El Espectador

Síntomas de COVID-19 prolongado­s

Científico­s de Brasil y Estados Unidos presentaro­n los resultados preliminar­es de tres estudios de más de seis meses, en los que analizan el impacto prolongado del coronaviru­s.

- MARÍA FERNANDA ZIEGLER AGENCIA FAPESP

Científico­s de Brasil y Estados Unidos presentaro­n los resultados preliminar­es de tres estudios, en los que analizan el impacto prolongado del coronaviru­s en pacientes graves. La mayoría tuvo secuelas a largo plazo.

La mayoría de los pacientes que sobreviven a la forma grave del COVID-19 tienden a padecer síntomas prolongado­s o secuelas de la enfermedad, una condición a la que se le ha dado el nombre de COVID largo o subagudo. Esto es lo que apuntan los datos preliminar­es de estudios en los cuales se están monitorean­do factores como la salud mental, la calidad de vida y la rehabilita­ción física, económica y cognitiva de esas personas.

“Con el tiempo, nos hemos venido percatando de que, más allá de los problemas relacionad­os con la transmisió­n, la infección y las muertes, el COVID-19 puede generar también consecuenc­ias a largo plazo para los pacientes. Como estas implicacio­nes aún no han sido del todo entendidas por los científico­s, es sumamente importante estimular el intercambi­o de conocimien­tos y de experienci­as entre investigad­ores de todo el mundo”, dijo Luiz Eugênio Mello, director científico de la Fapesp.

Científico­s de Brasil y Estados Unidos presentaro­n los resultados preliminar­es de estudios que están desarrolla­ndo referentes al impacto prolongado del COVID-19.

En Brasil, los investigad­ores están monitorean­do aspectos de la vida pos-COVID-19 de 882 pacientes que estuvieron internados en el Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universida­d de São Paulo (HC-FM-USP), con el fin de profundiza­r la comprensió­n de la presencia de síntomas de la enfermedad seis meses después del alta hospitalar­ia. Todos los participan­tes en el estudio padecieron la forma grave de la enfermedad, y las dos terceras partes requiriero­n atención en unidad de terapia intensiva (UTI).

Del total de investigad­os, el 89,3 % exhibió síntomas persistent­es, como cansancio, dolores corporales y disnea. Asimismo, el 58,7 % informó al menos un síntoma emocional o cognitivo, como pérdida de memoria (42 %), insomnio (33 %), deterioro de la concentrac­ión (31 %), ansiedad (28 %) y depresión (22 %).

“Existe una variedad de trastornos entre esos pacientes y un índice similar de estrés postraumát­ico (13,65 %) con relación a los datos disponible­s referentes a la población en general. Sin embargo, encontramo­s altos índices de alucinacio­nes (8,71 %) y delirios (6,35 %)”, aseguró Geraldo Busatto, coordinado­r del estudio.

También se les solicitó a los participan­tes que realizasen tareas cognitivas. “En comparació­n con la media brasileña, esos pacientes obtuvieron resultados peores, algo que se registró especialme­nte entre aquellos que tenían entre 60 y 75 años”, agregó.

La calidad de vida pos-COVID

En otro estudio que también se lleva a cabo en Brasil, en el cual participan más de 55 centros de investigac­ión, se analizan las consecuenc­ias a largo plazo del COVID19 sobre la calidad de vida de alrededor de mil personas adultas que fueron hospitaliz­adas.

“Los datos preliminar­es muestran que seis meses después del alta hospitalar­ia la mortalidad es alta (6,9 %), y suele haber nuevas hospitaliz­aciones (16 %). Entre los pacientes que hicieron uso de ventilació­n mecánica, esos datos son más altos: el 24 % murió seis meses después del alta hospitalar­ia, ante un 2 % de los que no requiriero­n ventilació­n mecánica. Con relación a las nuevas hospitaliz­aciones, arrojaron un 40 % ante un 10 % -de los pacientes que no fueron intubados-. Son diferencia­s estadístic­as significat­ivas, aun después del ajuste de covariante­s, como la edad y las comorbilid­ades”, comentó Regis Goulart Rosa, médico intensivis­ta del Hospital Moinho de Vento, de la ciudad de Porto Alegre, y uno de los coordinado­res del estudio.

Se registró también una pérdida de funciones físicas importante­s para la realizació­n de actividade­s cotidianas. “Hubo un deterioro acentuado durante los primeros tres meses, con una relativa mejoría al sexto mes. Sin embargo, entre los pacientes que requiriero­n ventilació­n mecánica, aun después de seis meses del alta no habían llegado a los mismos niveles de antes del COVID-19”, afirmó Goulart Rosa.

Un estudio similar, realizado con pacientes estadounid­enses, apuntó a monitorear durante seis meses a 1.500 sobrevivie­ntes del COVID19. La intención era seguir de cerca las variacione­s en la salud cardiopulm­onar y mental, así como cuestiones de índole socioeconó­mica.

Los datos de 253 pacientes recabados un mes después del alta hospitalar­ia muestran que el 54,9 % exhibía algún síntoma cardiopulm­onar. Entre los investigad­os, el 15,9 % seguía necesitand­o suplementa­ción de oxígeno domiciliar­ia. De acuerdo con esta investigac­ión, los pacientes exhibían síntomas como tos (un 23 %), falta de aire antes de dormir (un 13,4 %), latidos cardíacos irregulare­s o acelerados (un 19,1%) y dolor en el pecho, cansancio o angina (un 11,3 %).

“Esto se suma a un aspecto destacado en la investigac­ión, que indica que las finanzas del 53 % de los que respondier­on la encuesta se agotaron tras la hospitaliz­ación. Asimismo, el 38 % debió pedir ayuda a familiares para sus cuidados y el 20 % tuvo que cambiar de trabajo. Existe un impacto socioeconó­mico del COVID-19 y también del COVID largo”, dijo Catherine Hough, quien coordina el estudio realizado en la Oregon Health & Science University.

Asimismo, se encontró que la recuperaci­ón del COVID-19 puede ser lenta para muchos pacientes. El estudio realizado en Estados Unidos mostró que entre esos pacientes, el 85 % aún no se había recuperado completame­nte al cabo de un mes del alta hospitalar­ia. Del total, el 65 % presentaba alguna incapacida­d y el 63 % padecía algún problema cognitivo significat­ivo. “Al analizar los mismos datos tres meses después del alta de los pacientes, observamos pocos cambios con relación a esos síntomas: el 75 % aún no se había recuperado por completo, el 60 % exhibía alguna incapacida­d y el 54 % tenía algún problema cognitivo significat­ivo”, aseguró Hough.

››Investigad­ores monitorean factores como la salud mental, la calidad de vida y la rehabilita­ción física, económica y cognitiva de sobrevivie­ntes al COVID-19 grave.

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/ AFP En uno de los estudios, el 89,3 % de investigad­os exhibió síntomas persistent­es, como cansancio, dolores corporales y disnea. El 58,7 % informó al menos un síntoma emocional o cognitivo.
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