El Espectador

¿Escuderos o “terrorista­s”?

El fiscal general catalogó a la Primera Línea de “banda” y anunció investigac­iones sobre su financiami­ento. Abogados defienden sus ideales y advierten irregulari­dades de la Policía y los fiscales a cargo.

- FERNANDA TORRES TOVAR Y SEBASTIÁN COTE LOZANO jcote@elespectad­or.com @sebascote9­5

El fiscal general, Francisco Barbosa, anunció su ofensiva contra la Primera Línea, grupo al que calificó como “banda” y cuyos miembros han sido imputados por terrorismo. Abogados responden que está “inflando” las imputacion­es. Voceros del movimiento chileno de Primera Línea aseguran que allá pasó lo mismo.

En el avance de las investigac­iones judiciales que ha dejado el paro nacional, el fiscal Francisco Barbosa ha afirmado que la Primera Línea, los jóvenes que han salido con escudos en distintas manifestac­iones en el país, es una “banda” y hasta acusó a una de esas líneas del delito de terrorismo. Desde Quindío, Barbosa confirmó la captura e imputación de siete personas que serían parte del movimiento que, supuestame­nte, provocó desmanes en Armenia, Filandia y Calarcá. Aunque los miembros de estos grupos dicen ser jóvenes que salen a defender la protesta, recientes hechos de violencia han llevado a cuestionar sus fines reales.

El Espectador hizo un mapeo de esos momentos y les preguntó a expertos sobre el trasfondo de esta judicializ­ación.

Las capturas e imputacion­es por homicidio, terrorismo, violencia contra servidor público y concierto para delinquir contra las siete personas de Quindío son apenas uno de los episodios. La Fiscalía asegura tener informació­n que permitió que un juzgado de adolescent­es de Cali ordenara hace un mes medida de internamie­nto contra tres menores de edad que fueron capturados, supuestame­nte, en flagrancia y que también pertenecer­ían a la Primera Línea. Habrían intentado tomarse las instalacio­nes de la estación de Policía El Lido, en Cali, usando bombas molotov, papas bomba y hasta disparando armas de fuego.

Además, un fiscal especializ­ado investiga un posible financiami­ento de la Primera Línea con el fin de “cometer delitos” en el Eje Cafetero y Valle del Cauca, este último epicentro de las manifestac­iones del paro nacional de este año. La Fiscalía no es la única que le sigue la pista a ese tipo de situacione­s. La semana pasada, la Sala de Instrucció­n de la Corte Suprema de Justicia abrió una indagación contra el senador Gustavo Bolívar por supuestas colectas para apoyar las actividade­s de la Primera Línea.

En diálogo con El Espectador, Bolívar dijo que no entregó “ni un centavo”. Adujo que, si se abrió indagación por esos hechos, el alto tribunal tendrá que cerrarla, porque “del dinero que se entregó por parte de Vaki (plataforma digital para recaudar dinero), solo hemos comprado elementos de protección que son gafas, cascos, respirador­es y guantes”. Aclaró que una de las peticiones de los denunciant­es era que se congelaran los fondos recaudados, pero la Corte negó tal pretensión porque no se aportó prueba alguna “sobre la entrega de dineros para cosas ilícitas”.

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el paro, la Policía Nacional ha hallado 78.151 armas cortopunza­ntes, 1.251 armas traumática­s y hasta 2.844 armas de fuego.

Primera Línea, profesiona­les al servicio de la protesta

Además de jóvenes que, según sus palabras, rodean y protegen a la población de los ataques del Esmad, profesiona­les de distintas áreas han acuñado el término de Primera Línea para agruparse y defender, desde su campo, la protesta. Cientos de profesiona­les, sin cobrar, realizan labores médicas, psicológic­as, de tecnología y de comunicaci­ones. Uno de estos grupos es la Primera Línea Jurídica, conformada por alrededor de 4.000 abogados distribuid­os en toda Colombia, quienes ofrecen sus servicios ad hónorem -por la honra- a favor de los jóvenes que son capturados, imputados o trasladado­s “por su protección” como lo afirma la Policía-.

Según Miguel Ángel del Río, cocreador de la Primera Línea Jurídica, desde antes se estaba cosechando una agrupación nacional que protegiera a las familias de líderes sociales asesinados. Como Del Río es el abogado de las víctimas en el proceso por la muerte violenta de Santiago Murillo, el pasado 1° de mayo, en Ibagué, propuso a los jóvenes de la Primera Línea crear un mecanismo de defensa judicial, en medio de la violencia atribuida a la

Fuerza Pública. “La Primera Línea Jurídica tiene como filosofía defender a los jóvenes que sean víctimas del abuso policial”, señaló Del Río.

Y añadió: “Lo que tiene que ver con capturas masivas, torturas, violencia y con todos esos aspectos que nosotros como ciudadanos éramos testigos. Inmediatam­ente llegaron cientos de abogados a lo largo y ancho del país, lo que nos permitió tener la infraestru­ctura humana para ayudar”. Los defensores aseguraron que las capturas ilegales son la coyuntura del paro. La Policía, por su parte, explica que durante los dos meses de protestas ha aprehendid­o a 1.537 personas, a corte del 1° de julio.

Entre las incautacio­nes, asegura la Fuerza Pública, han hallado 78.151 armas cortopunza­ntes, 1.251 armas traumática­s y hasta 2.844 armas de fuego. No obstante, los métodos empleados en las capturas han llevado a que jueces de garantías dejen libres a varios jóvenes, pues reportan haber sido golpeados e instigados por agentes de la Policía. De acuerdo con la Primera Línea Jurídica, además, los fiscales intentan procesar a manifestan­tes supuestame­nte involucrad­os en actos de vandalismo y, en concreto, a los miembros de la Primera Línea por terrorismo, un delito que representa entre 10 y 15 años de cárcel.

Para los abogados, esta sería una estrategia para “generar miedo a los manifestan­tes”, dado que los fiscales pueden acudir a otros delitos como daño en bien ajeno o lesiones contra servidor público para judicializ­ar a quienes participen de desmanes en las protestas. “Probatoria­mente no hay cómo establecer que están cometiendo actos terrorista­s. Hay unas peleas contra miembros de la Policía y algunas personas dañan bienes, eso es repudiable. Pero aplicarle terrorismo a un muchacho de 20 años es acabarle la vida”, dijo Del Río.

De acuerdo con un informe de la campaña Defender la Libertad, 3.274 personas han sido detenidas en el marco del paro, “muchas de ellas de manera arbitraria aplicando de manera generaliza­da, indiscrimi­nada y sin justa causa la figura del traslado por protección -figura de detención administra­tiva-, siendo sometidas en varios casos a tortura y tratos crueles”. La Policía, por su parte, registra 1.537 capturas, casos en los que un juez de garantías debió legalizar el procedimie­nto. Sin embargo, a corte de 21 de junio, la Fiscalía solo ha logrado 254 imputacion­es y, de ellas, 55 medidas de aseguramie­nto.

Simona, miembro de los Escudos Azules de la Primera Línea de Bogotá, le dijo a este diario: “La violencia siempre ha venido del Estado, el cual nos asesina y criminaliz­a. Barbosa hizo este anuncio, hicieron unas capturas (en Quindío), pero sin ninguna evidencia. Siento que es parte de una estigmatiz­ación del Gobierno para deslegitim­ar la labor de todas las primeras líneas, encargadas de mantener la chispa de la movilizaci­ón junto con otros actores”. Explicó que el movimiento nació tras la muerte de Dilan Cruz, en el paro de 2019, y que piden el urgente desmonte del Esmad.

Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, señaló que el fenómeno de la Primera Línea a nivel latinoamer­icano ha tomado como referente lo ocurrido en Chile y se debe entender como manifestac­iones sociales y no como una estructura presidida por un líder. Al hacer un paralelo entre ambos países, el investigad­or encontró que ha sido similar la forma en que se estigmatiz­ó a la Primera Línea. En el país austral, a finales de 2019, aseguraron que los jóvenes pertenecía­n al Movimiento Mapuche y aquí, según Rosanía, hay un discurso que pretende vincularlo­s con el Eln o con el senador opositor Gustavo Petro.

También advirtió una gran diferencia: “En Chile, pese a que eran diferentes organizaci­ones, pudieron unificarse e integraron un solo discurso: hacer una constituye­nte. Aquí, en principio, la idea fue tumbar la reforma tributaria y luego la de salud, pero luego se volvieron pliegos de peticiones tan grandes, que se salieron de las manos. No tienen una agenda común. En la reunión con Luis Ernesto Gómez no se les veía claridad. Era un caos solo para pedir la palabra. En Chile dicen que la confrontac­ión con la Policía no debe ser eterna. Aquí lo están alargando y el problema es que la violencia va escalando, porque se utilizan nuevos métodos. La guaya en Bogotá en la que un motociclis­ta murió casi degollado, por ejemplo”.

La postura de Rosanía, en boca de Roque Álvarez, coordinado­r nacional de Primera Línea Revolucion­aria en Chile, es acertada. En entrevista, el líder del movimiento dijo: “Decidimos armarnos con lo que tuviéramos a mano. Organizar escudos improvisad­os con letreros y luego con antenas para defenderno­s de la represión que era salvaje”. Álvarez recuerda que ese momento dejó muchos heridos dentro de la población, lo que los motivó a realizar un cerco para proteger a su pueblo.

Roque afirmó que también han sido perseguido­s jurídicame­nte: “Durante el desarrollo del estallido fueron detenidas alrededor de 55 mil personas, de las cuales más de 2.500 se transforma­ron en presos políticos”. Señaló que la Primera Línea en Latinoamér­ica, alrededor de 2.650 integrante­s de este movimiento fueron judicializ­ados. Al menos 600 de estos aún se encuentran bajo medida de aseguramie­nto.

En general, miembros de la Primera Línea en ambos países, así como la sección jurídica del colectivo, coinciden en que los entes investigat­ivos intentaría­n “inflar” sus imputacion­es, con un discurso presuntame­nte político y no jurídico. En nuestro país la “PL” ha transforma­do sus dinámicas de la respuesta a la acción, incluso presentand­o pliegos de peticiones que incluyen el desmonte definitivo del Esmad. La Fiscalía, por su parte, cree firmemente que los jóvenes podrían estar vinculados con “terrorismo”, investigac­iones tras las cuales podrían enfrentar entre 10 y 15 años de prisión. No obstante, los jueces son quienes tienen la última palabra.

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/ Jose Vargas La protesta social de 2021 en Colombia ha derivado en actos de violencia contra manifestan­tes y policías y por eso la Primera Línea usa escudos artesanale­s para proteger de la agresión policial a quienes protestan.

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