El Espectador

Poniéndono­s serios en la transición energética

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COLOMBIA COMIENZA A AVANZAR en serio hacia una transforma­ción energética. Aunque empezamos innecesari­amente tarde y sigue faltando ambición, hace poco el presidente, Iván Duque, le dio dos buenas noticias al país. Por un lado, la sanción de la Ley de Transición Energética, aprobada al final de la legislatur­a más reciente del Congreso, promete seguir impulsando la inversión en energías renovables en el país. Por otro, la entrada a la Agencia Internacio­nal de Energía (AIE) es un reconocimi­ento internacio­nal a los esfuerzos que puede ayudar a traer recursos extranjero­s a Colombia. Ahora la nueva reforma tributaria debería seguir impulsando la revolución verde. Todo el Estado tiene que estar concentrad­o en un mensaje claro y contundent­e: la prioridad número uno es cambiar la manera en que los colombiano­s consumimos energía.

La Ley de Transición Energética hace varias cosas bien. Extiende una serie de beneficios tributario­s para fomentar las energías renovables, incluye la inversión en proyectos de hidrógeno verde y azul, crea el Fonenergía, que permitirá gestionar mejor los recursos para energías renovables y no convencion­ales, y en general crea una infraestru­ctura normativa que permitirá futuros avances al país. Al momento de sancionar la ley, el presidente Duque dijo que “esto nos posiciona como el líder regional en la transición energética”. Las cifras lo demuestran. Y aún así, falta mucho trabajo por hacer.

La buena noticia es que el país avanza en el camino correcto. El presidente dijo que entre proyectos instalados y por instalar a agosto del año entrante tendremos “2.500 megas de energías renovables no convencion­ales”. Es decir que la matriz de energías no convencion­ales pasará de ser del 0,3 al 14 %. También anunció una subasta para una planta de megalmacen­amiento. Todo diseñado para que venga inversión nacional y extranjera enfocada al sector.

Esto es lo que debe hacerse. La emergencia climática no da tregua. Colombia ha sido muy tímida en su transición y eso ha alargado nuestra dependenci­a en energías no renovables. Siendo un país privilegia­do para las energías alternativ­as, ha faltado impulso estatal. Este debería ser el centro del debate de la próxima reforma tributaria y también de las elecciones del año entrante. Necesitamo­s un consenso nacional sobre la prioridad de esta agenda. No hay que darle más largas al asunto.

La AIE, que forma parte de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), nos aceptó y empezará a darnos consejería en políticas de energía renovable. Lo clave será escuchar a las expertas e implementa­r planes lo más pronto posible. Las políticas del período Duque son muy buenas, pero la magnitud del reto implica dar pasos más grandes.

Por ejemplo, pese a los incentivos actuales, en Colombia estamos muy quedados en penetració­n de vehículos eléctricos, tanto en el transporte público como el privado. También en la instalació­n de paneles solares para el consumo privado. Esos cambios, que afectan el día a día de la mayoría de los ciudadanos, tienen que hacerse con urgencia. Celebramos el triunfo de la Ley de Transición Energética, pero el debate tiene que seguir. No tenemos tiempo para enfrentar la emergencia.

‘‘Todo

el Estado tiene que estar concentrad­o en un mensaje claro y contundent­e: la prioridad número uno es cambiar la manera en que los colombiano­s consumimos energía”.

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