Reforma tributaria indefinida
EL PAÍS LLEVA MÁS DE UN AÑO DESpués de la cuarentena por el coronavirus y no ha tomado ninguna medida concreta para acomodarla a la economía. La reducción del ahorro provocó la caída de la actividad productiva y la distribución del ingreso más severa del último siglo. La reforma tributaria adoptada por Carrasquilla estaba orientada a aminorar las deficiencias bajando el salario, deterioraba la distribución del ingreso y precipitó una severa protesta social que determinó el retiro del proyecto y del ministro. En días pasados el ministro Restrepo anunció una nueva reforma basada en mayores gravámenes al capital, que son fácilmente trasladables al trabajo, como el descuento del IVA de las empresas y el gravamen del 35 % a las utilidades de las empresas. De todas formas, el alcance de la reforma de Restrepo en términos de ingresos es muy inferior a la de Carrasquilla y causa la reducción del ahorro, que tiene la manifestación más clara en el déficit fiscal del 9 % del PIB. Lo cierto es que la reforma solo se manifestará en 2023. Entre tanto, el país continuará operando con el bajo ahorro.
Lo grave es que se configuró un estado en que el ahorro es inferior a la inversión, más el déficit en cuenta corriente, más el déficit fiscal. En términos más conocidos, no se cumple el balance fundamental entre el ahorro y la inversión: la oferta de la economía es menor que la demanda. La economía quedó expuesta a fuerzas que reducen la producción, amplían el déficit en cuenta corriente y disparan el desempleo. Se configuró el típico modelo ineficiente e inequitativo.
No se ha entendido que la pandemia cambió el funcionamiento de la economía. Durante mucho tiempo el sistema operó con exceso de demanda (demanda mayor que la oferta). El pleno funcionamiento del sistema se conseguía con las políticas fiscales y monetarias de tasa de interés. En la actualidad pasó a operar con oferta mayor que la demanda. Las políticas convencionales de demanda se tornan ineficaces. La elevación del ahorro solo se puede lograr dentro del marco de reformas estructurales. De otra forma, la economía quedaría expuesta al modelo de mercado que propicia el ajuste por medio la reducción del salario, como ocurre con la fórmula de las reformas tributarias de Carrasquilla y Restrepo.
La cuarentena y el aumento del gasto público del Gobierno ocasionaron una cuantiosa reducción del ahorro y trastornaron la operación del sistema. Se quebró el balance interno entre el ahorro y la inversión. La producción se tornó inferior a la demanda. Se cambió el funcionamiento tradicional en que la demanda global de la economía es mayor que la oferta. Ahora la oferta global es menor a la demanda y no se puede influir con la política fiscal. La economía opera por debajo de su potencial. En tales condiciones, el salario y la producción bajan, el déficit en cuenta corriente aumenta y tiene como contraparte el desempleo. La economía tiende a un deterioro generalizado. El crecimiento y el empleo decaen y la distribución del ingreso se agrava.
La solución es un cambio de modelo que aumente la tasa de ahorro y sostenga el salario mediante las reformas estructurales que he propuesto en forma reiterada a la concepción monetaria, la composición comercial y sectorial, las transferencias de las rentas públicas y la política laboral de salarios y empleo. Lo más urgente sería la programación monetaria que eleve la base monetaria en 6 % del PIB en el presente año y en el siguiente, y la reestructuración comercial que suba los aranceles en forma creciente con la productividad, renegocie los TLC, amplíe el tamaño de las empresas y fortalezca la capacitación de la mano de obra.