¿Y la otra mitad?
AQUÍ TODO ES DEFICITARIO. SIEMPRE nos quedan debiendo algo. Cinco para el peso, un gol de último minuto o la otra mitad de la verdad en los casos judiciales.
Acaba de suceder con la absolución de César Mauricio Velásquez y Edmundo del Castillo, a pesar de 51 evidencias documentales y más de 20 testimonios que apenas alcanzaron para que el juez tuviera una duda razonable. Así las cosas, la operación sistemática de desprestigio contra la Corte Suprema en 2007, cuando era presidente Álvaro Uribe, se va quedando sin dolientes, salvo miembros fantasmas del extinto DAS y de la UIAF... ah, y algunos paramilitares. Es decir, nadie, en concreto. Quizá nos digan que esos ataques criminales se dieron por generación espontánea o que tal vez nunca ocurrieron…
Lo mismo que pasó con los 6.402 casos de falsos positivos que, salvo algunas cabezas de turco, no tienen responsables intelectuales, sino unos cuantos autores materiales, confesos e indefendibles. Por la misma senda van las continuas declaraciones de Mancuso, el ex jefe paramilitar, en el sentido de que contó con apoyo o solicitud estatal para sus masacres y crímenes, como la de Jaime Garzón. Esa otra mitad es un enigma.
Lo peor de todo es que estamos acostumbrados a esa incertidumbre; nos quedamos con los hechos, pero ignoramos sus protagonistas, a juzgar por el conformismo ante el misterio o anonimato de los autores intelectuales del vandalismo que es protagonista en todas las marchas, de la vergonzosa reventa de boletas en las eliminatorias mundialistas, de la desaparición o el asesinato de jóvenes en medio de la legítima protesta, de la participación de exmilitares colombianos como mercenarios en Haití, o de la muerte violenta de Luis Colmenares y Ana María Castro.
Abundan los qué y escasean los quién en esos retazos inciertos, pedazos de un espejo roto para construir nuestra historia no oficial, porque la otra nos seguirá debiendo la mitad de la verdad.