Cadena perpetua: ¿Logro en la justicia o populismo punitivo?
Hace unos días se cumplió con la sanción presidencial de la “Ley Gilma Jiménez”, reglamentación que permite condenar de forma perpetua a las personas que atenten contra la vida e integridad física de niños y adolescentes. El presidente Iván Duque aseguró en su intervención que la ley estaba conforme con la Constitución, omitiendo que dicho estudio no le es propio al Ejecutivo sino a la Corte Constitucional, y dejando a un lado las opiniones de reconocidos juristas expertos en la materia que opinan lo contrario. La discusión de la cadena perpetua para nada es un asunto novedoso en Colombia: durante años se ha percibido la intención de incluir en el ordenamiento jurídico dicha figura. No obstante, existen tratados internacionales y normas internas que controvierten la posición de aprobación de la condena que se pretende, y adicionalmente razones de peso que señalan que la medida sería inútil.
Ahora, Colombia es uno de los países donde más se presentan casos de vulneración de los derechos de los niños. Sólo hay que echar un vistazo a cifras expuestas por organizaciones internacionales para darnos cuenta que nuestra niñez ha sido altamente golpeada en la historia y NO precisamente se ha debido a la falta de penas contra sus agresores, que en la actualidad están entre los 40 y 60 años de prisión, sino a la ausencia de políticas públicas por parte del Estado y a la impunidad.
Soy de las que piensa que los niños son seres sagrados, nadie tiene el derecho de afectar a otro y mucho menos de jugar con la inocencia y vida de los niños. La violación y el homicidio contra ellos son actos viles y despiadados que merecen todo el repudio social, pero, ¿la cadena perpetua para sus agresores solucionaría el problema? Para mí y para la mayoría de juristas, no. Está comprobado que no se cumpliría con los resultados esperados y que más allá de ser un logro en la justicia, lo que se pretende con esta es un populismo punitivo.
María de los Ángeles García Peña.