Los 30 de la Constitución de 1991
El aniversario de la promulgación de la Constitución de 1991 no es ni debe ser una celebración de rutina. Por el contrario, cada año debería haber eventos y foros que conlleven a una reflexión permanente de todos los colombianos desde diferentes perspectivas, quizá las más importantes, las de los ciudadanos y del gobierno de turno, porque suponen una evaluación permanente de los resultados reales en la vida del pueblo soberano. Se trata de los derechos individuales y colectivos que se gestaron en la Asamblea Nacional Constituyente, de donde surgió la nueva Carta Política.
Los protagonistas que fueron los constituyentes, los expertos y estudiosos, los ciudadanos y la nueva generación coinciden en que la Constitución de 1991, que reemplazó la centenaria de 1886, se convirtió en un importante acuerdo de paz, en un consenso, en un nuevo pacto social que con el paso del tiempo creó las condiciones para la firma de esa oportunidad de vida que fue el Acuerdo de Paz de 2016. Se trataba entonces de un gran diálogo nacional, aspecto que debería ser tomado por la dirigencia del paro nacional para retomar todos los aspectos positivos que se derivaron de ese acontecimiento, uno de los más importantes del siglo XX en Colombia. Surgió en un momento crítico en lo social, económico, político y cultural —como los tiempos actuales— y contó con la participación de todas las instancias sociales del país: los indígenas y las negritudes, que acudían por primera vez a ese llamado nacional y sus aportes fueron de mucho valor. Se los reconocía por fin y se buscaba la equidad, la descentralización de poder y, por supuesto, una transformación de la calidad de vida de todos los colombianos.
Bienvenidos los eventos conmemorativos y los foros como el patrocinado por
El Espectador y otras entidades universitarias y empresariales que promueven el liderazgo. Sin embargo, considero que esta responsabilidad debería ser de los gobiernos que cada cuatro años se “renuevan”. A estas alturas deberíamos preguntarles a todos los que gobernaron desde 1991, de manera especial al de Duque, en qué va la implementación del Acuerdo de Paz, dónde ha quedado el espíritu de consenso, por qué temen tanto reformar a las Fuerzas Armadas, a la justicia, a la Policía. Las Constituciones de todos los países del mundo se formularon para cumplirlas y solo reformarse en aspectos que cubran el interés ciudadano. A veces ni siquiera se necesita reformarse, únicamente cumplir. Ya decía alguna vez el periodista Antonio Caballero: si la Constitución de 1886 se hubiera cumplido tal cual, Colombia sería un paraíso. Con mayor razón la de 1991, que tiene tantos aspectos positivos. Este espacio es pequeñito para mencionarlos. La Constitución de 1991 merece un mejor trato por parte de los gobiernos y de este particularmente. Es una exigencia.
Ana María Córdoba Barahona. Pasto.