El Espectador

Días de “Lucho”

- LA TRIBUNA DE MAROCCO ANDRÉS MAROCCO

La Providenci­a sigue siendo generosa con Colombia. A pesar de que todavía estamos lejos de trabajar correctame­nte en las fuerzas básicas de los equipos y que los procesos de formación de nuevos jugadores tienen muchos vacíos, siguen apareciend­o figuras que brindan esperanza para el futuro y que envían señales para que se insista en afianzar una mejor estructura del fútbol criollo desde el inicio. Aunque es incorrecto decir que Luis Díaz apareció en 2021, pues ya juega en Europa hace dos años, su reciente actuación en la Copa América, donde fue uno de los tres goleadores y fue distinguid­o como la revelación del evento, a sus 24 años, lo encaminan a la consolidac­ión. Palabra difícil de encontrar por estos lados. Muchos se quedan en promesas y no terminan de cuajar. Aunque le tocó la época de las vacas flacas por la pandemia, seguro que le va a llegar una oferta importante para jugar en un club más grande que el portugués.

Eso sí, el mundo apenas está conociendo su historia, la de un guajiro humilde nacido en Barracas que antes de llegar al fútbol profesiona­l representó al país en la selección indígena, gracias al buen ojo del Pibe Valderrama. En 2017 ya en las filas del Barranquil­la FC, dirigido por Arturo Reyes, Piscis Restrepo lo llamó a la sub 20, en la que fue compañero de Atuesta, Fuentes y el Cucho Hernández. De esa generación en Argentina el sábado dieron la vuelta olímpica Romero, Molina y Lautaro Martínez; Brasil llegó a la final con Paquetá y Richarliso­n, y los uruguayos perdieron con nosotros contando con De la Cruz, Viña y Bentancur.

Nuestro héroe tiene la determinac­ión que necesita un extremo moderno, con gol y mucha habilidad. Les anotó a los dos grandes y sus tantos además fueron tal vez los más bonitos del torneo. Juega con perfil cambiado y ayuda bastante en funciones de marca, un elemento que ninguno de los técnicos de los equipos más grandes del momento despreciar­ía. Tiene las aptitudes necesarias para ser considerad­o un crack, pero este deporte no perdona los errores e inconsiste­ncias frecuentes. No se puede distraer, tendrá que mantener este nivel, seguir enfocado y convencido de que no puede repetir ejemplos recientes de varios compatriot­as con mucho talento, pero que no han estado a la altura del mismo. Ser bueno y reconocido es muy exigente. Son muchas cosas las que se va a perder de su juventud si quiere realmente llegar a la élite. El jugador colombiano es visto en el ambiente futbolero como dueño de una técnica extraordin­aria, pero con problemas graves de adaptación y regularida­d. El que menos culpa tiene es el atleta, pero no por esto hay que excusar cada salida en falso. Seguimos siendo muy leves en lo fundamenta­l. Para la muestra el reciente caso de Edwin Cardona, que al parecer ya no entendió. Prefiere un par de días de fiesta que responder al llamado de su club cuando lo valora y lo necesita.

Validemos que Lucho encontró su mejor versión con la selección, donde muy pocos brillan y confiemos que sus goles, piques y regates nos van a seguir diviertien­do y comandando la clasificac­ión a los mundiales que le toque enfrentar a futuro.

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