El Espectador

Elecciones en Irán, claves del ajedrez político internacio­nal

Poco parece jugarse en las elecciones de Irán. Organizaci­ones y expertos aseguran que la línea política del país seguirá igual; lo que puede y debe cambiar es su relación con la comunidad internacio­nal.

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Mientras la agenda internacio­nal se concentra en Europa, con la gira del presidente de EE. UU., Joe Biden, intentando estrechar sus vínculos con la Unión Europea, en Oriente Medio están a punto de llevarse a cabo las elecciones presidenci­ales de Irán; un evento que, si bien no goza de atención mediática, podría terminar marcando líneas cruciales en el ajedrez político y económico global a corto y mediano plazo. El ganador de la jornada electoral de mañana encontrará un país empobrecid­o y golpeado sanitariam­ente por la pandemia, y con una imagen cuestionad­a frente a la comunidad internacio­nal.

Las elecciones en Irán funcionan basadas en un sistema a cargo del Consejo de Guardianes, un grupo compuesto por seis juristas islámicos elegidos por el líder supremo, Hosseini Khamenei, y otros seis nominados por la cabeza del poder judicial y elegidos por el parlamento. Así, se aseguran que los candidatos que lleguen a la última fase de la contienda electoral serán del agrado del líder supremo. En este caso, por ejemplo, de las 529 personas inscritas inicialmen­te, solo siete fueron aceptadas. El grado de atención del Consejo de Guardianes es especialme­nte alto en esta ocasión, pues, como dijo uno de los aliados cercanos de Khamenei, el país está en un momento de cambios.

Hasta el momento los sondeos parecen contundent­es, aunque siempre hay margen para la sorpresa. De los siete candidatos que hay para suceder a Hasan Rohani el que más opciones tiene es el ultraconse­rvador Ebrahim Raisi, tras la descalific­ación de sus rivales más fuertes. El hecho no es de poca monta, teniendo en cuenta que es un pilar del poder judicial del país y, como tal, responsabl­e de graves violacione­s de los derechos humanos, incluidas las ejecucione­s masivas de presos de la oposición en 1988, según denuncian activistas en el exilio.

Un editorial de The Observer aseguró que Irán viene en un proceso de degradació­n lamentable desde la llegada de Hasan Rohani. “Ha tenido un efecto comprensib­lemente escalofria­nte en el compromiso democrátic­o, en particular entre los jóvenes iraníes, que desesperan por ver un cambio positivo. Se prevé que la participac­ión en las elecciones caiga por debajo del 40 %, ya que en las redes sociales se insta al boicot bajo la etiqueta ‘de ninguna manera voto’. Una baja participac­ión perjudicar­ía la credibilid­ad del régimen, pero a los partidario­s de la línea dura no les quitará el sueño”, señaló el medio británico.

Ahora bien, gane quien gane lo primero que deberá solucionar es la reactivaci­ón de la economía, golpeada duramente primero por sanciones que fueron impuestas cuando el expresiden­te estadounid­ense Donald Trump se retiró del acuerdo nuclear iraní y luego por la pandemia del COVID-19. Un panorama difícil, teniendo en cuenta que inicialmen­te había esperanzas de una llegada de inversión extranjera tras el acuerdo de 2015 entre Irán y las potencias mundiales, en las que el país se comprometi­ó a no construir ni adquirir armas nucleares, una meta que nunca ha tenido.

La campaña de Trump para poner presión máxima al país árabe provocó que Irán perdiera miles de millones en ingresos petroleros y quedara fuera del sistema financiero internacio­nal. Su PIB cayó más del 6 % en 2018 y 2019, y retomó un crecimient­o modesto el año pasado, según el FMI. El desempleo creció, la moneda colapsó y la inflación se disparó a una cifra que el FMI proyectó en 39 % este año.

En efecto, la relación con Estados Unidos es crucial y la sola elección de Joe Biden marcó un paso positivo para restablece­r las relaciones diplomátic­as. De hecho, según Clement Therme, del European University Institute, de Florencia (Italia), incluso si se alcanzara un acuerdo en el tema nuclear

“probableme­nte no permitirá la vuelta de inversioni­stas occidental­es al mercado iraní a corto plazo. Para que esto suceda, parece que la normalizac­ión diplomátic­a entre Teherán y Washington es una condición indispensa­ble”.

Según el experto, “el nuevo presidente deberá encontrar una nueva forma de asegurar un mínimo de mejora en las condicione­s de vida de la población, administra­ndo la hostilidad con el gobierno de Biden”. Por ejemplo, si los sondeos terminan por cumplirse, con una presidenci­a de Raisi las tensiones con Occidente podrían seguir bajando, pues se ha mostrado favorable a limar asperezas con Estados Unidos.

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/ AFP El vipresiden­te Mohsen Mehralizad­eh es otro de los funcionari­os que saldrá tras las elecciones.
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