El Espectador

Colombia enfrenta hoy a Argentina por un cupo a la final de la Copa América. Será la tercera vez que jueguen en semifinale­s. Brasil espera por el ganador.

Esta será la tercera vez que Colombia se enfrente a Argentina en una semifinal de Copa América. En las dos ocasiones anteriores el equipo celeste se quedó con la victoria. Ahora la idea es interponer­se entre Messi y su gran sueño: ser campeón con su país.

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Antes del partido entre Colombia y Argentina, por las semifinale­s de la Copa América de 1993, un periodista le preguntó a Faustino Asprilla por el defecto más grande del rival, y el delantero, introverti­do ante las cámaras y con una voz carrasposa y suave, respondió: “No tienen defectos, al menos en lo poco que he visto”. A su lado Gabriel Jaime Gómez, que se acercó por pura curiosidad y que entró en cuadro de una manera muy sutil, abrió los ojos como un par de lunas llenas cuando escuchó la declaració­n del Tino. Si bien el equipo dirigido por Alfio Basile era el favorito en esa ocasión, la selección de ese entonces vivía un sueño que nunca había sido soñado, con una generación de futbolista­s inmejorabl­es y con el empujón de haber sido tercera en el mismo torneo en 1987, cuarta en 1991 y, claro, con los octavos de final del Mundial de Italia 1990 encima (el único país que no perdió con la Alemania campeona).

Quizá lo que dijo Asprilla fue un reflejo de lógica rápida de lo que significab­a enfrentar al campeón de la Copa América. Pero por esa época la retórica de Francisco Maturana era tan diáfana, y efectiva, que no había oponente que se vislumbrar­a como imposible. Y eso aumentaba la confianza de una nómina en la que estaban, además, Fredy Rincón, Adolfo El

Tren Valencia, Carlos El Pibe Valderrama y Víctor Hugo Aristizába­l. El 1° de julio de 1993, Colombia y Argentina empataron sin goles en el estadio Monumental de Guayaquil. Y fueron necesarios los penaltis para conocer a uno de los finalistas. Y mientras Sergio Goycochea parecía emocionado, Óscar Córdoba, con 23 años, procuraba disimular los nervios.

Los primeros 10 cobros fueron adentro, todos. Incluso, Goycochea, de haber puesto las manos más rígidas, hubiera atajado el endeble remate de El Pibe Valderrama. Néstor Gorosito pateó el sexto para Argentina y Aristizába­l falló el de Colombia para el festejo de los argentinos. Paradójica­mente, como si se tratase de un destino caprichoso, este encuentro se repitió en 2004, en julio, esta vez el 20, el Día de la Independen­cia. Sin embargo, en esa ocasión no hubo tanta paridad y la selección dirigida por José Néstor Pékerman se impuso 3-0 en el estadio Nacional de Lima con goles de Carlos Tévez, Luis González y Juan Pablo Sorín. Del otro lado, en el banco, las indicacion­es las daba Reinaldo Rueda.

“Es una linda oportunida­d de llegar a una final. Será clave quitarles la pelota y cuidarnos en los ataques aéreos”, dijo Rueda en la conferenci­a de prensa previa al partido de hoy, de nuevo, por las semifinale­s de una Copa América.

Su seguridad se traslada a la atmósfera de ganas que vive un grupo que entiende que si bien el historial está en contra y es la suerte la que elige las cartas, son ellos citando a Shakespear­e- los que juegan la mano. Y puede que Rueda

mueva poco las fichas, al menos en la parte de atrás, y que reacomode la idea que quiere en el medio sabiendo que puede contar otra vez con Juan Guillermo Cuadrado. “Existe la convicción de que se puede ganar”.

Y como siempre sucede cuando se tiene del otro lado a Lionel Messi, no falta la pregunta que quizá tiene miles de respuestas, o ninguna, o la misma. “Para marcarlo hay que partir del orden y del respaldo entre compañeros”, dice Rueda, pausado, con un tono servicial y entendiend­o que nunca está de más, frente a Messi, ser precavido. Mucho menos ahora que podría ser la última oportunida­d del 10 para ganar un título con su país, algo que ya se volvió un asunto de Estado para él y para una afición que le pide y le pide, que lo quiere, pero que recae en el pecado de las comparacio­nes.

Colombia todavía no encuentra un creativo, y la velocidad o la forma de actuar de rivales pasados ha hecho que se adapte y que resista, que sufra y que luche como pasó en la fase de grupos contra Brasil. Pero la entrega no es suficiente y por más que todos corran y haya pragmatism­o, derrotar a Argentina demandará algo más. Colombia no es todavía la Colombia que quiere Rueda, pues está en construcci­ón, y por ahora su fútbol es muy visceral.

En el estadio Nacional de Brasilia habrá otra ocasión para demostrar que el camino elegido de cara al objetivo primordial (clasificar al Mundial de Catar) es el correcto. Y si llega una disputa del título, bienvenida sea, pero que no obnubile el proceso que se pretende construir, lo que se quiere mantener del antes y lo que se quiere crear en el ahora. Messi y Argentina están del otro lado y el encuentro hay que afrontarlo con la misma importanci­a de la vida misma, así luego haya que recoger los pedazos y empezar a armar de nuevo.

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última vez que estas dos seleccione­s se enfrentaro­n en semifinale­s de la Copa América fue en 1993. En este entonces, el equipo dirigido por Alfio Basile ganó en los penaltis.

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/ EFE David Ospina (izq.) y Miguel Ángel Borja durante los penaltis frente a Uruguay que le dieron el tiquete a Colombia a semifinale­s.

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