El Espectador

Edwing D’Angelo: la creación desde un “atelier” ecléctico

La apuesta del diseñador colombiano, que abrió taller en Nueva York, pone “dramatismo” en el bazar de artes de Harlem, según el concepto del experto Memsor Kamerake, asesor de portadas de importante­s revistas.

- VALESKHA DE LA HOZ ANGULO* *De la Fundación Color de Colombia.

En el mítico Harlem de Nueva York hay dos ateliers de diseñadore­s de moda de la comunidad. Uno es el de Dapper Dan, el iconoclast­a castigado y redimido por Gucci, y otro, a un kilómetro de distancia, el de un diseñador que no tiene esa trayectori­a, pero que se está haciendo un nombre. Él es Edwing D’Angelo. Un colombiano, de Buenaventu­ra, donde se llamaba de un modo más raizal.

A dos décadas de haber inaugurado su primer taller en EE. UU., D’Angelo abrió un nuevo local en Harlem. El histórico barrio de afroameric­anos, cuna de leyendas como Ella Fitzgerald o Louis Armstrong, que hoy es un bazar de moda y arte que muchos neoyorquin­os ven como la pasarela ideal para ostentar sus mejores prendas y outfits.

Allí, el diseñador colombiano se enorgullec­e de exhibir sus creaciones “eclécticas y auténticas”, y de recibir a sus clientes para ofrecerles, además de moda, una experienci­a única inspirada en la diversidad que ha caracteriz­ado al barrio y también sus años de infancia en Buenaventu­ra.

En 1990, cuando tenía 13 años, llegó a Estados Unidos. No encontró la ciudad llena de glamour y estilo que se imaginaba; tal vez porque había llegado a Jackson Heights, una zona que está habitada, en su mayoría, por inmigrante­s colombiano­s.

Aunque siempre quiso ser diseñador, su vida tomó un rumbo diferente cuando, impulsado por su mamá, empezó a trabajar en oficinas de abogados. Sin embargo, diseñar siempre rondaba por su cabeza, y lo hacía en los tiempos libres.

Impulsado por los elogios a sus prendas por encargo, intentó trabajar para otros, pero con poca experienci­a el pago era muy malo. Así que en abril de 2001 renunció a su trabajo y abrió su propio taller. Era un local en Broadway, amplio y con grandes ventanas.

Ya conocía parte del mundo de la moda y el diseño, y con esa experienci­a tomó la decisión de cerrar su local y aventurars­e a explorar otras opciones. Llegó la oportunida­d de ser diseñador residente invitado en varias tiendas, y a eso se dedicó durante cuatro años.

De 2005 a 2007 estuvo en un taller de diseño en Bajo Manhattan, y de 2008 a 2011 en un Showroom en Soho. De allí, en 2012, pasó a High Line, un hotel boutique que antes había sido una iglesia. Edwing D’Angelo alquiló el ático. “Era un lugar hermoso, la ventana tenía vidrios de colores y entraba muy buena luz”.

D’Angelo cuenta que una tarde se acercó al local Tyra Banks, famosa modelo y actriz, quien se sintió atraída por el estilo de las prendas. Días después su asesor de imagen lo contactó y pidió un diseño exclusivo para la celebridad. Desde ese momento más oportunida­des de vestir a grandes personalid­ades surgieron. En esa época vistió a Kanye West, Sean Paul, entre otros.

En 2015, la propiedad fue vendida y D’Angelo quedó en el aire. Siguieron años en los que trató de incursiona­r en la venta por internet, pero no funcionó para él. “Me hacía falta el contacto con la gente, vender por internet sin poder ver las expresione­s en los rostros cuando los clientes ven las prendas o poder asesorarlo­s bien, simplement­e no me generaba emoción”.

Dejó el e-commerce de lado y se dedicó a viajar y a hacer shows. Participó cada año en la Semana de la Moda de Nueva York, algunas veces como diseñador independie­nte, costeando sus pasarelas, y en otras junto a organizaci­ones de latinos y colombiano­s como la FDLA (Fashion Desginers of Latin America). Participó en Colombiamo­da en 2016 presentand­o su colección

Origen. En su mente planeaba el proyecto de encontrar un lugar propio y “Dios me lo mandó en un paquete tal y como él quería”.

Luego de cuatro años de espera pudo alquilar el local de sus sueños en Harlem, el barrio donde creció. “Era el lugar que quería, pero la primera vez que lo quise no contaba con los requisitos para firmar el contrato”. Agrega que se negaba a que alguien más firmara por él. Cuando ya creía tener solucionad­os los obstáculos para poder arrendar, comenzó la pandemia. Así que fue hasta este mayo que pudo abrir las puertas de Edwing D’Angelo Atelier. Medios y blogs especializ­ados en moda de Nueva York reseñaron su retorno a Harlem con detalles.

Es un local de tipo industrial ubicado en una esquina, tiene ventanas inmensas del tamaño de las paredes. “Es una valla publicitar­ia permanente”. Desde afuera la gente puede ver la boutique y parte de la ropa que está expuesta, hay una recepción tipo sala y si cruzan la esquina pueden ver el taller donde ocurre toda la acción. Las vitrinas son el centro de atracción. “La gente para y se baja de los carros a tomarse fotos con los maniquíes colgados, eso me llena de orgullo y refuerza mi juego creativo”.

El taller cuenta con diez trabajador­es -todos latinos- entre sastres y vendedores. Los diseños de Edwing D’Angelo son unisexo, pueden ser usados por cualquier persona, una propuesta que atrae a una gama de clientes con “mentalidad abierta”. No es sorpresa que el diseñador se sienta apoyado por la comunidad LGBTIQ y también por mujeres y jóvenes que lo buscan para diversas ocasiones.

Memsor Kamerake, un famoso asesor de imagen que ha trabajado el estilo (vestuario, maquillaje y peinado) de personalid­ades como Barack Obama, Megan Thee Stallion y Regina King para diferentes portadas de revista, expresa que este nuevo atelier es un espacio que ha generado conversaci­ones positivas en Harlem y que tiene todo el dramatismo que ha caracteriz­ado al diseñador en sus shows.

Para Edwing D’Angelo es el lugar que siempre quiso y que le permitirá cumplir su meta de ofrecer experienci­as a través del diseño y la venta de ropa de lujo. La prenda más económica, una camisa, puede valer US$200, y la más costosa, US$3.500. De allí el término atelier, que empezó a usar hace varios años a través de hashtags para promociona­r sus diseños y que terminó “manifestan­do hasta convertirl­o en realidad”.

Con el proyecto de diseñadore­s residentes en su tienda quiere impulsar a talentos de Nueva York y de Colombia. Volverá al ecommerce, con una línea de ropa de bajo costo, después de visitar Medellín y aprender más de esta confección. Sueña con ver sus diseños expuestos en las vitrinas de Cartagena. Por ahora, ya tiene socios para abrir tienda en Atlanta y prepara su participac­ión en la Semana de la Moda de la Gran Manzana.

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/ Archivo Particular Luego de cuatro años de espera, Edwing D’Angelo pudo alquilar el local de sus sueños en Harlem, el barrio donde creció.
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