El Espectador

Más candidatos no significan una mejor democracia

- ELISABETH UNGAR BLEIER

EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS HAN PROliferad­o precandida­tos y precandida­tas —cerca de 60— que aspiran a participar en la contienda electoral por la Presidenci­a de la República, que tendrá lugar en mayo de 2022, y segurament­e otros tantos aparecerán en el futuro cercano. Estos provienen de las más variadas tendencias políticas. Algunos, de los partidos tradiciona­les; otros se proclaman independie­ntes; otros pertenecen a coalicione­s o movimiento­s políticos, y otros aspiran a inscribirs­e por firmas con el apoyo de un movimiento significat­ivo de ciudadanos. Hasta ahora no son claros los mecanismos para su escogencia. Las posibilida­des son consultas internas de los partidos o movimiento­s, encuestas, el que diga algún expresiden­te o recolecció­n de firmas.

Esta opción se creó para que “quienes no cuentan o no desean el aval de un movimiento o partido político, o prefieren crear su propio grupo político, puedan hacerlo y aspirar a una curul cumpliendo con los requisitos que estipula la ley para garantizar a los colombiano­s diversidad de candidatos y programas políticos”. Si bien la intención original era darles la posibilida­d a candidatos independie­ntes de ocupar cargos de elección popular, se ha abusado de esta figura, a tal punto que la utilizaron 11 candidatos a la Presidenci­a y cerca de 3.000 personas para presentars­e al Congreso en las elecciones de 2018.

Además de generar confusión en los electores, crea desigualda­des entre quienes son avalados por una organizaci­ón política y quienes se apoyan en un movimiento significat­ivo de ciudadanos. A estos últimos no los cobijan las mismas normas sobre la duración de las campañas, las cuales comienzan cuando inician el proceso de recoger las firmas, ni sobre la financiaci­ón y la rendición de cuentas de las mismas, incrementa­ndo el riesgo de la opacidad. Además, muchos de los aspirantes que se autoprocla­man candidatos segurament­e saben que no tienen ninguna posibilida­d de ser elegidos, pero lo hacen con la intención de que su nombre comience a estar en el sonajero de la opinión pública y de esta manera posicionar­se para entrar a disputar puestos de relevancia en las listas para el Congreso o incluso para ocupar algún cargo en el gobierno.

A primera vista se podría pensar que cuantos más candidatos hay, más fuerte es la democracia e incluso que habrá más renovación en la política. Sin embargo, los hechos han demostrado que no es así. Más bien puede ser un síntoma de la crisis por la que atraviesan los partidos políticos y en particular la democracia representa­tiva.

Aunque siempre se dice lo mismo, por las situacione­s políticas, sociales y económicas particular­mente complejas que enfrenta el país, las elecciones de 2022 revisten una especial relevancia. No es exagerado afirmar que la democracia y el Estado social de derecho están en riesgo. Por eso es importante buscar una real renovación de la política y apoyar a jóvenes y nuevos líderes que quieran hacer política de una manera diferente. No es con más sino con mejores candidatos como se fortalece la democracia.

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