Santiago Reyes Villaveces: “Del equilibrio me interesa el instante”
Hasta el 1° de agosto estará expuesta en el MAMBO la muestra más reciente del escultor Santiago Reyes Villaveces, titulada “Arabidopsis Thaliana”, una colaboración con la investigadora Ilona Jurkonytè. El artista habló para El Espectador sobre algunas claves de lectura de su universo artístico. ¿Por qué escogió como medio de expresión, entre todas las posibilidades que ofrece la plástica, la escultura?
Tengo una maestría en Escultura; sin embargo, me interesan muchísimo ciertos principios escultóricos más que la escultura como género. Me explico: a mí, por ejemplo, me interesa el principio de la gravedad como una fuerza física o fundamental que mueve los objetos; me interesa que esa gravedad tenga un espacio donde se pueda experimentar no solo con el peso que lo mantiene a uno en la tierra, sino de manera visual; por ello el equilibrio y la tensión son centrales en mi obra.
Algunas obras, más que esculturas, son intervenciones en un espacio arquitectónico determinado. ¿Qué pretenden dichas intervenciones?
Me interesa estudiar cómo la arquitectura configura espacios y los espacios configuran tiempos. Uno establece una relación o un entendimiento del espacio a través de la percepción que uno tiene del cuerpo. Me interesa que mis intervenciones artísticas irrumpan en el flujo preestablecido en el espacio con el fin de introducir nuevas temporalidades. Por ejemplo, una viga que divide el espacio en dos y parece sostenerlo. Por esto me interesa el concepto de la ruina invertida que se puede trazar en un artista como Robert Smithson con su obra Hotel Palenque, que es una conferencia, es un texto, es un artículo, es una instalación de fotografías, con los que se pregunta por esos objetos que se vuelven ruinas antes de ser construidos. Me interesa, pues, indagar con mis instalaciones cómo puedo generar esa sensación de indeterminación temporal, en el sentido de que uno no pueda establecer con certeza si se está construyendo o demoliendo. Me interesa apelar a ese estado de transitoriedad, a través de intervenciones escultóricas, sonoras y también históricas en el espacio. Como artista, busco modificar no solo el recorrido del cuerpo en el espacio, sino también la arquitectura y, por ende, la temporalidad que se construye en ellos.
Sus obras, esculturas e intervenciones en espacio arquitectónico son bastante disímiles entre sí. ¿Cuál es el criterio que le da unidad a su universo artístico?
Como artista, hay un universo. Está el universo de la práctica artística, que son las maneras de hacer, y están las obras. Es posible que existan obras sin práctica y es posible que exista una práctica sin obras. Mi práctica artística parte de un cuestionamiento de los principios escultóricos como la gravedad, la superficie o la relación entre lo bidimensional y lo tridimensional. Son preguntas que se van iterando con el fin no de resolverlas sino de intentar probarlas. Cada iteración es una apuesta distinta, por esto son disímiles entre sí.
Me interesa trabajar en proyectos y cada proyecto es un proceso de experimentación, de riesgo. Cada proyecto tiene unas circunstancias específicas en donde yo tengo que aprender, cuestionarme y editarme. Como proyectos, implican procesos colaborativos que desarrollan vertientes que antes no hacían parte de mi práctica artística, son procesos de aprendizaje de otras maneras de hacer. La singularidad de cada proyecto surge, en algunos casos, en los procesos de colaboración; en otras ocasiones parte de una colaboración que se nutre del universo de la práctica propia o, en otros momentos, la singularidad del proyecto toma tiempo e implica colaboraciones de largo aliento.
Algunas de sus obras aluden a la precariedad. ¿De dónde viene su interés por la precariedad?
Una de las cosas que más me emocionan en el mundo es la capacidad del lenguaje de ser polisémico y cómo un objeto puede tener diversos sentidos; cómo los objetos y las obras de arte pueden ser polisémicas y tener muchos significados. Me interesa también esa idea de la precariedad en su polisemia. Siempre me ha interesado la astucia de poder solucionar ciertos problemas constructivos (de, por ejemplo, cómo se sostienen los objetos) y el modo de solucionar esos inconvenientes: si una estructura se está cayendo, usted puede poner una cuña hecha con un palo de escoba para sostenerla de manera provisional y eso genera esa situación de transitoriedad: la cuña no es una situación estructural o definitiva; sin embargo, previene el colapso de la estructura. Me interesa, entonces, estudiar la precariedad desde, por decirlo así, lo económico: el modo de maximizar los recursos disponibles, tener la posibilidad de transformar objetos que aparentemente tienen una función específica, pero se logran resignificar en su uso.
SANTIAGO REYES VILLAVECES: “DEL EQUILIBRIO ME INTERESA EL INSTANTE” PÁGINA 12