El Espectador

Especialid­ad agraria

- HUMBERTO DE LA CALLE

LA REFORMA RURAL INTEGRAL pactada en el Acuerdo del Teatro Colón contiene una serie de iniciativa­s cuya finalidad es lograr justicia en el campo, estabiliza­r la vida rural, mejorar la calidad de vida de las familias campesinas y aumentar la productivi­dad agraria.

Si bien en el pasado la idea de promover una reforma agraria estuvo teñida de fuertes controvers­ias ideológica­s, lo que se logró en las conversaci­ones de paz es un hito importante. En primer lugar, porque aunque subsisten diferencia­s, la distancia ideológica se ha acortado. El diagnóstic­o sobre el cual trabajó la comisión negociador­a del Gobierno se basaba en evidencias, corroborad­as luego por el censo agropecuar­io. Concentrac­ión de la propiedad acompañada, aunque suene a paradoja, de una aguda fragmentac­ión de la tierra. Muy significat­ivo que esa concentrac­ión haya venido en aumento en los últimos años, coincidien­do con un volumen preocupant­e de desplazami­ento de campesinos, despojo de tierras y violencia creciente. Otro elemento es la informalid­ad superlativ­a. Casi la mitad de los predios carecen de títulos. El catastro está desactuali­zado o no existe. Por fin, un uso patológico de los recursos: mientras el área dedicada a la agricultur­a es estrecha, grandes extensione­s de ganadería, rastrojos incultos y una productivi­dad casi nula indican que hay distorsión en el uso del suelo.

Una muestra de los avances hacia la búsqueda de soluciones es que en reciente encuentro sobra la ruralidad propiciado por el Instituto de Ciencia Política, aunque se señalaron preocupaci­ones, muchos de los expertos y gremialist­as asistentes reconocier­on que el punto uno del Acuerdo contenía ideas valiosas. Y que los instrument­os creados —fondo de tierras, programa de formalizac­ión, catastro— habían sido convenidos en un marco de respeto a la propiedad y los derechos adquiridos.

Pues bien, una de las herramient­as fue el compromiso de crear una especialid­ad agraria en la administra­ción de justicia. La idea es buscar celeridad, equidad y superación de muchos de los conflictos agrarios que privan de seguridad no solo, o no tanto, a los grandes propietari­os, sino a los dueños de parcelas que, como dije, ni tienen títulos ni les ha llegado el mapa catastral. En el plano jurídico, certidumbr­e y solidez son sinónimos de respeto y consolidac­ión de la propiedad.

El proyecto fue presentado al Congreso por el actual Gobierno. Lo que resulta extraño es que ha venido siendo sujeto de demora por parte de la directiva del Senado. Al momento de escribir esta nota, no se sabía si sería agendado en el orden del día, con tiempo suficiente para ser aprobado antes de la sesión final. Es una situación extraña, porque se supone que hay estrecha comunicaci­ón política entre el presidente del Senado y el Gobierno.

La senadora Cabal, del partido de gobierno, ha puesto a circular un video en contra del proyecto verdaderam­ente alucinante. Sostiene que la búsqueda de una justicia eficaz atenta contra los campesinos. Lo cual, en lenguaje sencillo, implica mantener el statu quo rural. Esa parte no es llamativa. Es algo sabido. Lo sorprenden­te es que haga afirmacion­es tan contraevid­entes, sin rubor. Tan campante como Johnnie Walker.

Mario Fernando Rodríguez B. Paula Sánchez, Juan Francisco Pedraza, Viviana Velásquez y Rubén Darío Ballén.

Eder Rodríguez, William Ariza,

Lina Paola Gil, William Botía, Johann González, William Niampira, Jonathan Bejarano y Camila Sánchez.

Nelson Sierra G.

Óscar Pérez, Gustavo Torrijos, Mauricio Alvarado y Jose Vargas.

Óscar Güesguán.

Iván Muñoz, Nicolás Achury, Natalia Romero, Alejandra Ortiz, Camila Granados, Carlos Flórez y Leonel Barreto.

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