Olímpicos nítidos
El escaso público en los estadios y la prohibición de gritar animando a los atletas, convierten los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en un parsimonioso evento televisivo donde ganan relevancia aspectos visuales hasta ahora secundarios, como los peinados, el maquillaje, los gestos o los uniformes de los participantes.
Con la llegada a Tokio de los primeros atletas extranjeros contagiados con nuevas cepas de COVID19 de rápida transmisión, crece la incertidumbre entre la población y los organizadores refuerzan las medidas de seguridad.
Como consecuencia, muchas competiciones podrían tener lugar frente a decenas de miles de asientos vacíos.
Además del impacto sicológico en los deportistas, los estadios desolados privan a las televisiones de la posibilidad de rellenar los momentos muertos de cada certamen con sonrisas, lágrimas y toda esa gama de gestos espontáneos que los humanos generamos cuando somos espectadores.
Convertidos en el protagonistas absolutos, los atletas quedarán expuestos al escrutinio continuo de las cámaras. El uso insistente de los primeros planos para captar la intención de una mirada o el nerviosismo de un gesto, nos obligará a fijarnos también en detalles reservados hasta ahora a los más observadores, como el corte de pelo, lo perfecto de una dentadura y, por obra de la tecnología 4K de imágenes de alta resolución, la textura de la piel o lo exhaustivo de una afeitada.
Siete de los más populares deportes olímpicos, como el atletismo, el judo y el fútbol, se transmitirán en tecnología 8K, una imagen cuatro veces más nítida que la 4K y especialmente despiadada con las arrugas y los poros.
El hiperrealismo televisivo se hará extensivo a la ropa, en especial los uniformes de la inauguración y la clausura, pues un importante propósito de estos olímpicos es promocionar las nuevas tecnologías de imagen aprovechando la audiencia masiva que sintoniza el colorido del certamen.
Aunque en internet abundan las listas de las peores indumentarias llevadas por las delegaciones nacionales en las ceremonias de inauguración olímpica, este año el desfile de la moda mundial será un homenaje al sufrimiento universal por la pandemia.
En las ceremonias pasadas Japón ha tenido fiascos notables, como el piyama infantil de sus atletas en 2006, y tal vez por eso este año sus deportistas llevarán un conjunto de chaqueta blanca y pantalón o falda rojo escarlata, una sobria combinación similar a la usada por las jóvenes doncellas de los templos sintoístas.
Con grandes dosis de silencio, ordenados protocolos de higiene y la más nítida imagen que el ojo humano haya visto hasta hoy, los Juegos Olímpicos de Tokio serán recordados por haber sido mucho más japoneses de lo que Japón mismo se esperaba.