“No podemos ser inferiores a lo que dice la calle”
El exprocurador plantea aglutinar a la ciudadanía alrededor de 10 propuestas básicas en lo social, que reciban apoyo en las urnas y le fijen un mandato obligatorio al próximo Congreso y al próximo gobierno. Se votaría el primer domingo de diciembre.
Insiste en una consulta popular como salida a la crisis social que hoy vive el país, ¿por qué?
Colombia vive hoy un momento constituyente, que son esos momentos de la historia de una sociedad en los que se generan grandes cambios como resultado de las exigencias de los ciudadanos. Y no podemos ser inferiores a lo que dice la calle, a lo que expresa la gente, a lo que las voces de ciudadanos corrientes han venido expresando, en la mayoría de los casos pacíficamente. Hay que pensar en una salida viable, institucional, democrática, que tiene que ser inmediata y producto del liderazgo colectivo. Es un momento que además permite acudir al constituyente primario, pero que de manera alguna implica una asamblea nacional constituyente, porque el contrato social que necesita el país lo logramos hace 30 años. Esta es la hora de los acuerdos, de los pactos, de los consensos -independientemente de lo divididos que estemos- para lograr, mediante el camino específico de una consulta popular, ese paquete de reformas sociales que necesitamos.
¿Y no es muy complicado condensar en una consulta de unas cuantas preguntas todas esas reformas que hoy se reclaman?
Buscar el consenso y la convergencia de tantos intereses es muy difícil. Pero Colombia vive un déficit social estructural que no puede ser combatido con medidas exclusivas de orden público, sino con reformas. Una tarea que hemos hecho es mirar desde una vertiente ideológica hasta la otra y el conocimiento académico. Hemos visto los documentos de la Universidad Nacional, de la Externado, del Minuto de Dios, entre otros, o de centros de pensamiento como Fedesarrollo, y vemos que cuando se le pregunta a la gente cuáles son los problemas esenciales del país, todos coinciden. Aquí hay que pensar en una renta mínima, en reformas a la educación, a la salud, a la justicia, en una reforma rural o agraria, y en los temas de diversidad, que son fundamentales. Se pueden identificar de ocho a diez temas y someterlos a consulta ciudadana. Que la gente se exprese a través de las urnas.
¿Y por qué no un plebiscito, un referendo o una asamblea nacional constituyente?
Primero, porque no tenemos tiempo. La ventaja que tiene la consulta popular es que se trata de un mecanismo flexible, ágil, abierto. Hemos identificado ese mecanismo y tenemos ya todo un grupo de constitucionalistas detrás, listos a defender la idea y a demostrar que es el momento que este descontento de las calles se pueda encauzar y canalizar hacia las reformas que necesita Colombia.
Se ha avanzado, ¿qué faltaría para hacer realidad esa propuesta?
Se necesita que sea de la ciudadanía y de la sociedad civil, que la idea eche raíces en la gente. Esto no es de los partidos políticos, ni se pretende interferir en la campaña electoral, por lo que debe gestarse en los próximos meses, antes de que llegue 2022 y comience la campaña electoral. Vamos a entrar en un año electoral, sobran candidatos presidenciales, y lo quiero subrayar porque esto no es plataforma de ninguna candidatura. El que crea que se va a subir para sacar provecho está equivocado.
¿Por qué dice que sobran
candidatos presidenciales?
Sobran candidatos y faltan ideas de unión, de convergencia, de rechazo a la violencia como método para solucionar los problemas, de necesidad de recuperar las instituciones. El objetivo es aglutinar a la ciudadanía alrededor de diez propuestas básicas en lo social, lograr llegar a una consulta popular, pasar el umbral y fijarle un mandato obligatorio al próximo Congreso y al próximo gobierno para que haga las reformas que no se han hecho en los últimos 30 años, porque lo que pasó después de que terminó la Constituyente del 91 es que vinieron una serie de contrarreformas protagonizadas por la clase política tradicional. Le pusieron un freno de mano, siendo la del 91 una Constitución progresista. Su desarrollo ha sido obstaculizado por muchos sectores y por los personeros de esa clase política tradicional, que no soportó la carga social de la Carta Magna y comenzaron a retrocederla en sus propósitos. Ahora
es el momento de dar ese paso hacia delante, de vincular a los jóvenes que están en la protesta y decirles que de aquí hacia el futuro lo que hay que hacer son las reformas sociales que se requieren con urgencia. Ojalá, si el calendario nos da, el primer domingo de diciembre se puede votar esta consulta popular y lleguemos a las elecciones de 2022 con unos acuerdos básicos sobre lo que debe ser la Colombia de las próximas décadas.
Precisamente, en un país tan polarizado y a las puertas de la campaña electoral, ¿cómo blindar este proceso?
Es curioso, pero hoy todos los candidatos hablan de lograr grandes acuerdos nacionales y nadie dice cuál es el camino para llegar a ellos. Esta es una propuesta que marca un camino clarísimo y que podrá salir adelante si logramos que la ciudadanía la adopte y se comprometa con entusiasmo a sacarla adelante. Incluso puede ayudar a aplacar los ánimos de las calles, porque los problemas sociales de Colombia siguen efervesciendo, no terminaron solo porque el Comité del Paro dijo no más marchas. No podemos esperar que arranque la campaña y que bajen los mesías y los caudillos a decirnos cuál es el camino que necesita Colombia, cuando lo que necesitamos es una buena idea, un punto de convergencia y una propuesta sólida que una al país.
¿El Gobierno Nacional que pitos toca en esta propuesta?
Pues ojalá se sumara, pero esto tiene que ser de la ciudadanía, de la sociedad civil actuando.
Desde que era procurador hay quienes dicen que su intención es la de una candidatura en 2022, ¿no es esta una plataforma hacia ello?
Absolutamente, no. Sería insensato e irresponsable, porque al fin y al cabo no voy a ser el dueño de este movimiento ciudadano. Esto va a estar en manos de los estudiantes. Sería muy torpe, no estoy en eso. Quien tenga ideas para unir al país tiene que liberarse de esas aspiraciones personales y de esas vanidades, que son temporales. Cualquier candidatura lo que hace es viciar esta idea y matarla.
‘‘No
podemos esperar que arranque la campaña y que bajen los mesías y los caudillos a decirnos cuál es el camino que necesita Colombia”.