El Espectador

Café a futuro: ¿la paradoja del sector?

Los buenos precios han llevado a incumplimi­entos en las entregas de café que se habían pactado con anteriorid­ad. La lupa está puesta sobre las finanzas de las cooperativ­as.

- MARÍA ALEJANDRA MEDINA C. mmedina@elespectad­or.com @alejandra_mdn

Una suerte de paradoja está ocurriendo en la caficultur­a colombiana: los históricos precios altos que se ven en la actualidad, en muchos casos, han ido de la mano con aprietos para los eslabones que participan en la comerciali­zación del grano. En el centro de esto está lo que se conoce como venta de café a futuro: kilos de café que entre los productore­s y los compradore­s se negociaron hace meses, al precio de entonces, el cual, con seguridad, está por debajo de los niveles de hoy ($1.400.000 por carga de 125 kilos).

Actores y expertos del sector explican que ha habido incumplimi­entos o, al menos, retrasos por parte de algunos productore­s (hacen énfasis en el “algunos”) en las entregas con las que se habían comprometi­do, principalm­ente con las cooperativ­as: al ver que el precio actual está cerca de $1.500.000, poco atractivo puede resultar entregar café por un menor precio (pactado hace meses).

En el sector caficultor, desde hace varios años, se empezó a promover el uso de las ventas a futuro con el fin de estabiliza­r las finanzas de los productore­s en momentos en que los precios alcanzan para cubrir los costos de producción y dejar una rentabilid­ad. Es decir, como un instrument­o que les asegure que, aunque los precios bajen hasta niveles insostenib­les, los caficultor­es recibirán en pago lo pactado en momentos de “vacas gordas”.

La situación de ahora es que vacas tan gordas como las de hoy nunca se habían visto. Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, señala que, en efecto, las complicaci­ones empezaron cuando los precios siguieron subiendo después de las fijaciones de ventas a futuro. “El caficultor puede decir ‘estoy perdiendo plata’”, dice Óscar Trujillo, gerente de la Cooperativ­a de Caficultor­es de Risaralda.

Trujillo explica, sin embargo, que el precio de la arroba (12,5 kilos) entre 2010 y 2019 estuvo en $73.647. Durante más de la mitad de ese último año el precio promedio estuvo por encima de los $75.000, pero aún por debajo de los costos de producción ($80.000), es decir, en pérdidas. Entonces, agrega el gerente, llegó la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el dólar se disparó, “se empezaron a ver –en palabras de Trujillo– las posibilida­des de tener precios por encima de los costos de producción” y, luego, se pactaron los denominado­s futuros, con precios hasta por encima de $90.000 por arroba. “Cuando uno mira eso, la decisión es acertada para hacer futuros”, concluye.

Pero llegó 2020, con la pandemia y un alza en las tres variables que determinar­on el precio del café en Colombia (el dólar, el precio en la Bolsa de Nueva York y el diferencia­l para el grano colombiano). “Eso nos puso el precio alrededor de $115.000 la arroba. Esas variables siguen influencia­das por el tema de pandemia, se le sumó una afectación en Brasil y hoy nos tiene los precios en $140.000 la arroba”, señala el gerente de la cooperativ­a.

En medio de esto pueden surgir varias preguntas: ¿la venta de café a futuro es una herramient­a útil? ¿De quién depende su correcta utilizació­n? ¿Qué tanto de lo ocurrido puede adjudicárs­eles a los productore­s?

El tema ha figurado en varios medios nacionales y locales, con advertenci­as de algunos cafeteros sobre las finanzas de las cooperativ­as (que son quienes compran el café a los productore­s y que a su vez tienen compromiso­s con los exportador­es). En efecto, al ver los resultados que se reportan a la Superinten­dencia de Economía Solidaria, varias cooperativ­as cafeteras informaron sobre pérdidas en su ejercicio del año pasado. Una de las que más han sido señaladas es precisamen­te la Cooperativ­a

Departamen­tal de Caficultor­es de Risaralda, que tuvo una pérdida de $74.000 millones.

“Claro que ha impactado la comerciali­zación de la Federación”, señala Vélez. Esto se debe a que el negocio funciona como una cadena: el productor le vende a la cooperativ­a y esta, a su vez, tiene compromiso­s con entidades como la Federación o Expocafé (exportador­a de las cooperativ­as, con la que intentamos obtener una entrevista, pero no fue posible). “Si cuando llega el momento el café no se entrega, toca salir a comprar a $1,5 millones (por carga). Tiene un problema complejo

Se empezó a promover el uso de los futuros con el fin de estabiliza­r las finanzas de los productore­s en momentos en que los precios alcanzan para cubrir costos de producción y dejar rentabilid­ad.

en materia de costos”, dice el gerente de la Federación. Esto se verá reflejado en los balances de final de año.

Trujillo, por su parte, asegura que hoy no hay incumplimi­entos, sino que se están pactando nuevos plazos: “Desde la cooperativ­a, de la mano de los exportador­es, se está dando plazo y ampliando la fecha de vencimient­o de esos contratos para que el caficultor aproveche los precios del día, pero también cumpla el contrato. La política ha sido: si llega con dos bultos de café, entrégueme un bulto de café para el futuro y venda uno al precio del día para que promedie, y que así pueda aprovechar el precio por la coyuntura, pero cumpliendo los futuros”.

Pese a todo, Trujillo defiende los futuros “como herramient­a totalmente válida desde que el caficultor tenga el conocimien­to de los costos de producción (…)”. Sin embargo, reconoce que luego de esta coyuntura los futuros “no se harán a 24 meses, sino a 12, y se tomarán futuros con caficultor­es que tengan un historial de cumplimien­to”. Mientras tanto, Vélez, de la Federación, comenta que probableme­nte se cambiará el esquema hacia uno respaldado por seguros.

Debido a que los administra­dores tienen “más elementos de juicio”, caficultor­es consultado­s por este diario mostraron precisamen­te la responsabi­lidad que, consideran, tienen esos administra­dores en la correcta gestión de estos negocios. Más aún, en una carta que circula por internet firmada por “un caficultor del departamen­to de Risaralda”, se hace un llamado a la Supersolid­aria y la dirección de cooperativ­as de la Federación para que tomen las “medidas necesarias para que este patrimonio de los cafeteros de Risaralda no se pierda”.

Consultada por este diario sobre indagacion­es contra alguna cooperativ­a cafetera por irregulari­dades en el negocio de futuros o en lo reportado en los estados financiero­s, la entidad solo respondió haciendo referencia al proceso que involucra a la Cooperativ­a de Andes, Antioquia, que se encuentra en proceso de toma de posesión, debido a prácticas especulati­vas por parte de la administra­ción, algo, según fuentes cercanas al proceso, muy distinto a los incumplimi­entos en los contratos de futuros.

En todo caso, este año la atención estará puesta sobre los resultados financiero­s de las cooperativ­as (cuyos dueños son los mismos caficultor­es), con factores adicionale­s, como las menores cosechas que se esperan en regiones del país por cuenta del clima.

Vélez, por cierto, atendió la entrevista a El Espectador mientras se encontraba en Nueva York en reuniones con clientes a quienes se les incumplier­on las entregas de café, según él, por cuenta de los bloqueos viales de los últimos meses, que impidieron que el producto llegara a puerto. El gerente de la Federación negó que esos incumplimi­entos tuvieran algo que ver con los incumplimi­entos en los contratos a futuro.

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/ Cristian Garavito Pactar futuros a menores plazos o adoptar un esquema de seguros son algunas ideas sobre la mesa.
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