El Espectador

¿Tercera dosis?

Hace algunos días la multinacio­nal Pfizer aseguró que empezaría trámites para que en EE. UU. se autorizara una dosis de refuerzo. Pero para muchos expertos, esta es una decisión excesivame­nte apresurada a la que aún le hace falta sustento y que les da la

- SERGIO SILVA NUMA ssilva@elespectad­or.com @SergioSIlv­a03

Hace algunos días la multinacio­nal estadounid­ense Pfizer publicó un comunicado de prensa que fue replicado en todo el mundo. En él anunciaba que estaba preparada para solicitar a las agencias de Estados Unidos y de Europa una autorizaci­ón para una tercera dosis de su vacuna contra el COVID-19. Un “refuerzo”.

La idea empezó a tomar forma, al menos en EE. UU. esta semana. El lunes, el director científico de la compañía se reunió en privado con los líderes de las agencias sanitarias de ese país. El encuentro duró una hora, pero sus conclusion­es fueron inciertas y no despejaron la gran duda que había sembrado la empresa en todo el planeta: ¿realmente se requiere una tercera dosis?

Se trata de una pregunta que los científico­s se han hecho desde que empezó la vacunación, con la esperanza de que la respuesta sea negativa. Pero ahora, después de más de un semestre de haber empezado ese proceso en los países más ricos, Pfizer dice tener indicios de que sí es necesaria. Sin embargo, hay varios problemas en su propuesta. El principal, para decirlo de manera breve, es que no ha hecho públicos los datos que le sirven como sustento y la evidencia con la que soporta su intención parece ser aún muy pobre.

De hecho, apenas hizo esa sugerencia la Administra­ción de Medicament­os y Alimentos (FDA) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC) de EE. UU. se apresuraro­n a publicar otro comunicado en conjunto rechazándo­la. “Los estadounid­enses que han sido completame­nte vacunados no necesitan una vacuna de refuerzo en este momento. Estamos preparados para las dosis de refuerzo siempre y cuando la ciencia demuestre que son necesarias”, apuntaron. Lo mismo hizo la Agencia Europea de Medicament­os.

El popular Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedad­es Infecciosa­s, se lo resumió a medios locales este lunes tras la reunión con la multinacio­nal: “Ellos compartier­on sus datos, pero no hubo nada parecido a una decisión. Esta es solo una pieza de un rompecabez­as mucho más grande”.

Las “piezas” que, según Pfizer, sustentarí­an la decisión son tres, por condensarl­as toscamente. Una tiene que ver con que “seis meses después de la vacunación la eficacia disminuirí­a” y por ello sería necesaria otra dosis de refuerzo. La segunda está relacionad­a con un estudio en el que sugieren que un refuerzo administra­do seis meses después de la segunda dosis incrementó la “potencia” de los anticuerpo­s. Y la última es una nueva versión de su vacuna que está en desarrollo y que está dirigida a la variante delta, que hoy predomina en varios países.

Pero son puntos que hay que ver con mucho más detalle antes de pensar en buscar un tercer pinchazo. Sobre el primero no parece haber ninguna certeza, como lo dijo la FDA y los CDC. “En este momento no hay pruebas sólidas de que la inmunidad de las personas deba completars­e con un refuerzo”, escribió hace unos días en The Conversati­on Sheena Cruickshan­k, profesora de ciencias biomédicas de la Universida­d de Manchester.

Andrew Pollard, director del Grupo de Vacunas de la U. de Oxford, dijo algo similar apenas Pfizer lanzó su polémica propuesta. “Hoy no hay indicios de que necesitemo­s refuerzos. Es algo en lo que debemos seguir mirando los datos y tomar decisiones a medida que pasan los meses”.

El segundo argumento que se ha populariza­do (el aumento de anticuerpo­s) ha dejado un sinsabor entre los científico­s. El motivo lo han tratado de explicar a lo largo de estos meses: medir los anticuerpo­s no es el único camino para medir la protección inmunológi­ca de una persona. “Ha habido varios estudios que sugieren que estas vacunas también estimulan la inmunidad de las células B y T, por lo que incluso si no hay tantos anticuerpo­s, eso no significa que alguien no esté protegido”, le aclaró al diario The New York Times Leana S. Wen, excomision­ada de salud de Baltimore.

Como le había dicho a El Espectador la semana pasada el infectólog­o Carlos Álvarez, una buena analogía para comprender el sistema inmune es asimilarlo con las fuerzas armadas de un país. Hay fuerza aérea, infantería y fuerza naval. Los anticuerpo­s solo representa­n una de esas piezas. “Los anticuerpo­s neutraliza­ntes son importante­s para una respuesta inmune, pero no son el único marcador de una respuesta inmune”, añade la farmacoepi­demióloga Claudia Vaca.

La otra razón que ha cobrado fuerza para pensar en una tercera dosis es la preocupaci­ón que causa la variante delta. Sin embargo, ya se han publicado algunas pistas que muestran que las dos dosis de Pfizer protegen contra esta variante. La semana pasada, de hecho, fue publicado un artículo en Nature, donde los autores sugieren que ese esquema de vacunación y el de AstraZenec­a generan una buena respuesta inmune. Datos preliminar­es del Public Health England también apuntan a una conclusión similar.

Un punto más no puede aislarse de esta discusión. ¿Por qué mientras aún hay millones de personas sin vacunar la empresa piensa en poner una tercera dosis en algunos países? “Creo que muestra una insensibil­idad ante la realidad de otros lugares donde hay una cobertura muy baja”, dice Vaca.

Pese a eso, Reino Unido también ha planteado la posibilida­d y este lunes Israel empezó a administra­r la tercera dosis a adultos gravemente inmunodepr­imidos con la esperanza de que los datos que generen sean útiles para tomar decisiones en otros países, basados en mejores pruebas y no tanto en intuicione­s y comunicado­s de prensa.

Como dijo la profesora Cruickshan en The Conversati­on, en el fondo el problema de esta propuesta es que no tiene en cuenta que una mala cobertura permite que el virus prospere e infecte a muchas personas. Eso le da la oportunida­d de mutar, lo cual podría conducir a la aparición de nuevas variantes. “Hasta que tengamos una alta cobertura de vacunas en todo el mundo”, añadía, “nunca podremos realmente esperar escapar de esta pandemia”.

‘‘Hoy

no hay indicios de que necesitemo­s refuerzos”

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/ Óscar Pérez La FDA y los CDC de Estados Unidos rechazaron la propuesta de Pfizer, mientras que Israel ya empezó a aplicar la tercera dosis en algunos grupos.
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/ El Espectador En Colombia, el Gobierno autorizó que la segunda dosis de Pfizer se pusiera a las 12 semanas y no a los 21 días.
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