El hombre de las águilas, los ríos y la paz
EL HOMBRE DEL TÍTULO DE ESTA COlumna era Fernando Vela, médico reumatólogo y defensor de los animales y la tierra.
Era el hombre de la paz y la reconciliación. Tenía clara su posición frente a la ganadería extensiva, la extracción de madera, la minería a gran escala y los cultivos ilícitos. Creó la Fundación Rumi Kumu y animó a los ciudadanos del Caquetá —donde nació— a presentar tres tutelas con el fin de declarar como sujetos de derechos los ríos Caguán, Pescado y Caquetá.
Fernando quería cambiar grandes universos y lo estaba logrando. Sumar ideas en Colombia para crear transformaciones es un reto y él lo conseguía caminando, montándose en pequeños aviones o lanchas para hablar con comunidades, funcionarios del Estado y excombatientes. Había salvado a muchos animales del tráfico de fauna y estaba sacando adelante el proyecto “Soy Harpía Caquetá” con el fin de conservar el águila harpía.
Por soñar con un país mejor lo mataron el 3 de julio en Florencia, capital del Caquetá.
Global Witness reportó el 29 de julio de 2020, es decir, hace exactamente un año, que Colombia encabezaba el listado mundial con 64 ambientalistas asesinados. Que quede claro: Colombia es el país más peligroso para ser un líder ambiental. Nos siguen (con cifras de 2019) Filipinas con 43 víctimas, Brasil con 24, México con 18 y Honduras con 14.
De acuerdo con el informe, las víctimas por sectores estaban divididas así: por reclamación de tierras, 45 personas fueron asesinadas; por sustitución de cultivos, 14; por minería, 3; otros, 2. De las 64 víctimas, la mayoría eran de poblaciones indígenas; en segundo lugar, campesinos y en tercer lugar, afrodescendientes. Los departamentos que más han cobrado víctimas son, en su orden, Cauca, Antioquia y Nariño.
“De forma impactante, más de la mitad de todos los asesinatos reportados el año pasado (2019) ocurrieron en Colombia y Filipinas. Es probable que, a nivel mundial, el número real de homicidios haya sido mucho mayor, ya que normalmente los casos no son documentados”, señaló la ONG.
Francisca Stuardo, asesora de comunicaciones de Global Witness, afirmó en una entrevista para El Tiempo el 6 de agosto de 2020: “La impunidad es una señal de que es posible hacerle cualquier cosa a una persona y no va a haber consecuencias, no hay una institucionalidad que se haga cargo de tomar medidas para que hechos similares no vuelva a ocurrir. La falta de políticas públicas y la falta de respeto de los compromisos internacionales adquiridos por Colombia se evidencian en esta situación”.
Entre enero y julio 12 de 2021, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos conoció 118 alegaciones por asesinatos de personas defensoras. De estas pudo verificar 38 casos, 39 casos están en proceso de verificación y 41 casos son no concluyentes. La cifra no tiene discriminados los tipos de defensores, pero la entidad me confirmó que allí están incluidos los ambientalistas.
¿Recuerdan quién fue el primer ambientalista asesinado este 2021 en Colombia? Fue Gonzalo Cardona, “el guardián de los loros orejiamarillos”. Lo mataron el 11 de enero en Barragán, un corregimiento de Tuluá, Valle del Cauca. No ha habido un solo atisbo de justicia.
De los ciudadanos hartos de la violencia depende que los crímenes contra Gonzalo, Fernando, los otros 64 ambientalistas y los que no ha consolidado el Estado colombiano no sean parte de más cifras de impunidad. ¿Porque qué le espera a un país que mata a la gente que defiende nuestro territorio?
Esta columna es para ti, Fernando, para la comunidad que tanto te apoyaba y admiraba, para tu familia y amigos. Te escribo con el alma ennegrecida y hecha pedazos.