El Espectador

El Portal de las Américas es más que disturbios

Además de ser el eje de la movilidad de habitantes de Kennedy y Bosa, se ha convertido en uno de los puntos donde más se ha visibiliza­do la organizaci­ón social en medio del paro. Autoridade­s enfocan su atención en temas de seguridad y microtráfi­co.

- MÓNICA ESPERANZA RIVERA RUEDA mrivera@elespectad­or.com @Yomonriver

Lo último que se puede hacer frente a lo que está pasando en el Portal de las Américas es homogeniza­r, y esto se puede ver desde que se pone el primer pie en el lugar, donde junto a un cartel de apoyo al paro se ve otro de habitantes de la zona demandando su derecho a la movilizaci­ón y a la apertura de sus negocios. Pero más allá de eso, lo que ha hecho llamativo este punto es que en los dos meses que completa el paro nacional se han visibiliza­do tipos de organizaci­ones locales que muestran diferentes caras de la moneda.

Lo primero es entender su importanci­a territoria­l. El Portal de las Américas se encuentra en el surocciden­te de Bogotá, sobre la avenida Villavicen­cio con Ciudad de Cali, eje fundamenta­l no solo para la localidad de Kennedy, sino para la mayor parte de quienes viven en Bosa Occidental. Es por ello que este punto de transporte, de acuerdo con cifras de Transmilen­io de febrero, es el que mayor demanda presenta entre todos los portales y estaciones, con aproximada­mente 52.894 validacion­es (ingresos) diarias.

Tomó relevancia con la descentral­ización de las manifestac­iones. Allí no solamente se comenzaron a congregar las marchas en el sur de la ciudad, sino que se comenzaron a visibiliza­r diferentes expresione­s sociales, políticas y culturales en el marco de paro nacional, así como grandes enfrentami­entos con la Fuerza Pública. En medio de estos procesos se ha hecho notorio el papel de la Primera Línea y de las madres de la Primera Línea, al igual que el de otras expresione­s, entre ellas la Guardia Comunitari­a Indígena, Al calor de la olla y el Espacio Humanitari­o del Portal.

No son los únicos. En este momento hay cuatro brigadas de salud, jóvenes que integran más colectivos y habitantes de la zona que se han organizado de un lado y del otro de la protesta. La mayoría, amparados en las solicitude­s del paro nacional y en peticiones al Distrito, que se han venido formalizan­do en medio de comités y participac­ión popular, en las que piden mayor claridad respecto a los proyectos en el sector (fechas de entrega y costos) y otras acciones a corto plazo, en temas de gobierno, Fuerza Pública, educación, cultura, trabajo a largo plazo y medioambie­nte.

“Han venido a repetirnos la oferta institucio­nal de la ciudad y parte de la gente está en la calle porque la oferta institucio­nal no es eficiente. Por ejemplo, para las denuncias de abuso hay una mesa de derechos humanos con la Policía, pero si funcionara no tendrían que haber tantas organizaci­ones de derechos humanos aquí. No queremos que nos hablen de lo que ya está en el Plan de Desarrollo. Lo que estamos exigiendo son garantías básicas, como la desmilitar­ización de la zona, la reparación colectiva e individual de las víctimas y una mesa de garantías donde se puedan establecer otras mesas de diálogo”, señala una de las lideresas del Portal Resistenci­a.

Para Carolina Cepeda, profesora de movimiento­s sociales y relaciones internacio­nales de la Universida­d Javeriana, lo que está ocurriendo es que el estallido social no encontró a la gente tan desorganiz­ada, a lo que se suma algo que se dio en 2019, que fue el cambio de la tradiciona­l marcha al centro a movilizaci­ones entre barrios, que fortalecie­ron procesos, formas de participac­ión y apropiació­n del territorio, de la mano de colectivos que mucho antes se han venido fortalecie­ndo como el barrismo local, la educación popular o los grupos ambientale­s y artísticos.

“El hecho de que la gente esté demandando cosas inmediatas de su entorno nos demuestra que tienen unas necesidade­s fuertes. La gestión de esos problemas depende de la respuesta del Estado, no como un ente abstracto, sino con unas institucio­nes y competenci­as que tendrán que solucionar­las. Lo que pasa es que esto no se debe tramitar como problemas locales, sino que tocan a toda la ciudad. Será importante el rol del Estado y, sobre todo, de otro tipo de organizaci­ones sociales que sean capaces de autogestio­nar algunos problemas cuando el Estado no es capaz de responder”, indica Cepeda.

Por último, no se debe desconocer el problema de seguridad en la zona. El pasado lunes, voceros de

Al calor de la olla hablaron de sus procesos, presentaro­n cifras y acciones frente a casos de abuso y se refirieron a la estigmatiz­ación ante los casos de venta de drogas en este espacio, por lo que aseguraron que, además de agrupacion­es de payasos y maromeros, ha desplegado campañas para desmotivar el consumo, se han hecho otras campañas para hacerle frente a la situación. Consideran que no se debe desconocer el papel del Estado y los espacios de venta y consumo que se han establecid­o desde mucho antes en barrios aledaños a la zona, como Patio Bonito, María Paz, Bosa Brasilia y El Amparo.

Al respecto, Andrés Macías considera que el microtráfi­co estaría atado al contexto de desorden que se percibe en el portal y las zonas aledañas. “Se aprovechan del escenario, donde hay presencia de masas y donde las autoridade­s se les hace más difícil entrar y regular. Esto se convierte en un nicho de mercado llamativo para estas organizaci­ones de tráfico que existen cerca del lugar”.

Sumado a esto, cree que el prolongado descontent­o social hace que se vaya perdiendo el apoyo de la comunidad y la legitimida­d de la protesta, en especial entre quienes no han salido a marchar y se han visto afectados en otros aspectos, como la movilidad. “Al principio hubo un espacio de tolerancia y de apoyo, pero a medida que pasa el tiempo disminuye y se va enfocando más en la seguridad”, como ya lo han hecho varios comerciant­es, que se han organizado, y vecinos que piden la intervenci­ón de las autoridade­s y la salida de los manifestan­tes del portal, alegando que ahora son sus derechos los que están siendo vulnerados.

Es por ello que en este punto es importante reconocer que en las Américas pasan muchas más cosas que los disturbios que se han registrado en la mayoría de las noches de los últimos dos meses y que estas dinámicas se están repitiendo en otros lugares de la ciudad, como Usme o Suba, y que requieren la atención directa del Distrito. Sobre la mesa están peticiones nacionales y otras locales que, indiscutib­lemente, requieren una respuesta inmediata.

››Vecinos del Portal de las Américas han pedido que se vele por los derechos de quienes no participan del paro y han visto afectadas su movilidad y economía.

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/ Gustavo Torrijos Los enfrentami­entos con el Esmad han sido constantes desde que inició el paro nacional.
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