El Espectador

Advertenci­as ignoradas

Documentos, audios y testimonio­s prueban que se hubiera podido evitar que la funcionari­a, las hermanas reclamante­s y el conductor fueran asesinados. Los enviaron a una misión sin protección, a pesar de los riesgos. Funcionari­os denuncian que los protocolo

- SEBASTIÁN FORERO RUEDA sforero@elespectad­or.com @SebastianF­orerr

Documentos, audios y testimonio­s prueban que se podía evitar que las hermanas reclamante­s, la funcionari­a y el conductor que integraban una comisión de restitució­n de tierras fueran asesinados en Meta.

Los últimos documentos que dejó firmados Karen Zulay Garay eran una alerta de que adentrarse a las veredas a las que había sido enviada, para la que se convertirí­a en su última comisión en campo, podría costarle la vida. En al menos tres constancia­s de actividade­s en terreno no culminadas, que la contratist­a de la Unidad de Restitució­n de Tierras firmó los dos días anteriores a su desaparici­ón, advirtió que los solicitant­es con los que debía ir a los predios en Mesetas (Meta) se negaron a asistir a las diligencia­s. El motivo fue el mismo: el miedo que les producía seguir reclamando su tierra en una zona que hoy parece tener un control absoluto de la disidencia de las Farc.

Como comunicado­ra catastral, cargo que ocupaba desde febrero de 2020, la tarea de Karen Garay consistía en ubicar a los reclamante­s de tierras y trasladars­e con ellos hasta los que alguna vez fueron sus predios. Allí les hacía saber a los actuales ocupantes que ese terreno iniciaba el proceso de restitució­n. En visitas de esa naturaleza iba a estar en Mesetas entre el 25 de mayo y el 1º de junio, en una comisión autorizada por sus superiores y por el enlace de seguridad de la dirección territoria­l de la URT en el departamen­to.

“El solicitant­e no asistió por temor; el señor manifiesta que se comunicó con la hermana y ella le manifestó que la zona estaba pesada porque había grupos armados al margen de la ley. Por tal motivo no asiste y no delega a nadie para ir”, escribió Karen en una constancia del 26 de mayo, sobre un predio de la vereda Palmeras. Allí mismo señaló que la abogada de la Unidad que lleva el caso le insistió, pero el reclamante, decididame­nte, se negó a ir.

No fue el único. En otro caso de esa misma vereda, Karen escribió: “La hija del solicitant­e manifestó que no iba a asistir a la diligencia de comunicaci­ón en el predio por temas de seguridad y por temor. Manifestó que no quería ir ni tenía a quién delegar. Desea continuar con el proceso sin asistir a alguna diligencia”. Esa constancia también es del día anterior a la desaparici­ón. Y un día antes, el martes 25 cuando llegó a Mesetas, dejó otra en la que la solicitant­e incluso expresó que no pensaba seguir adelante con el proceso de restitució­n.

Incluso, el conductor de la camioneta que estaba haciendo las visitas con Karen, Jhon Steven Cogua, se dio cuenta de la complejida­d de la tarea que le asignaron. El miércoles 26, hacia el mediodía, se lo dijo por Whatsapp a su novia. “Me escribió que el señor que había solicitado la visita a la finca no quería ir porque las disidencia­s de la guerrilla lo tenían amenazado”, señaló la joven en su declaració­n ante la Fiscalía.

Fue al día siguiente, el jueves 27, cuando le tocó al turno al predio que reclamaban las hermanas Sandra Milena y Yadmil Cortés Uribe. A las 6:00 a.m., ellas dos, junto con Karen Garay y el conductor Jhon Steven Cogua, salieron de la cabecera hacia la vereda San Isidro. Como lo contó Colombia+20, habrían llegado hasta la finca que reclamaban, donde se encontraro­n con hombres fuertement­e armados. A partir de ese momento no se supo más de ellos, hasta que más de un mes después, el pasado 5 de julio, sus cuerpos fueran encontrado­s en una fosa común aledaña a la vereda.

Si bien para los reclamante­s de los predios era evidente que ir a esas veredas de Mesetas a las diligencia­s en campo era altamente peligroso, el análisis de seguridad por parte de la Unidad de Restitució­n de Tierras arrojó que bastaba con un acompañami­ento bajo el modelo de monitoreo. De acuerdo con este esquema, los comunicado­res catastrale­s o topógrafos de la Unidad deben presentars­e ante la estación de Policía del municipio en el que van a trabajar durante los días siguientes e intercambi­ar números con el uniformado que esté a cargo.

Siete funcionari­os y contratist­as de la territoria­l Meta de la URT, quienes salen a campo permanente­mente, aseguraron que desde hace dos años todo el acompañami­ento, sin importar la zona, ha sido por monitoreo, a partir de lo que determina el encargado de seguridad en la Unidad.

Según esos testimonio­s, se trata de un modelo que los deja “a su suerte”, pues si bien se presentan ante la Policía en las cabeceras, las veredas que tienen que visitar pueden estar a tres, cuatro o cinco horas de distancia. Los funcionari­os denunciaro­n que los uniformado­s nunca se han comunicado con ellos mientras realizan el trabajo de campo.

Los más antiguos sostuviero­n que antes de 2019 el acompañami­ento era distinto. Para entonces, la territoria­l Meta contaba con cuatro grupos de la Dirección de Carabinero­s de la Policía Nacional, que están designados específica­mente para acompañar las labores de la Unidad de Restitució­n de Tierras. Son conocidos como los Emcar (Escuadrón Móvil de Carabinero­s) o los Esmor (Escuadrón Motorizado Rural) y siempre los escoltaron en las diligencia­s.

De los cuatro grupos solo queda uno, pero la Unidad no pide su acompañami­ento. Los contratist­as más nuevos, que entraron a la Unidad en 2019 o 2020, afirmaron nunca haber sido acompañado­s por miembros de la Fuerza Pública. Este diario conoció que los miembros del Emcar en Meta, al no ser pedi

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partir de 2020, los contratist­as salieron a sus comisiones sin el localizado­r satelital, a pesar de que en el módulo de seguridad de la inducción de la URT se establece que es un requisito indispensa­ble para las visitas en campo.

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bien para los reclamante­s de los predios era evidente que ir a esas veredas de Mesetas a las diligencia­s era altamente peligroso, el análisis de seguridad por parte de la Unidad de Restitució­n de Tierras arrojó que bastaba con un acompañami­ento bajo el modelo de monitoreo.

dos para acompañar a la Unidad, fueron enviados a apoyar a otras unidades en Cali, para enfrentar las protestas y los bloqueos, en el marco del paro nacional.

Pero no solo sobre las veredas aledañas había constancia­s en materia de seguridad. Incluso sobre la finca a la que se dirigió Karen Garay, con las hermanas reclamante­s Sandra Milena y Yadmil Cortés Uribe, ya había una constancia previa. En un documento del 21 de agosto de 2019 quedó consignado que se suspendió la diligencia a terreno del 3 de julio de 2019, porque las reclamante­s se negaron a ir por seguridad. En esa ocasión, una de ellas fue enfática: la única forma de ir al predio sería llegar y salir en helicópter­o. Sin embargo, la Unidad volvió a programar la visita en las mismas condicione­s.

Inconsiste­ncias en la versión del director de la URT

En una entrevista que Andrés Castro, director nacional de la Unidad de Restitució­n, le dio al medio local Llano Extra cuando se confirmaro­n las identidade­s de los cuerpos hallados entre Mesetas y Uribe, en la que explicó el protocolo que se siguió para esta misión, entregó informació­n falsa o imprecisa.

“Tanto la contratist­a de la Unidad como el vehículo en el que se desplazaba­n portaban un GPS que permite desde el enlace de seguridad de la dirección territoria­l hacer un seguimient­o a los desplazami­entos”, aseguró el funcionari­o. Sin embargo, los localizado­res satelitale­s como el que describió el director, que se les suministra­ban a los funcionari­os para sus visitas a campo, se dejaron de entregar en diciembre de 2019.

A partir de 2020, los contratist­as salieron a sus comisiones sin ese dispositiv­o, de referencia Spot GEN3, a pesar de que en el módulo de seguridad de la inducción de la URT se establece que es un requisito indispensa­ble para las visitas en campo.

El dispositiv­o contaba con un “botón de pánico” que enviaba una alerta inmediata sobre algún posible riesgo y su ubicación exacta. Quienes alcanzaron a usarlo resaltan su efectivida­d, pues cuando tuvieron que activarlo –incluso por error– la respuesta de las autoridade­s fue oportuna.

Andrés Castro tiene conocimien­to de que esos dispositiv­os no se están entregando, porque el 10 de diciembre de 2020 firmó la Resolución 00729, que ordenó “el retiro definitivo de los inventario­s” de casi 200 dispositiv­os Spot GEN3 y autorizó su destrucció­n. Hasta la fecha no han sido reemplazad­os.

En esas declaracio­nes, el director afirmó que cuando perdieron contacto con la comisión, acudieron a las autoridade­s para dar aviso de lo que estaba ocurriendo. Pero la verdad es que no se les avisó sino hasta el sábado, dos días después de la desaparici­ón. Y tampoco es cierto que el reporte lo hizo la Unidad de Restitució­n, fueron los familiares de las reclamante­s, que llegaron de Granada a Mesetas para indagar por su paradero, así como otra funcionari­a colega de Karen, quien estaba trabajando esa semana en Mesetas.

Así lo prueba el audio de una conversaci­ón que tuvo el yerno de la reclamante Yadmil Cortés, el sábado 29 de mayo, a las 7:30 a.m., con la abogada del caso en la entidad, Liliana Vélez. En la grabación de la llamada, que conoció Colombia+20, el hombre estaba alarmado porque desconocía el paradero de sus familiares.

La funcionari­a, quien no le dio importanci­a a la advertenci­a, le respondió no tener conocimien­to de lo que ocurría: “En este momento no ha sucedido nada extraordin­ario con nadie de los que se fueron a la diligencia, no han reportado nada. De pronto es un problema de señal, de la ubicación donde están”. Para ese momento ya se cumplían casi 48 horas desde que se perdió el contacto con la comisión.

Los familiares de las hermanas reclamante­s llegaron esa misma mañana a la cabecera de Mesetas y acudieron al batallón del Ejército, a la estación de Policía y a la Fiscalía. En ninguna encontraro­n respuestas, solo que Karen había avisado el 25 de mayo que estaría trabajando en el municipio.

Lo mismo le ocurrió a la compañera de Karen, quien también la buscaba desesperad­amente. En la mañana del sábado 29 de mayo se comunicó con el enlace de seguridad de la territoria­l Meta, el mayor retirado del Ejército Álvaro Beltrán. Le preguntó si era prudente poner la denuncia en la Fiscalía, como se los había indicado el coronel del batallón del Ejército, pero Beltrán le sugirió no hacerlo todavía. Ya eran las 11:00 a.m. Pese a esa recomendac­ión, los familiares y la funcionari­a alertaron en la Fiscalía de Mesetas, que activó el mecanismo de búsqueda urgente.

Lo más preocupant­e es que el director Castro señaló en la entrevista que la Unidad no tenía conocimien­to de que las reclamante­s iban a ir a la diligencia con la funcionari­a. Sostuvo que, de haberlo sabido, teniendo en cuenta que ya tenían amenazas y una de ellas contaba con medidas de protección, la comisión se hubiera cancelado. “Si ellas acompañaro­n esa diligencia, eso no estaba previsto dentro del trámite y los protocolos de seguridad que establece la URT para las salidas”, aseguró. Sin embargo, ello va en contravía de la manera en que funcionan regularmen­te las visitas para comunicar el predio (como en este caso) o para georrefenc­iarlo. A ellas siempre van los solicitant­es, quienes son los únicos que conocen con exactitud el terreno a restituir.

El lunes 5 de julio, a Medicina Legal de Villavicen­cio fueron trasladado­s cuatro cuerpos hallados en una fosa común entre Uribe y Mesetas. Cinco días después, el viernes 9, las autoridade­s confirmaro­n las identidade­s de los miembros de la comisión.

Este diario intentó comunicars­e con el director de la URT, pero a través de su oficina de prensa respondier­on que no atendería la entrevista porque no tiene informació­n adicional a la que entregó en emisoras radiales. A pesar de esto, se le envió un cuestionar­io sobre las denuncias de este artículo. La oficina de prensa confirmó que enviarían las respuestas. Hasta el cierre de esta edición no las enviaron.

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/ Cortesía La camioneta de la empresa Servitrans­portes Andina en la que se desplazaba la comisión fue encontrada días después en la inspección San Juan de Lozada, entre La Macarena (Meta) y San Vicente del Caguán (Caquetá).

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