Laserna en Plural
La exposición “El empate”, de Juan David Laserna, lleva ese título porque, así como la vida, la muestra pretende ser un lugar intermedio entre la victoria y la derrota, entre el anhelo de inmortalidad de los artistas y la vida efímera que tiene o puede te
Hasta el 30 de julio estará en Plural la exhibición El empate, de Juan David Laserna. Se trata de la primera muestra individual que se organiza en este espacio cultural dedicado a la exposición de proyectos de arte contemporáneo.
Cuatro momentos distintos y singulares componen la muestra. En el primer piso, el visitante encuentra cincuenta y un dibujos en carboncillo sobre papel Edad Media salidos de la mano y la imaginación del artista. Allí el espectador, con su mirada siempre poblada de recuerdos y sensaciones, aprecia la disposición azarosa de los dibujos, dándoles organización y sentido a los temas variados de cada una de las piezas.
En el piso superior del espacio, el visitante encuentra tres grabados realizados de manera expresa para este segundo momento de la muestra, llamado Nacionalista
doméstica. Además de los tres grabados, se pueden apreciar los bocetos para la elaboración de las obras y las planchas de cobre realizadas y empleadas para la impresión de los grabados; trabajo hecho con el apoyo técnico de Taller Circular.
Un tercer momento de la muestra lo constituye la crítica de los asistentes. Hasta el 23 de julio se pueden enviar a Plural los comentarios o críticas que la exposición haya podido suscitar, en el género que prefiera el espectador: prosa, verso rimado o libre, cuento corto o novela larga. Los autores de los tres mejores textos serán premiados con uno de los grabados expuestos en la segunda planta.
Y un último momento, el 30 de julio. Además de la entrega de los grabados y de la clausura de la exposición, se retirarán los dibujos en papel que habían sido pegados a las paredes con engrudo.
La muestra se titula El empate porque, como la vida, la exposición pretende ser un lugar intermedio entre la victoria y la derrota, entre el anhelo de inmortalidad de los artistas y la vida efímera que tiene o puede tener la obra; es también el escalón intermedio entre la euforia de la victoria y
el lamento de la derrota; un empate entre el quehacer de los artistas y el destino, siempre incierto, que le depara a la obra; es esa partida terminada en tablas que tiene dignidad suficiente y arroja a los participantes del teatro del mundo a la esperanza de un nuevo comienzo, o de otro comienzo —distinto, ojalá mejor— como los que depara el diario vivir.
Las obras, pensadas como un ejercicio deliberado de dibujo para esta exposición y creadas con el propósito de ser exhibidas y destruidas, dejarán de existir gracias a la labor de los asistentes que culminarán la propuesta expositiva del artista. Solo quedará de la muestra el registro fotográfico que la hará perdurar y el recuerdo agradecido de la belleza que el artista sabe procurar.
Y no puedo pensar en un empate más justo entre lo efímero y lo perdurable.