Vuelve el fútbol
Vuelve el fútbol, que es un reflejo, más que nunca, de la sociedad en que vivimos. Es decir, con decisiones trascendentales por tomar, se sabe que los veinte equipos de la liga mayor carecen de recursos económicos para pensar en grandes contrataciones y por eso se armarán de forma modesta. Unos más que otros, pero en general el llamado espectáculo queda relegado, aunque la pasión y el amor del hincha ignoren eso y le hagan preocuparse solo por disfrutar el triunfo y sufrir cuando toque, sin angustia, porque es realista, en la derrota.
Del exterior llegan algunos jugadores a intentar conseguir figuración y si la obtienen a tantear en el horizonte futbolístico otras opciones mejores. Y casi siempre ocurrió este desenlace. Recuerdo, por traer un caso, a Miguel Resnik, a quien tuvo en las categorías inferiores Carlos Pucelle en River Plate. Realmente llegó procedente del modesto Almagro y no muy convencido de su aventura en Colombia. Es más, Julio Tocker, técnico del Santa Fe, recibió un telegrama en el que el jugador se excusaba por no cumplir lo convenido y agregaba una pregunta: “¿A quién le entrego los US$5.000 que me adelantaron?”, Tocker le respondió por la misma vía: “No conozco a nadie de confianza en Buenos Aires. Por favor, tráigamelos”. Así llegó este jugador, que resultó estupendo en su juego como número ocho, tanto así que Peñarol lo adquirió por US$10.000 a los cardenales. Desconocido, pisó nuestra tierra y reconocido se marchó.
Regresa el fútbol de la casa, con serios problemas por resolver. El del arbitraje, que ya es pandemia en Suramérica. Tres jueces colombianos suspendidos por no entender cómo es el asunto del VAR y la interpretación exacta de lo que muestra. Mientras los árbitros en el país no estén profesionalizados —es decir, con contrato laboral, garantías, seguridad social, etc, como cualquier empleado— es improbable exigirles dedicación y estudio de tiempo completo.
Otro lío en ciernes es el conflicto entre Nacional-Cortuluá-FIFA y la justicia colombiana. Para la Federación, y en eso su presidente Jesurún tiene que meterse como mediador, ese tema puede traer consecuencias nefastas. Se puede dilatar el asunto y llegar a un tribunal especial. Entre tanto, las tutelas presentadas por jugadores de Nacional, con contrato, aunque impedidos de ser registrados, lleva a la Dimayor a ingresar a un ámbito jurídico y lograr que alguien dé luces y un fallo simultáneo.
Mientras tanto, las aspiraciones del Real Sincelejo para ser admitido en la Primera B y la súplica del Cúcuta para ser readmitido son, como se dice en el argot popular, dos papas calientes que Fernando Jaramillo, quien preside la Dimayor, debe dirimir.
Como se aprecia, vuelve fútbol, con más de una arandela colgada en su camisa. En lugar de hablar del juego y sus intérpretes, ahora el espacio lo ocupan exfiscales, jueces y abogados, mientras el balón comienza a rodar y el tiempo corre, porque la selección retomará el camino al Mundial el 5 de septiembre, en la altura de Bolivia.