Mancha indeleble
NINGÚN INFORME DE LA CIDH LE IBA a gustar a Duque. Lo primero que se le ocurrió a este Gobierno indolente fue negarse a recibir la visita de la CIDH porque previamente tenían que fallarse las investigaciones por excesos policiales. Cuando se dieron cuenta de la estupidez de ese primer paso, invitaron a las volandas a la Comisión para que viniera a Colombia y le organizaron una visita que el Gobierno quiso manipular de manera que los comisionados vieran poquito o solo lo que los funcionarios querían, pero no contaban con que los invitados constatarían directamente lo que está pasando y hablarían con otras personas. Qué tal que hubiesen tenido que esperar a que terminaran las investigaciones, si hoy, conocido el informe de la CIDH, no hay nadie sancionado por los muertos, heridos y desaparecidos.
Al Gobierno no solo le disgustó el informe de la CIDH, sino que lo descalificó con mentiras, contando con el apoyo de expertos en derechos humanos como los demócratas de Fenalco y del Consejo Gremial. Duque olímpicamente sostiene que nadie puede recomendar a un país que soporte actos criminales, cuando la CIDH jamás ha sugerido semejante dislate. Lo que consideró la CIDH es que de la esencia de la protesta pacífica son los bloqueos ocasionales, que deben ser tolerados por las autoridades. Tiene razón. Las protestas no se hacen arengando desde las salas o los baños de las casas. En las capitales más importantes del planeta diariamente hay protestas, marchas y bloqueos transitorios, y a ningún gobernante le ha pasado por la cabeza calificar esas expresiones como “terrorismo de baja intensidad”. Esto tiene que soportarse, porque, de no ser así, Duque tendrá que admitir que él mismo es terrorista, como sus ministros y hasta expresidentes que deambulan en las ciudades con batallones de escoltas que cierran vías y paralizan el tráfico. Ellos dirán que eso es “terrorismo de bajísima intensidad”.
Torpes las declaraciones de varios funcionarios, unos cuestionando el informe con el argumento de que Colombia puede no acatarlo y que no pueden demandar al país, y