El Espectador

Físico de dos mundos

- PABLO CORREA pablocorre­atorres@gmail.com @pcorrea78

2016, Teyrungumu En Apolinar se convirtió en el primer indígena iku (arhuaco) en graduarse como físico. El estudio de las simetrías y el universo cuántico, dos áreas que le apasionan, resuenan con algunos de los principios que primero escuchó en boca de los mamu o líderes espiritual­es de su comunidad. Esta es su historia.

››La

población arhuaca, pueblo indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta, al que pertenece el físico Teyrungumu, asciende a unos 46.000 miembros.

En 2016 Teyrungumu Apolinar se convirtió en el primer indígena iku (arhuaco) en graduarse como físico. El estudio de las simetrías y el universo cuántico, dos áreas que le apasionan, resuenan con algunos de los principios que primero escuchó en boca de los mamus, líderes espiritual­es de su comunidad.

En noviembre de 2018, Teyrungumu Apolinar Torres viajó a la Sierra Nevada de Santa Marta junto a Aída del Pilar Becerra, su esposa, para cumplir con los rituales del nacimiento de su primer hijo, tal como lo ordena la tradición wintukwa, iku o arhuaca. Los rituales exigían que el niño fuera presentado “a los seres visibles e invisibles que moran en ese territorio” y también ubicar la placenta en un lugar especial, bajo la simple y hermosa lógica que constituye la primera casa. El bautizo duró varios días y su abuelo Pello, un mamu (líder espiritual), reveló que el nombre de ese niño sería Kwaringumu, una palabra que en su mitología hace referencia a una rama del árbol sagrado que dio origen a la humanidad.

Kwaringumu había nacido en septiembre de 2018, pero Teyrungumu y Aída esperaron hasta que ella se recuperó del parto para emprender aquel viaje. Así que la placenta, la primera casa de Kwaringumu, permaneció conservada en la nevera del apartament­o en Bogotá, cerca a la Universida­d Nacional. La misma donde Teyrungumu se convirtió en el primer indígena arhuaco en obtener un título de físico. Después de dos semanas cumpliendo con los rituales apropiados en la Sierra, la familia regresó a Bogotá para que Teyrungumu avanzara en su tesis para la maestría en Física enfocada en simetrías y partículas elementale­s.

La tragedia que se avecinaba se asomó una noche, a finales de febrero de 2019, cuando un pariente buscó como pudo señal para su teléfono montaña arriba y anunció: “Estamos viendo mucho humo hacia el pueblo”. Era angustioso saber lo que estaba pasando y sentir impotencia de no poder hacer nada. Al menos nada distinto a llamar a la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres y tratar de convencer a un funcionari­o que jamás en su vida había escuchado hablar de Séynimin, que Séynimin estaba envuelto en humo y que era cuestión de minutos, con suerte de horas, para que al pueblo lo rodearan las llamas y terminara todo convertido en ceniza.

“Lo vivimos minuto a minuto. Nos contaban cómo el viento llevaba brasas de un punto a otro, a otro y a otro, y toda la región prácticame­nte se incendió”, recuerda Teyrungumu. Más de 800 hectáreas se quemaron en esos primeros meses de 2019 en el territorio demarcado por la Línea Negra, Sei Shizha, que incluye los resguardos de los pueblos kogui, wiwa, kankuamo y arhuaco (iku).

Regreso a Séynimin, regreso a la infancia

Tan pronto como fue posible, Teyrungumu emprendió otra vez el viaje a la Sierra para apoyar en la reconstruc­ción. Séynimin cuelga de las faldas de ese sistema montañoso que quedó aislado de los Andes por los valles que forman los ríos Cesar y Ranchería. Para llegar desde Valledupar es necesario recorrer casi dos horas en vehículo hasta Gun Aruwun (Sabana Crespo) y de allí entre cuatro a seis horas a pie o a lomo de mula. Un viaje que Teyrungumu sabe de memoria.

Dicen los visitantes que a Séynimin generalmen­te se llega de noche en medio de una llovizna. La explicació­n para los ikus es que se trata del baño que la Sierra proporcion­a a sus visitantes para limpiarlos de los malos pensamient­os. Pero Teyrungumu sabía que ese día no lo recibiría el baño de la Sierra. “Caminaba y me sentía como si me acercara a unas brasas”. En algunas fotos se ven los muros tiznados de la escuela y, pegada a uno de ellos, la pizarra verde en la que Teyrungumu aprendió a sumar y restar con tizas blancas.

Los pueblos de la Sierra, por lo general, son deshabitad­os. Las fa

 ?? / Gustavo Torrijos ?? Desde niño, Teyrungumu Apolinar se interesó por conocer el origen de las cosas. En 2009 ingresó a la Universida­d Nacional a estudiar física.
/ Gustavo Torrijos Desde niño, Teyrungumu Apolinar se interesó por conocer el origen de las cosas. En 2009 ingresó a la Universida­d Nacional a estudiar física.
 ?? / Gustavo Torrijos ?? Teyrungumu se matriculó en 2009 en la Universida­d Nacional. Le gustaban el álgebra, la aritmética, la biología y la química, pero finalmente se inclinó por la Física.
/ Gustavo Torrijos Teyrungumu se matriculó en 2009 en la Universida­d Nacional. Le gustaban el álgebra, la aritmética, la biología y la química, pero finalmente se inclinó por la Física.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia