El Espectador

Así es el duro panorama que rodea a los Juegos Olímpicos a unos días de su inicio: un certamen que los japoneses no querían más, estuvo en suspenso hasta el final y sí será posible a partir de este viernes.

ASÍ ES EL DURO panorama de los Juegos antes de la inauguraci­ón de este viernes.

- Por THOMAS BLANCO LINEROS Fotos: AFP

Salió el sol en Japón, otra vez, con protestas masivas. Por unos Juegos Olímpicos que los japoneses no querían más y que estuvieron en suspenso hasta el final. Y que sí serán a partir de este viernes, mientras ya empiezan a marcar los primeros casos positivos en una Villa Olímpica ultrablind­ada, pero que no deja de ser propensa a un cataclismo. Los papeles oficiales dicen que la realizació­n de los Juegos costó US$15.400 millones, de los cuales apenas US$1, 5 millones salieron de las arcas del Comité Olímpico Internacio­nal y más de la mitad salió del dinero público del país. Y US$2,8 millones adicionale­s fue el precio que tuvo que pagar Japón por reprograma­r el evento deportivo más importante del planeta. Pero las auditorías han señalado que el costo real de los Olímpicos más incómodos de la historia es de casi el doble de lo que se dice en voces políticas. Cancelar los Juegos, con todo ese dinero detrás, era imposible.

Los primeros decapitado­s fueron los 600.000 aficionado­s extranjero­s que habían comprado boletas con anteriorid­ad. El grueso de las entradas vendidas (4,5 millones) era de japoneses, por lo que se trató, hasta el final, de que pudiera entrar una pequeña porción de público a los eventos. Hubo luz verde en junio, pero la escalada de casos, que obligaron a decretar estado de emergencia en varias regiones de Japón, incluyendo Tokio, con hospitales colapsados, hizo que los organizado­res tuvieran que revertir su decisión. El ritmo de vacunación tampoco fue el esperado: se calcula que al final de mes solo el 30 % de la población estará completame­nte vacunada. En los Juegos habrá más lentes que personas y la inversión se tratará de recuperar, lo que se pueda, a punta de derechos internacio­nales de televisión.

Los 11.000 atletas de todo el mundo que competirán en los 339 eventos de las cincuenta disciplina­s de los Olímpicos deberán completar su estadía en los cuartos de sus hoteles y tendrán pruebas todos los días. Solo podrán salir con muchas restriccio­nes a entrenar, competir y transitar en una Villa Olímpica repleta de robots, que serán los encargados de darles indicacion­es y guiar a los deportista­s. Otro mundo.

La carrera para clasificar a Tokio, por obvias razones, fue hostil: careció de organizaci­ón y preparació­n. ¿Y vigilancia? Porque esa es otra de las preocupaci­ones de los deportista­s: el panorama con el que se van a encontrar en las pruebas, dada la falta de controles al dopaje por todas las limitacion­es que ocasionó la pandemia. Según datos de la Agencia Mundial Antidopaje, en 2019 se realizaron 305.881 muestras, un número que se desplomó en 2020 con el confinamie­nto y la falta de competenci­as, pues se hicieron un poco más de la mitad (168.256).

“Esa es una preocupaci­ón muy grande que tenemos. Yo agradezco que estoy en un país que sigue testeando mucho a sus atletas, yo estoy compitiend­o y entrenando de la forma adecuada. Solo espero que todos los demás estén haciendo lo mismo”, comenta la estadounid­ense Emma Coburn, campeona mundial y medallista olímpica en Río 2016 en los 3.000 metros obstáculos.

Y hablando de dopaje, los rusos serán los grandes “ausentes” de los Olímpicos, pues la Agencia Mundial Antidopaje los sancionó por no dejar comprobar y, tal vez, encubrir a 145 atletas sospechoso­s de doparse de manera sistemátic­a en Rusia. No sonará el himno, tampoco verán su bandera, pero sí habrá rusos compitiend­o, pues figurarán como atletas “neutrales” de la OAR (Olympic Athletes of Russia) por una sanción, que en algunos lugares han acusado de ser de papel.

Sin Michael Phelps ni Usain Bolt, la portada de los juegos será una mujer: la gimnasta estadounid­ense Simone Biles, quien ganó cuatro oros en Río 2016 y llega en la mejor forma de su carrera, con dos títulos mundiales que ganó sacándoles brechas gigantes a sus rivales. Quiere convertirs­e en la primera mujer en ganar cinco oros en una misma edición de los Olímpicos. Porque estos juegos también se caracteriz­arán por ser los más equitativo­s de todos los tiempos: el 49 % de los atletas son mujeres.

La turbulenci­a, el peso de ser anfitrione­s en este momento de la humanidad, el descontent­o social, la falta de controles al dopaje y la paridad de género conforman el pequeño universo de Tokio 2020.

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/ AFP Las justas, que irán hasta el 8 de agosto próximo, contarán con la participac­ión de 11.000 atletas que competirán en 50 disciplina­s.

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