adicionale­s y graduales, así como es importante que el Gobierno Nacional continúe las negociacio­nes con los organizado­res del paro, porque el pico se podría seguir extendiend­o hasta finales de junio o principios de julio”, dijo Hernández.

Ante las condicione­s, el Distrito busca fortalecer la respuesta especialme­nte a quienes presentan síntomas neurológic­os y respirator­io después del contagio, que han vuelto a hospitaliz­ación ante la gravedad de sus casos, lo que también ha generado una presión sobre el sistema. Por lo pronto, se han remitido pacientes a otras ciudades a la espera de que las condicione­s se den tanto para agilizar la vacunación como para liberal la presión al sistema de salud, que en definitiva ya no da abasto en la capital.

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