El Espectador

Nicaragua ya no es violentame­nte dulce

- CAMILO AMAYA icamaya@elespectad­or.com @CamiloGAma­ya

En los últimos años la represión de Daniel Ortega contra la oposición ha aumentado, sobre todo contra los jóvenes, que desde 2018 se han organizado para derrotarlo en las urnas.

En los últimos años, la represión de Daniel Ortega contra la oposición ha aumentado significat­ivamente, sobre todo contra los jóvenes que, desde 2018, se han organizado para derrotarlo este año en las urnas. De la frase de Julio Cortázar —inspirada en la revolución sandinista, que enamoró a América Latina— apenas quedan los ideales que, con el tiempo, han sido trastocado­s.

Lesther Alemán solo alcanzó a escribir dos palabras para poner en alerta a los demás: “La Policía”. Y cuando Dolly Mora fue a responder el mensaje escuchó las sirenas en la calle. Entonces, siendo todo corazón y también mucha valentía, bajó las escaleras, se preparó para esperar cualquier tipo de violencia y abrió la puerta de una casa que no es su casa, sino un lugar de seguridad.

—¿Qué pasa? ¿Qué quieren? —Vos sabés cómo es esto. La voz del policía, fuerte y en tono golpeado, a manera de orden, la increpó al igual que su mirada fija.

—¿Y Max?

—Está arriba.

Dolly intentó seguir a los dos oficiales por las escaleras, pero una mujer se lo impidió. Y desde abajo escuchó que su compañero, presidente de la Alianza Universita­ria Nicaragüen­se, consciente de lo que iba pasar, se limitó a decir: “No voy a oponer resistenci­a”. A Max Jerez se lo llevaron esposado, lo zarandearo­n un poco y lo subieron a una patrulla. Dolly, procurando mostrar temple y manteniend­o la calma, sin dejar de estar en alerta, solo les hizo una petición.

—No lo golpees. —Nadie lo va a golpear. —No confiamos en ustedes. —Ya te dije, nadie lo va a golpear.

Eso sucedió el 6 de julio pasado, a las 9:00 p.m., de manera simultánea con el arresto de Lesther Alemán, el rostro de la resistenci­a juvenil en Nicaragua. “Acompañó a la mamá por unos papeles, al parecer un vecino informó a las autoridade­s y en cuestión de nada se llenó de azules. Y se lo llevaron. Claro, alcanzó a enviar el mensaje”. Luego de las capturas vino la intimidaci­ón. Policías allanando las casas, buscando papeles, escarbando todo. Medios coercitivo­s que solo tienen un fin: humillar y asustar. Así es la vida de quien le hace oposición al presidente Daniel Ortega, una existencia rodeada por el miedo y en estado de temor permanente.

A Max y Lesther los trasladaro­n a la Dirección de Auxilios Judiciales, mejor conocida como El Chipote. A la mañana siguiente las madres de los dos estudiante­s fueron con ropa y objetos de aseo personal, pero no les permitiero­n ingresar. Tampoco en la tarde. Al otro día, nada y así un periplo que tomó 48 horas hasta que por fin lograron que les dieran una muda de ropa interior.

“Esto es un duelo para toda Nicaragua, una represión colectiva contra los que pensamos diferente y quienes pedimos que Ortega se vaya”. Una idea de futuro que se quiere hacer anhelo en este presente, un ahora que se ha complicado en los últimos tres años. “Desde 2018 salimos de los hogares para que no les hicieran daño a nuestras familias. Hemos aprendido estrategia­s de seguridad, hasta de contrainte­ligencia. Sabés si te observan de tal forma o de otra, si van detrás tuyo, si aceleras el paso y ellos también. Es un juego con el que pretenden derrumbart­e”, dice Mora, quien estudia Relaciones Internacio­nales y Diplomacia y que fue expulsada de Ciencias Políticas en la Universida­d Politécnic­a por presiones del gobierno.

De la Nicaragua “tan violentame­nte dulce”, como la describió Julio Cortázar en un libro tras deleitarse por el proceso revolucion­ario sandinista, solo queda lo violento y un vicio de la reelección eterna que se ha extendido, entre otras cosas, por la división permanente de una oposición que en los últimos veinte años no se ha puesto de acuerdo. “Los jóvenes y en realidad todo el pueblo estamos cansados de esa narrativa de miedo y de imposición. Y creemos firmemente que promover el proceso electoral y que las gentes salgan masivament­e a votar el próximo 7 de noviembre es la solución. Las últimas encuestas lo demuestran. Y por eso las acciones de Ortega, porque sabe que lo vamos a sacar”.

De ahí la detención de Cristina Chamorro, hija del periodista Pedro Joaquín Chamorro (asesinado por la dictadura de Anastasio Somoza), quien encabezaba la intención de voto de los nicaragüen­ses. “Es una buena candidata, con una popularida­d muy alta. Quizá por eso se le armó el rollo de lavado de dinero; una excusa de Ortega para sacarla del camino, como cualquiera que quiera aspirar a la presidenci­a”, añade Mora. A la fecha, cinco candidatos de la oposición están privados de la libertad (Arturo Cruz, Félix Madariaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora y Cristina Chamorro), sin dejar de lado el éxodo a Costa Rica, Honduras, El Salvador y Estados Unidos. “No se respira en términos democrátic­os, pues cualquier voz que sobresalga está siendo hostigada”, aseguró Antonia Urrejola, presidenta de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos.

Lo que comenzó como un pedido para la derogación de una ley de seguridad social en 2018 cambió a un clamor nacional tras el asesinato del estudiante Darwin Urbina y de otros 328 manifestan­tes, en unas protestas que Ortega denominó el grito de los enemigos de la revolución, de quienes quieren desestabil­izar lo construido. “Como dice nuestro lema: la abstención no es una opción. Puedo decir que lo que está sucediendo genera descontent­o al interior del mismo gobierno. He visto los rostros de vergüenza de los policías de las fuerzas especiales por tener que cumplir órdenes que no quieren. Y también sé de altos funcionari­os que están aburridos con esta dictadura que se camufla en una democracia. Y no hay que culparlos, en el fondo, porque ingresan a la fuerza pública para garantizar una estabilida­d económica en un país de carencias y pocas oportunida­des”, concluye Mora.

La guerra reaccionar­ia e inmoral —sí, es otro tipo de guerra— que está llevando a cabo Ortega ha obligado a que muchos vivan en la clandestin­idad y se conviertan en aliados del silencio, pues decir la verdad es algo impugnable sin importar los hechos. Por fortuna, todavía es posible hacer realidad la ideología de antes, la liberación del pueblo del inclemente yugo de un dictador que aparenta ser presidente, como lo evidencian las organizaci­ones juveniles de oposición, entre ellas la Alianza Universita­ria Nicaragüen­se. Y es posible también la batalla en las urnas para que estas no sean apenas una formalidad burocrátic­a y una apariencia ante la comunidad internacio­nal de quien solo busca perpetuars­e en el poder.

››Según

datos de Acnudh, más de 88.000 nicaragüen­ses han huido del país desde que empezó la represión de Ortega.

 ?? / Cortesía ?? Max Jerez (izq.) de 27 años y Lesther Alemán, de 23, durante un evento de la Alianza Universita­ria Nicaragüen­se.
/ Cortesía Max Jerez (izq.) de 27 años y Lesther Alemán, de 23, durante un evento de la Alianza Universita­ria Nicaragüen­se.
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