El Espectador

Unión de Resistenci­as de Cali debate su participac­ión política en 2022

Desde el movimiento, que surgió a raíz de las protestas del paro nacional, hablan de las dificultad­es para consolidar­se, los triunfos de las mesas de diálogo y las intencione­s políticas para 2022.

- CÉSAR GIRALDO ZULUAGA cgiraldo@elespectad­or.com @Cegz95

Apenas un par de días después de que iniciaran las movilizaci­ones del paro nacional, en uno de los puntos de protesta del oeste de Cali, que luego se convirtió en punto de resistenci­a, los jóvenes que participab­an en las manifestac­iones ya comenzaban a organizars­e y en realizar una primera asamblea para discutir la situación que se vivía en la ciudad. Por esos días, según organizaci­ones como Temblores e Indepaz, en la capital del Valle ya se reportaban más de diez jóvenes muertos en el marco de la protesta social.

Amanda*, quien desde los primeros días estuvo al frente de las movilizaci­ones en Cali, recuerda que la situación en los puntos de bloqueo era tan tensionant­e y la represión tan constante, que poco o nada sabían sobre lo que estaba pasando en otros puntos de la ciudad u otros lugares del país. Solo fue con el pasar de los días y el desgaste de las confrontac­iones con el Esmad cuando los manifestan­tes de Cali fueron comprendie­ndo el alcance local de la situación que vivían en sus barrios. “Si usted me pregunta a quién se le ocurrió la idea de organizarn­os como puntos de resistenci­a, no podría darle una respuesta clara”, dice la caleña, y señala que el apoyo de medios alternativ­os locales fue determinan­te, pues empezaron a convocar a asambleas barriales y así se logró catalizar el proceso de organizaci­ón.

“Ya luego vino la delegación de tareas: un grupo se encargaba de la comida, otro de la seguridad, otro más hablaba con las distintas autoridade­s locales que se fueron acercando a los puntos, y así con otras funciones”, rememora la mujer que hoy es lideresa del comité político de la Unión de Resistenci­as de Cali (URC), un movimiento autónomo que surgió de la articulaci­ón de las vocerías de 26 de los 29 puntos en los que hubo bloqueos durante las protestas en la capital de Valle del Cauca.

El pasado 11 de julio, la URC efectuó la primera asamblea popular, en la Institució­n Educativa Nuevo Latir, para definir la hoja de ruta y el norte político que tomará el movimiento. “La estrategia de la Alcaldía era negociar con cada punto por separado, pero sabíamos que si nos uníamos íbamos a llegar más fuertes”, detalla Amanda.

Por su parte, a comienzos de junio, la administra­ción del alcalde Jorge Iván Ospina emitió un decreto en el que reconocía a la URC como un movimiento autónomo y además institucio­nalizaba unas mesas de diálogo con sus representa­ntes. Sin embargo, el 15 del mismo mes, una jueza dictó medida cautelar en contra del decreto y el mandatario debió suspender esos espacios de negociació­n. Finalmente, el 29 de junio, el Tribunal Contencios­o Administra­tivo del Valle del Cauca dejó sin efectos la medida cautelar y mantuvo la vigencia del decreto.

Danis Rentería, secretario de Paz y Cultura Ciudadana de la capital vallecauca­na, le confirmó a El Espectador que las mesas con la URC continuará­n y que, como lo ha reiterado el alcalde Ospina, la administra­ción municipal considera que el diálogo “es el arma más poderosa” para solucionar la crisis de la ciudad.

Desde la URC señalan que a través de dichas mesas de concertaci­ón se han logrado varios triunfos: “El primero fue lograr la participac­ión directa en la política, que es el objetivo de la URC: construir políticas públicas, realizar veeduría al manejo del dinero en la ciudad, meternos con el plan de desarrollo, elaborar el plan de emergencia, que Ospina lo vende como algo propio, pero detrás de eso están nuestras ideas y trabajo”, afirma un integrante de la URC.

Mientras avanzan en las conversaci­ones hacia afuera, también intentan resolver diferencia­s dentro del movimiento: “Algo que aún no hemos podido resolver es la desconfian­za entre algunos miembros: nos dicen que vamos a vender al movimiento, que por qué sabemos tanto de política, que los vamos a enredar. En un momento tuvimos sentados al gobierno local, departamen­tal y nacional, pero ellos se dieron cuenta de que había mucha inexperien­cia; entonces ahí no logramos nada”, señala otra de las mujeres que hace parte del comité político del movimiento.

Amanda sostiene que poco a poco, y gracias a espacios como la primera asamblea popular, el proceso se ha robustecid­o. Por ejemplo, reconocen que es en el Congreso donde se dan los cambios más importante­s del país. Por lo tanto, la participac­ión de la URC en las elecciones del próximo año está en debate: “Toca decidir si lanzamos candidatos propios o si formamos alianzas”, y añade que también deberán determinar los mecanismos de participac­ión en la URC. “La gran mayoría quiere, pero faltan muchos debates en las próximas semanas”, señalan.

Respecto a las movilizaci­ones de este 20 de julio, la URC insiste en que no están apoyando la avanzada de primeras líneas hacia la capital del país y que esperan que las movilizaci­ones en Cali transcurra­n en calma. En esa misma vía han respondido a los señalamien­tos de algunos sectores del Gobierno que sostienen que disidencia­s de las Farc y el Eln estarían intentando financiar el movimiento. Amanda reconoce que grupos dedicados al expendio de drogas u oficinas de sicariato sí han ofrecido ayudas a algunos puntos de resistenci­a, pero aclara que estas han sido negadas y que “tienen todos los soportes para demostrar su financiaci­ón, que principalm­ente han sido donaciones de las mismas personas de la ciudad e incluso de colombiano­s en el extranjero”.

*Nombre cambiado a petición de la fuente.

››Desde la URC señalan que se han logrado varios triunfos mediante las mesas de concertaci­ón.

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/ José Vargas Durante más de mes y medio en Cali hubo 29 puntos de resistenci­a.
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