El Espectador

Fuera de control

El flujo de migrantes por la selva que divide a Colombia y Panamá no se detiene. Un fenómeno que sigue preocupand­o a las autoridade­s de ambas naciones, cuya dimensión no se conoce, pues no existe un registro oficial.

- MARÍA CAMILA RAMÍREZ mramirez@elespectad­or.com @MCamilaRam­irezC

Crece la preocupaci­ón por los flujos migratorio­s entre Colombia y Panamá. Migración Colombia dice que 13.000 personas pasaron al vecino país en lo corrido de 2021, pero otras versiones hablan de que son más. Acnur advierte que el Darién es clave para el paso de asiáticos y africanos hacia EE. UU. y que es muy difícil establecer en qué casos hay trata de personas.

La región del Darién es una zona selvática, ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá, que se ha convertido en un paso obligatori­o para los migrantes que recorren el continente con el fin de llegar a Estados Unidos. Según el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Juan Manuel Pino, hasta principios de junio de 2021 habían transitado 17.000 migrantes por el vecino país. “El Darién es una selva muy dura, muy espesa, también por la crecida de los ríos. Unas doce personas, migrantes, han perdido la vida”, dijo Pino.

Se trata de un tránsito migratorio complejo, al que acuden personas de diferentes continente­s y nacionalid­ades, que, si bien ha existido desde hace décadas, empezó a cobrar visibilida­d en los últimos años, porque se han registrado varios casos de naufragios con migrantes en aguas cercanas a municipios como Necoclí (Antioquia), Acandí y Capurganá (Chocó).

Para entender este fenómeno en el territorio colombiano, El Espectador entrevistó a César Mesa, jefe de la oficina de terreno del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiado (ACNUR) en Apartadó, municipio del Urabá antioqueño.

¿Cuándo comenzó la migración a través de la frontera entre Colombia y Panamá?

El fenómeno es histórico. Ha estado durante décadas en la región, por ser una frontera muy porosa que ha servido para el paso de personas, pero también para una cantidad de acciones de economías ilícitas. Sin embargo, más o menos desde 2013 comenzó a ser un poco más visible, inicialmen­te por la llegada de personas de otros continente­s que eran detenidos por las fuerzas públicas en las carreteras y puestos a disposició­n de Migración Colombia para su deportació­n. El hito de visibiliza­ción ocurrió entre 2014 y 2015, con el represamie­nto de unos 4.000 cubanos en el municipio de Turbo. Este es un fenómeno con sus altas y bajas, pero con un flujo continuo de personas de diferentes nacionalid­ades de acuerdo al momento, tiempo y otros factores que los hace emigrar a Estados Unidos.

¿Cuáles son los retos en Colombia para la atención de este fenómeno migratorio?

Este es un fenómeno nuevo de visibilida­d en Colombia y en cuanto a llamar la atención del Estado, pese a que es histórico. Debe haber más desarrollo de políticas públicas que permitan tener claridad sobre su atención y la responsabi­lidad de los entes territoria­les, como alcaldías y gobernacio­nes. La limitante sigue siendo presupuest­al y para las administra­ciones municipale­s también es un reto la complement­aria de la concurrenc­ia por parte del Gobierno Nacional. Todavía falta mucho para mejorar la garantía del cumplimien­to de derechos humanos de estas personas. Es muy importante que esto se comprenda como un fenómeno regional y que los países involucrad­os puedan tener espacios para discutirlo y tomar decisiones conjuntas. Además de crear instancias para hacerle seguimient­o al fenómeno migratorio en la región y al interior de Colombia. También nos preocupa que el rango de salida se va ampliando y cada vez va a ser mucho más complejo el control y aumenta el riesgo de naufragios.

¿Detrás de esto también hay un fenómeno de trata de personas?

Ese es otro inconvenie­nte: la imposibili­dad para diferencia­r quiénes van en red de trata y quiénes no. No hay sistema de caracteriz­ación. Constantem­ente vemos niños o niñas en estos movimiento­s, pero a veces es complicado determinar si van con algún acudiente o si están en una cadena de trata y tráfico. Es un fenómeno bastante complejo que tiene que ver con la trata y el tráfico, pero no se puede reducir solo a eso.

¿Qué se espera de esta migración y cómo se puede contener?

El flujo no va a terminar, los movimiento­s migratorio­s mixtos van a continuar y esto es un fenómeno regional. Las políticas públicas pueden ayudar a que el tránsito sea ordenado, seguro y en cumplimien­to de la garantía de derechos humanos para todos. Las personas van a buscar llegar a Estados Unidos. Yo no creo que pueda haber una acción en el país expulsor que evite que la gente no se vaya. Esto continuará. Se deben realizar acciones para que tenga el menor impacto para los territorio­s. Hoy puede puntuar Haití, pero mañana puede ser otro país. Muy segurament­e se transforma­rá según el contexto, pero que no creo que se pueda limitar. No va a parar, creo que a medida que pase el tiempo aumentará.

¿Qué efecto tuvo la contingenc­ia de la pandemia en este fenómeno migratorio?

El año pasado, por el cierre de fronteras estricto entre Colombia y Panamá, varios grupos de migrantes se vieron obligados a quedarse represados en Pasto y Necoclí. Estos represamie­ntos generaron situacione­s humanitari­as para esas personas que estaban allí, eran de nacionalid­ad haitiana, algunos cubanos y africanos en menor medida. Esto representó un reto enorme para la atención de las administra­ciones municipale­s, ya que en la mayoría de estos municipios, sobre todo en la región del Urabá o fronterizo­s con Panamá, cualquier represamie­nto genera una carga para el presupuest­o. No tienen recursos para atender las necesidade­s humanitari­as y no hay una política pública al respecto. Por eso decidieron empezar a hacer puentes humanitari­os desde Necoclí hasta Capurganá y Acandí, que son frontera con Panamá para que de este modo el flujo pudiera continuar, aunque la emergencia por el COVID-19 hizo que fuera discontinu­o por los represamie­ntos.

¿Cuántas personas han cruzado la frontera este año?

Según datos de Migración, desde el 1° de enero de este año hasta el 15 de junio, se han reportado aproximada­mente 13.100 personas que han pasado entre Colombia y Panamá. Uno de los vacíos para garantizar la respuesta frente a los derechos humanos es que no existe un registro oficial ni un mecanismo que permitan saber la magnitud del fenómeno y su caracteriz­a

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/ AP Desde la Acnur señalan que los movimiento­s migratorio­s mixtos continuará­n y que se trata de un fenómeno regional.
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/ AP Entre enero y el 15 de junio de este año se han reportado unas 13.100 personas que han pasado entre Colombia y Panamá.

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