El Espectador

El laberinto de los militares colombiano­s detenidos en Haití

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Al tiempo que crecen las detencione­s y se clarifican los nombres de los posibles autores intelectua­les del magnicidio y empresas contratant­es, es incierta la situación judicial y humanitari­a del grupo de militares colombiano­s que permanecen bajo la custodia de la Policía.

Al rompecabez­as del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, cometido en su residencia privada en el barrio de Pelerín de Puerto Príncipe, le siguen faltando piezas. Se produjo un intempesti­vo y violento cambio de poder en el país centroamer­icano y un grupo de exmilitare­s colombiano­s ahora es señalado de intervenir en el magnicidio. Pero el hombre que reclutó al grupo, cuyo objetivo no es claro si era conocido por todos, salió muerto en hechos aún inciertos.

Se llamaba Duberney Capador, un exsargento viceprimer­o del Ejército que el pasado 6 de mayo, junto a los hermanos Germán (capitán retirado del Ejército) y Jonathan Rivera y Ronal Ramírez, expolicía, abordó el vuelo CM877 de Copa con destino a Santo Domingo. La primera estación de una extraña operación militar privada que cuatro días después se trasladó a Puerto Príncipe, a una casa situada en la vecindad de la Embajada de Alemania, desde donde se habrían organizado selectas reuniones.

De manera paralela se creó una cuenta de Whatsapp para invitar a la misión. El grupo fue llamado “Esfuerzo Principal” y fue coadminist­rado por Duberney Capador y el exmilitar y enfermero Gerson Mendivelso. Esa convocator­ia determinó que el 4 de junio en el aeropuerto El Dorado una veintena de exmilitare­s abordara el vuelo 0252 de Avianca con rumbo a República Dominicana, a desarrolla­r la misión para la que fueron contratado­s. Ese mismo día cruzaron la frontera con Haití por el paso fronterizo de Carrizal.

¿Cuánto sabían de lo que debían hacer, cómo se prepararon y cuántos entraron a la residencia privada del presidente? Son interrogan­tes por resolver antes de lo sucedido minutos después de la medianoche del 7 de julio. Según declaracio­nes entregadas a los medios de comunicaci­ón por Jenny Capador Giraldo, hermana de Duberney, en el momento crítico de la acción, él le escribió para decirle que habían llegado tarde a proteger a la persona designada y que ahora la Policía los tenía acorralado­s.

Capador murió, aunque no es claro si fue durante el combate con la Policía. Germán Rivera fue capturado, lo mismo que Gerson Mendilveso. Ronal Ramírez y Jonathan Rivera se entregaron en Bogotá. No se conocen sus declaracio­nes. En cambio sí han trascendid­o otros detalles. Por ejemplo, el nombre del dueño de la empresa CTU Security, logo que portaba el propio Duberney. La firma de seguridad en Estados Unidos que pagó los pasajes de los exmilitare­s a Haití, constituid­a en marzo de 2008 en Miami por el ciudadano venezolano Antonio Intriago.

Un exiliado que se quedó a vivir en el estado de Florida y que, entre una decena de sociedades, junto a su enlace en Colombia, Arcángel Pretelt Ortiz, un exmilitar caleño muy activo en los preparativ­os de la operación junto a Duberney Capador, coadminist­ra en el sector de Doral su Counter Terrorist Unt Federal Academy LLC. Además de su próspero negocio de seguridad, también es plataforma de oposición al gobierno de Nicolás Maduro.

Eso explica que el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, sindique a Intriago de haber intervenid­o en el ataque a Maduro en agosto de 2018.

Este activismo internacio­nal lo ha llevado a situarse en múltiples escenarios públicos afines a su cruzada política, con fotos de personalid­ades y políticos, como la que se tomó con Iván Duque en febrero de 2018, dejando memoria gráfica de un momento social en su agenda y en la del entonces candidato presidenci­al. Otra de sus sociedades, Venezuela somos todos, lleva el nombre del concierto contra el gobierno Maduro que se organizó en Cúcuta en febrero de 2019, y en que, se afirma, hubo apoyo del exiliado Intriago.

Previament­e, en 2015, CTU Security había respaldado la campaña “Unidos por Salgar”, que suministró ayuda a los damnificad­os de la tragedia ocurrida en ese municipio antioqueño el 18 de mayo, cuando se desbordó la quebrada Liborina. El invitado fue el expresiden­te Álvaro Uribe, al que se le vio junto al pendón con el logo de CTU. Días de vitrina internacio­nal para Intriago y sus asociados, que después se involucrar­on en acciones operativas, al punto de que ahora está en los ojos del mundo por el asesinato de un presidente.

Lo mismo que el médico haitiano radicado en Florida Christian Enmanuel Sanon, quien se habría encontrado en Puerto Príncipe con protagonis­tas del hecho y ya fue detenido por las autoridade­s. Una versión dice que buscaba ser presidente de Haití y los colombiano­s iban a protegerlo. El dilema es que ahora están señalados del magnicidio. Entre los detenidos también está Dimitri Hérard, jefe de seguridad del asesinado. En su contra pesa una sospecha afín con la mayoría de detenidos. Entre enero y mayo viajó dos veces a

Ecuador con escalas en Bogotá.

En la acción criminal sobrevivió la esposa del presidente, Martine Moïse, quien se repone de sus heridas en Miami y ha aportado detalles, como que los asesinos hablaban en español. De cualquier modo, el exsenador Steven Benoit calificó lo sucedido como una trampa a los militares colombiano­s creada por la seguridad presidenci­al, autora del magnicidio. Cierto o no, la sartén por el mango la tiene la justicia haitiana y ahora gobierna Claude Joseph, primer ministro que salió salpicado en una de las versiones que lo vinculan con la autoría intelectua­l del asesinato, aunque la Policía haitiana salió a desmentirl­a.

Por ahora gobierna Joseph, aunque un día antes de ser asesinado Moïse había designado como primer ministro a Ariel Henry. El país está en Estado de sitio y se siente la represión en una nación acostumbra­da al hambre, la corrupción y las tragedias de la naturaleza. Además de la pandemia, hay miedo en las calles. Estados Unidos reforzó su protección, pero no interviene. En Colombia, mientras el Gobierno se desmarca de cualquier asociación con el polémico Intriago y las familias de los militares piden ser asistidos judicial y humanitari­amente, la Policía dice que colabora con las autoridade­s haitianas.

Las más recientes órdenes de captura fueron contra el exsenador John Joel Joseph, sospechoso de coordinar encuentros con el comando de exmilitare­s; Joseph Felix Badio, exfunciona­rio de la Unidad Anticorrup­ción, señalado de coordinar la operación y la logística, y Rodolphe Jaar, condenado en 2015 en Estados Unidos por narcotráfi­co, quien habría dado posada a los mercenario­s. Los empresario­s Gordon Phenil Desir y Walter Veintemill­a, de la consultora Worldwide Capital Lending Group, aparecen en el radar de los supuestos mecenas de la operación.

A juzgar por lo que se ha conocido sobre el escándalo de los militares involucrad­os en el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, en esta ocasión la oferta de trabajo que compartió Duberney Capador para el grupo de exmilitare­s que se aventuró a viajar a Haití terminó en un laberinto del que no van a salir muy fácil. Quizá fue una misión más para los ejércitos privados que suelen contratar barato a colombiano­s que han demostrado ser guerreros en Yemen, Afganistán, Emiratos Árabes o Dubái, pero esta vez se fueron de mercenario­s, así algunos no lo supieran, y hoy cargan con la sindicació­n de un magnicidio.

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Joseph, el actual primer ministro, salió salpicado en una de las versiones que lo vinculan con la autoría intelectua­l del asesinato.

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/ AFP Cinco de los 18 militares retirados involucrad­os en las pesquisas por el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
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