Café a futuro: ¿la paradoja del sector?
Los buenos precios han llevado a incumplimientos en las entregas de café que se habían pactado con anterioridad. La lupa está puesta sobre las finanzas de las cooperativas.
Una suerte de paradoja está ocurriendo en la caficultura colombiana: los históricos precios altos que se ven en la actualidad, en muchos casos, han ido de la mano con aprietos para los eslabones que participan en la comercialización del grano. En el centro de esto está lo que se conoce como venta de café a futuro: kilos de café que entre los productores y los compradores se negociaron hace meses, al precio de entonces, el cual, con seguridad, está por debajo de los niveles de hoy ($1.400.000 por carga de 125 kilos).
Actores y expertos del sector explican que ha habido incumplimientos o, al menos, retrasos por parte de algunos productores (hacen énfasis en el “algunos”) en las entregas con las que se habían comprometido, principalmente con las cooperativas: al ver que el precio actual está cerca de $1.500.000, poco atractivo puede resultar entregar café por un menor precio (pactado hace meses).
En el sector caficultor, desde hace varios años, se empezó a promover el uso de las ventas a futuro con el fin de estabilizar las finanzas de los productores en momentos en que los precios alcanzan para cubrir los costos de producción y dejar una rentabilidad. Es decir, como un instrumento que les asegure que, aunque los precios bajen hasta niveles insostenibles, los caficultores recibirán en pago lo pactado en momentos de “vacas gordas”.
La situación de ahora es que vacas tan gordas como las de hoy nunca se habían visto. Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, señala que, en efecto, las complicaciones empezaron cuando los precios siguieron subiendo después de las fijaciones de ventas a futuro. “El caficultor puede decir ‘estoy perdiendo plata’”, dice Óscar Trujillo, gerente de la Cooperativa de Caficultores de Risaralda.
Trujillo explica, sin embargo, que el precio de la arroba (12,5 kilos) entre 2010 y 2019 estuvo en $73.647. Durante más de la mitad de ese último año el precio promedio estuvo por encima de los $75.000, pero aún por debajo de los costos de producción ($80.000), es decir, en pérdidas. Entonces, agrega el gerente, llegó la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el dólar se disparó, “se empezaron a ver –en palabras de Trujillo– las posibilidades de tener precios por encima de los costos de producción” y, luego, se pactaron los denominados futuros, con precios hasta por encima de $90.000 por arroba. “Cuando uno mira eso, la decisión es acertada para hacer futuros”, concluye.
Pero llegó 2020, con la pandemia y un alza en las tres variables que determinaron el precio del café en Colombia (el dólar, el precio en la Bolsa de Nueva York y el diferencial para el grano colombiano). “Eso nos puso el precio alrededor de $115.000 la arroba. Esas variables siguen influenciadas por el tema de pandemia, se le sumó una afectación en Brasil y hoy nos tiene los precios en $140.000 la arroba”, señala el gerente de la cooperativa.
En medio de esto pueden surgir varias preguntas: ¿la venta de café a futuro es una herramienta útil? ¿De quién depende su correcta utilización? ¿Qué tanto de lo ocurrido puede adjudicárseles a los productores?
El tema ha figurado en varios medios nacionales y locales, con advertencias de algunos cafeteros sobre las finanzas de las cooperativas (que son quienes compran el café a los productores y que a su vez tienen compromisos con los exportadores). En efecto, al ver los resultados que se reportan a la Superintendencia de Economía Solidaria, varias cooperativas cafeteras informaron sobre pérdidas en su ejercicio del año pasado. Una de las que más han sido señaladas es precisamente la Cooperativa
Departamental de Caficultores de Risaralda, que tuvo una pérdida de $74.000 millones.
“Claro que ha impactado la comercialización de la Federación”, señala Vélez. Esto se debe a que el negocio funciona como una cadena: el productor le vende a la cooperativa y esta, a su vez, tiene compromisos con entidades como la Federación o Expocafé (exportadora de las cooperativas, con la que intentamos obtener una entrevista, pero no fue posible). “Si cuando llega el momento el café no se entrega, toca salir a comprar a $1,5 millones (por carga). Tiene un problema complejo
Se empezó a promover el uso de los futuros con el fin de estabilizar las finanzas de los productores en momentos en que los precios alcanzan para cubrir costos de producción y dejar rentabilidad.
en materia de costos”, dice el gerente de la Federación. Esto se verá reflejado en los balances de final de año.
Trujillo, por su parte, asegura que hoy no hay incumplimientos, sino que se están pactando nuevos plazos: “Desde la cooperativa, de la mano de los exportadores, se está dando plazo y ampliando la fecha de vencimiento de esos contratos para que el caficultor aproveche los precios del día, pero también cumpla el contrato. La política ha sido: si llega con dos bultos de café, entrégueme un bulto de café para el futuro y venda uno al precio del día para que promedie, y que así pueda aprovechar el precio por la coyuntura, pero cumpliendo los futuros”.
Pese a todo, Trujillo defiende los futuros “como herramienta totalmente válida desde que el caficultor tenga el conocimiento de los costos de producción (…)”. Sin embargo, reconoce que luego de esta coyuntura los futuros “no se harán a 24 meses, sino a 12, y se tomarán futuros con caficultores que tengan un historial de cumplimiento”. Mientras tanto, Vélez, de la Federación, comenta que probablemente se cambiará el esquema hacia uno respaldado por seguros.
Debido a que los administradores tienen “más elementos de juicio”, caficultores consultados por este diario mostraron precisamente la responsabilidad que, consideran, tienen esos administradores en la correcta gestión de estos negocios. Más aún, en una carta que circula por internet firmada por “un caficultor del departamento de Risaralda”, se hace un llamado a la Supersolidaria y la dirección de cooperativas de la Federación para que tomen las “medidas necesarias para que este patrimonio de los cafeteros de Risaralda no se pierda”.
Consultada por este diario sobre indagaciones contra alguna cooperativa cafetera por irregularidades en el negocio de futuros o en lo reportado en los estados financieros, la entidad solo respondió haciendo referencia al proceso que involucra a la Cooperativa de Andes, Antioquia, que se encuentra en proceso de toma de posesión, debido a prácticas especulativas por parte de la administración, algo, según fuentes cercanas al proceso, muy distinto a los incumplimientos en los contratos de futuros.
En todo caso, este año la atención estará puesta sobre los resultados financieros de las cooperativas (cuyos dueños son los mismos caficultores), con factores adicionales, como las menores cosechas que se esperan en regiones del país por cuenta del clima.
Vélez, por cierto, atendió la entrevista a El Espectador mientras se encontraba en Nueva York en reuniones con clientes a quienes se les incumplieron las entregas de café, según él, por cuenta de los bloqueos viales de los últimos meses, que impidieron que el producto llegara a puerto. El gerente de la Federación negó que esos incumplimientos tuvieran algo que ver con los incumplimientos en los contratos a futuro.