El Espectador

Saber sobre plantas medicinale­s, en vilo

Del 73 % al 91 % de los saberes relacionad­o con plantas y sus propiedade­s farmacológ­icas son lingüístic­amente únicos y podrían desaparece­r con la degradació­n de las lenguas indígenas.

- JULIANA JAIMES jjaimes@elespectad­or.com @julsjaimes

Gran parte del conocimien­to sobre plantas medicinale­s lo preservan los indígenas. Sin embargo, hoy ese saber podría desaparece­r con la degradació­n de las lenguas indígenas.

Cuando a Uldarico Matapí le preguntan por la medicina tradiciona­l que aprendió en el Mirití Paraná, al norte del Amazonas, lo primero que dice es que “no es fácil explicar”. Es una respuesta cortante que, luego de un silencio, se transforma en el recuerdo de sus años de entrenamie­nto, en las horas que estuvo dentro del bosque y los ayunos a los que tuvo que someterse. Es el último chamán que le queda a la etnia matapí. Tras hablar de cómo aprendió a identifica­r la ubicación y posición exacta de las plantas medicinale­s que ha usado durante 62 años, advierte que ese conocimien­to podría estar a punto de desaparece­r.

La historia de Uldarico Matapí no es única. Es más frecuente de lo que se cree, como sugiere un estudio publicado en la revista científica PNAS dirigido por Rodrigo Cámara y Jordi Bascompte, del departamen­to de Biología Evolutiva y Estudios Ambientale­s de la Universida­d de Zúrich. Ellos indagaron por la relación entre la medicina tradiciona­l y el conocimien­to único que se encuentra en las comunidade­s indígenas.

Para hacerlo, reunieron informació­n de plantas medicinale­s en bases de datos ya existentes. En total, lograron cruzar 3.597 especies de plantas que se asociaron a 12.495 usos curativos que solo se conocen en 236 lenguas indígenas.

Los investigad­ores, enfocados en Norteaméri­ca, Nueva Guinea y la Amazonia, encontraro­n que del 73 % al 91 % de los saberes relacionad­os con plantas y sus propiedade­s ha pasado por ensayos clínicos.

Según Cámara, la situación tendría una primera solución y, por consiguien­te, un reto: reforzar la investigac­ión y documentac­ión del trabajo que durante siglos han hecho las comunidade­s indígenas. “Son resultados que preocupan, porque generalmen­te la informació­n ha sido transcrita a libros, pero en el caso de la mayor parte de las lenguas amenazadas del mundo no se cuenta con estudios bibliográf­icos ni documentac­ión y su conocimien­to no está registrado. Por eso es preciso impulsar la investigac­ión”, dijo a El Espectador.

La preocupaci­ón por la pérdida de conocimien­to de lenguajes únicos no solo ha sido explorada por algunos sectores de la academia. Ana Lucía Jamioy, indígena kamesa del Putumayo que también trabaja con la documentac­ión del conocimien­to de su cultura, es consciente de los saberes que se podrían perder. “La relación entre la lengua y la medicina tradiciona­l está dada en el conocimien­to desde la cosmovisió­n indígena y además hay muchas plantas cuyo nombre en español no se conoce; nosotros lo conocemos desde la lengua propia, pero aún no hay una traducción”, explica.

Según la investigac­ión realizada por Cámara y Bascompte, la falta de documentac­ión de la medicina tradiciona­l no es el único problema que enfrentan estos conocimien­tos. El cambio climático y la extinción de cientos de especies son otros de los problemas que también la amenazan. Cámara explica que las lenguas en peligro y las plantas que han comenzado a desaparece­r están fuertement­e ligadas. “Es algo a lo que no debemos restarle valor si se tiene en cuenta que casi el 15 % de la biodiversi­dad también está en peligro”, agrega.

Uldarico Matapí cuenta que los daños del cambio climático ya son evidentes en su comunidad en el Amazonas. “Estamos atravesand­o un momento muy difícil debido a la deforestac­ión. La ribera del Mirití, por ejemplo, ya no es virgen y no es un bosque primario; por eso la calidad de las plantas que allí están tampoco es la misma, no tienen las mismas propiedade­s”, agrega. Para él, la relación es clara y debe ir articulada: “Destruir el bosque es extinguir el conocimien­to”.

El debate con la medicina tradiciona­l está minado por cientos de argumentos a favor y en contra. Sin embargo, como cuenta Uldarico, los indígenas han desarrolla­do sistemas complejos de identifica­ción de las plantas medicinale­s que, bajo la lupa de los procesos científico­s, podrían tener hallazgos interesant­es. “Las plantas se estudian de acuerdo a la topología del territorio y la variedad del suelo. Todas tienen sus épocas específica­s y hay que entender cómo estás están asociada con la energía de la naturaleza en esos momentos”, agrega el indígena.

Por su parte, Cámara dice: “El balance no es que un sistema sea mejor que otro. Seguro hay cosas que un sistema pueda hacer más eficientem­ente; pero lo bonito sería pensar un equilibrio entre los dos y entender que lo biológico y lo cultural pueden ir de la mano”.

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/ Cortesía Los investigad­ores cruzaron 3.597 especies de plantas que se asociaron a 12.495 usos curativos que solo se conocen en 236 lenguas indígenas.
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