El cortocircuito en la búsqueda de desaparecidos
Esta semana se confirmaron dos muertes de personas que habían sido reportadas como desaparecidas. Sus allegados y las organizaciones que acompañan estas búsquedas coinciden en que hay una evidente desarticulación entre las instituciones encargadas de estos procesos.
Tener a un familiar desaparecido es quizás una de las sensaciones más angustiantes para un ser humano. En Colombia, el conflicto armado y, en general, la violencia que ha golpeado al país por décadas derivó en la desaparición de unas 120.000 personas, por lo que el Acuerdo de Paz creó un mecanismo de justicia transicional para tratar de ubicar a quienes salieron de sus hogares y nunca volvieron. En Bogotá, por estos días, hay también decenas de familias buscando a aquellos seres queridos que salieron a participar en las marchas y hoy no saben de su paradero.
Esa zozobra fue la que acompañó por más de un mes a la familia de Duván Barros. Aunque el joven de 17 años desapareció el pasado 5 de junio y al día siguiente su cadáver ingresó a Medicina Legal, apenas lo identificaron esta semana. Pero como las desapariciones están sujetas a muchos otros aspectos, más allá de las protestas, esta semana, en un hecho aislado, se conoció otro caso: el de Juan David Cuervo, de 24 años, a quien reportaron como desaparecido el 19 de junio y también lo encontraron sin vida.
De acuerdo con Mariana Charri, madre de Cuervo, el joven nunca participó de las marchas, porque trabajaba de sol a sol en un parqueadero del barrio La Aurora (localidad de Usme). Sin embargo, igual que Dolores, madre de Duván, duró semanas enteras sin dormir por la incertidumbre del paradero de su hijo y la falta de respuestas de las instituciones encargadas de acelerar este tipo de búsquedas.
Y es que puede que la mayor dificultad a la hora de buscar ausentes es la falta de articulación institucional, pues por lo general cada entidad se limita a tomar una parte de la fotografía de cada caso. Incluso, las cifras varían de entidad a entidad, algo que hace aún más compleja la tarea. Según Medicina Legal, hay reporte de 952 personas desaparecidas entre enero y mayo de este año en Bogotá. En el contexto particular de las protestas, la Personería reporta que a la fecha, tras recibir 81 denuncias, 69 personas fueron ubicadas y aún hay 12 casos que siguen en verificación.
Fue la misma Personería la que, luego de la confirmación de la muerte de Duván Barros, sugirió que debería haber mayor comunicación entre las organizaciones, porque la información sobre los casos suele ser confusa y muy variable de entidad a entidad. Ese mismo llamado lo hizo Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), creada mediante el Acuerdo de Paz, quien manifestó que si bien existen herramientas creadas para la articulación, estas no están siendo alimentadas con oportunidad y calidad de la información que se requiere, para que las familias tengan instrumentos para buscar a sus seres queridos.
“Generalmente las personas acuden al Instituto de Medicina Legal, a la Fiscalía y a las estaciones de Policía en procura de algún tipo de información, que les oriente para saber qué pasó con su familiar”, indicó Monzón, quien agregó que no existe la articulación para brindar una respuesta coordinada. “La falta de comunicación entre las distintas instituciones a partir del reporte de una desaparición es lo que más dilata las respuestas a los familiares. Los parientes empiezan a recibir información parcializada de cada institución o de ninguna, en los casos más graves”.
Ante la falta de coordinación, muchas veces son las organizaciones de derechos humanos y las fundaciones de búsqueda de desaparecidos las que terminan haciendo la labor, pero, por supuesto, no tienen todo el aparato tecnológico y logístico para dar con los desaparecidos, como lo señaló Yanette Bautista, directora de la Fundación Nydia Érika Bautista, que acompañó tanto a la familia de Duván como a la de Juan David.
“Terminamos haciendo una tarea que le corresponde al Estado, pues la articulación es un grave problema. Es una recomendación internacional y no ha sido posible, y esto revictimiza a las familias”, aseguró Bautista, quien también mencionó amenazas y represalias contra familiares de desaparecidos, que nunca son investigadas, como otros posibles escollos a la hora de buscar a los seres queridos.
En lo estrictamente relacionado con las desapariciones en el marco del paro nacional, hay un problema adicional, y es que hay exceso de reportes debido a la misma naturaleza de las movilizaciones. En las marchas hay situaciones como que un celular se quedó sin batería, que un joven decidió quedarse en la casa de un amigo sin avisar o cualquier otro inconveniente que corte la comunicación con su familia. No obstante, la denuncia de los colectivos de DD. HH. es que por esas situaciones muchas instituciones deciden esperar antes de activar los mecanismos de búsqueda.
“Identificamos que las instituciones se tiran la pelota y no siempre les interesa investigar. Además de desarticulación, hay negligencia y desinterés. Al ser muchos casos, solo se activan cuando empiezan a preguntar las familias o cuando son mediáticos”, concluyó Lucía Osorno, integrante del colectivo Vuelve pronto.
Cada entidad tiene y defiende su mecanismo de búsqueda, pero situaciones como las que pasaron las madres de Duván y Juan David indican que no solo hay que fortalecerlos, sino tener una línea en la que coincida toda la información sobre desaparecidos, para evitar que más familias tengan que recurrir a sus propios métodos para poner fin a su angustia.