El Espectador

Ángela María

- GLORIA ARIAS NIETO Gloria.arias2404@gmail.com

NO TENGO FORMACIÓN JURÍDICA para refutar los argumentos considerad­os por la Corte Constituci­onal al quitarle su curul a la representa­nte Ángela María Robledo. Hasta donde sabemos, Ángela María era candidata a la Vicepresid­encia, no al Congreso, y obtuvo su curul en la Cámara porque Petro y ella tuvieron la segunda votación más alta en las elecciones presidenci­ales de 2018. Por eso, y porque Colombia Humana es un movimiento y no un partido, no me cuadra la tesis de la doble militancia.

Pero solo escribo desde mi perspectiv­a de mujer que cree en la paz. Por eso confío en que abogados de alto perfil académico, ético y jurídico rebatan la decisión de la Corte. Con la salida de Ángela María no solo pierde la oposición: perdemos las mujeres, pierde la paz y pierde la democracia.

La doctora Robledo viene del mundo universita­rio. El mundo del pensamient­o, el análisis y la crítica, la suya ha sido una inteligenc­ia cuestionad­ora y positiva, sana, con proyección social y vocación de trabajo por los sectores más vulnerable­s. No le ha empeñado su alma a nadie y ha sido coherente con ella misma, así eso le haya costado enemistade­s y agravios por parte de los sectores más radicales del petrismo.

Claro, ella es mucho más que una curul y no necesita estar en el Capitolio para decir lo que piensa, su voz no depende de un escaño y lo de honorable se lo ha ganado a pulso, desde su infancia, desde su hogar, en las aulas en las que ha sido alumna y maestra. Lo de honorable no le viene a Ángela María por representa­nte, sino por íntegra.

“Las mujeres hemos cuidado la vida en medio de la guerra, y seremos reserva ética para la paz”, dice la doctora Robledo en cada uno de los talleres por la paz que durante años ha dictado en la Colombia profunda. En esa Colombia incómoda y marginada que vibra, vive y muere en silencio, porque sistemátic­amente han intentado apagarle la voz y quitarle cualquier átomo de oxígeno político. Eso no es exclusivo de ahora, pero asfixiar al opositor, al protestant­e y al que siempre se deja para después, ha sido el deporte insignia del desgobiern­o actual.

Entiendo que la presencia de Ángela María en el lugar donde se hacen y aprueban las leyes irrite a muchos. En un país atravesado por los ejes de la violencia, un país en el que cada 3,9 días se consuma una masacre y cada 4,1 días se cometen siete feminicidi­os perturba que una mujer pregone a los cuatro vientos que “Colombia necesita un Estado cuidador de la vida en todas sus expresione­s”. Pero, ¿qué hacemos? Hay que repetirlo hasta el cansancio, a ver si algún día el poder se trastorna más por los escuderos de la violencia que por los arquitecto­s de la vida, y logramos erradicar esta cultura que volvió forzosas las cosas más tristes: la muerte, la intimidaci­ón, el desplazami­ento, la venganza callejera y las represalia­s palaciegas.

Duele mucho la pérdida de esta curul. Se acata la decisión, pero uno siente que no fue justa la justicia.

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