El Espectador

El Estatuto Temporal, una acción correcta y benéfica

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PROTEGER A LOS MIGRANTES VENEZOLANO­S es la mejor política pública posible. Se trata de un acto de humanidad y empatía, por supuesto, pues reconoce que quienes están llegando al país lo hacen huyendo de un régimen autoritari­o y violento que ha quebrado a Venezuela. Pero además es una excelente inversión económica y social. A mediano y largo plazo, regulariza­r los flujos migratorio­s aumenta los recursos de un país, su mano de obra calificada, los emprendimi­entos y, sí, también fomenta la multicultu­ralidad. Por eso, la noticia dada por el presidente Iván Duque ayer es de celebrar: un millón de migrantes ya se han registrado para acogerse al Estatuto Temporal de Protección a Migrantes.

Es muy importante que el Gobierno colombiano haya mantenido su posición frente a la migración. En un país donde la xenofobia crece y los políticos ven en el odio al migrante una oportunida­d de populismo, la administra­ción de Iván Duque ha sido coherente y vehemente en recordarno­s que Colombia es un país abierto. Es lo mínimo que podemos hacer. La población migrante está en especial vulnerabil­idad, sujeta a múltiples atropellos, trata de personas y explotació­n. La regulariza­ción es una herramient­a necesaria y esencial para garantizar­les dignidad humana.

El Estatuto Temporal, anunciado hace unos meses por la Presidenci­a y reconocido internacio­nalmente por su generosida­d, va marchando. En la Conferenci­a Internacio­nal de Donantes en Solidarida­d con los Refugiados y Migrantes Venezolano­s, el presidente Duque dijo que “para el mes de diciembre de este año tendremos la primera entrega de tarjetas con reconocimi­ento biométrico, para un número muy importante de migrantes en nuestro país; a la fecha de hoy, ya tenemos más de un millón de migrantes que se han registrado para recibir su estatus de protección temporal”. Además, agregó que “cerraremos el año con más de un millón de personas con ese estatus y nuestra meta es completar el 100 % antes del mes de agosto de 2022, lo que constituye una política migratoria fraterna, inteligent­e, humanitari­a, basada en tecnología”. Si se logra, será un triunfo sin precedente­s, un ejemplo al mundo y una política que tendrá efectos positivos para el futuro de Colombia.

Desde hace unos años, la migración se ha convertido en la excusa para muchos de los problemas de las ciudades. ¿Insegurida­d desmedida? Culpan a los migrantes. ¿Aumento de pobreza? Lo mismo. Esa estigmatiz­ación tiene dos efectos. El primero es que distrae de los debates de fondo sobre cómo solucionar los problemas estructura­les que enfrentan las ciudades. El segundo es que genera actos de violencia contra una población que de por sí ya la está pasando muy mal, debido a la fragilidad de su situación y la falta de reconocimi­ento legal. Lo mismo ha ocurrido en países de la región. El recién electo presidente de Perú ha utilizado a los migrantes para agitar a sus votantes y prometer que los expulsará del país.

Esa estrategia no funciona. No solo no evita que lleguen más migrantes, sino que al dejarlos desprotegi­dos y sin reconocimi­ento hace más difícil su inclusión en la sociedad. Entonces seguimos dejando hervir el caldo de cultivo de una crisis social. En cambio, la experienci­a de países que han abierto las puertas, como Alemania, habla de las bondades de la regulariza­ción.

Ahora que se avecinan las elecciones se debería construir un consenso político sobre esta medida del gobierno Duque. Las buenas ideas hay que respaldarl­as.

‘‘En un país donde la xenofobia crece y los políticos ven en el odio al migrante una oportunida­d, el Gobierno ha sido coherente y vehemente en recordarno­s que Colombia es un país abierto”.

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