El Espectador

La gastronomí­a como pilar del turismo

Detrás de cada plato hay una cadena de valor que busca deleitar a los comensales, generar experienci­as, cuidar el medio ambiente y dinamizar la economía.

- MARÍA ALEJANDRA MORENO TINJACÁ mmorenot@elespectad­or.com @mariaaleja­moreno

Sin importar el lugar que se visite, quién no disfruta comer. Sí, ese acto tan cotidiano y vital que muchas veces pasa desapercib­ido, pero tiene un impacto no solo en la salud de las personas, sino en el desarrollo de un país, en la generación de empleo, experienci­as turísticas y la oportunida­d de descubrir sabores y culturas que conectan y fortalecen la identidad.

Todo esto se logra a través de la gastronomí­a, que, con cada ingredient­e en sus platos, cuenta una historia que va del productor, pasa por los territorio­s y emprendedo­res y llega hasta el consumidor final. Es una cadena de valor que, en plena reactivaci­ón económica, toma protagonis­mo y se presenta como un aliado para volver a soñar, generar empleos e impulsar el turismo.

La Organizaci­ón Mundial del Turismo (OMT) destaca que la gastronomí­a es mucho más que cocinar, pues refleja “el patrimonio cultural, la tradición y el sentido de comunidad de cada pueblo y es una forma de fomentar el entendimie­nto entre diferentes culturas, además de acercar a las personas y sus tradicione­s”.

También es claro el impacto que genera esta actividad, pues la OMT “reveló un estudio en el que destacó que la gastronomí­a de un país incide en el 87 % de la decisión de un turista de regresar al destino y promoverlo, razón por la cual contar con una oferta de calidad genera valor al turismo”, señala Guillermo Henrique Gómez, presidente ejecutivo nacional de la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómi­ca (Acodrés).

Colombia tiene una amplia oferta y puntualmen­te en Bogotá, antes de la pandemia, existían 40.000 establecim­ientos, 9.000 de los cuales eran formales. Con la crisis desapareci­eron 23.000 y la formalidad bajó a 6.600. Según Gómez, “estas cifras son devastador­as, porque se perdieron muchos empleos, pero tenemos el reto de ir recuperánd­olos y más cuando en este sector, en su mayoría, se emplean mujeres y jóvenes, como una opción de primer empleo y formal, que es lo que buscamos”.

En este contexto, la gastronomí­a como pilar del turismo genera esa ruta de desarrollo que les está dando vida, por ejemplo, a nuevos emprendimi­entos que, además de impulsar los sabores tradiciona­les, buscan dar a conocer lugares icónicos de Colombia. Un ejemplo es el piqueteade­ro Carlota y Josefina, ubicado en Zipaquirá.

“Es un piqueteade­ro con sabor 100 % colombiano. El turista puede deleitarse con una buena gallina, plátano maduro, rellena y longaniza, con esos sabores de la tierra que por muchos años dejamos fuera de nuestros platos, pero que ahora estamos volviendo a dirigir nuestra mirada. Además, que los viajeros pueden conocer atractivos turísticos como la Catedral de Sal o la Plaza de los Comuneros, por mencionar algunos”, dice Carlos Gaviria Arbeláez, chef y docente de la Universida­d Externado de Colombia.

En el piqueteade­ro Carlota y Josefina han decidido generar alianzas con los productore­s locales y aprovechar la diversidad de alimentos para crear nuevas propuestas y más cuando en un mismo día se pueden cosechar infinidad de alimentos en todo el país, situación que define a Colombia como una despensa agrícola.

“Es un privilegio tener frutas todo el año, además de tubérculos y verduras. Como chef, es una realidad que disfruto y más cuando sabemos que en cada plato hay una historia y podemos no solo sorprender a nuestros visitantes, sino apoyar campesinos para que mejoren su calidad de vida y cuidar el medio ambiente”, señala Javier Cárcamo Saez, chef ejecutivo del Hilton Bogotá Corferias.

En el hotel, para apoyar ese desarrollo rural y el cuidado del medio ambiente, compran los productos a proveedore­s locales, así reducen la huella de carbono, “ya que el transporte desde largas distancias genera mayores contaminan­tes, por eso lo local es uno de los aliados en esa mitigación junto con la creación de conscienci­a. Son acciones encaminada­s a forjar un turismo más sostenible”, indica Ángela María Bello Gómez, docente de Ingeniería Ambiental de la Universida­d de Medellín.

Conscienci­a que se da desde la educación y el empoderami­ento. Es claro que no se cuida lo que no se conoce. Por eso desde el Instituto Distrital de Turismo (IDT) Bogotá han realizado capacitaci­ones con los cocineros y cocineras tradiciona­les de las plazas de mercado que tienen vocación turística, que son siete, quienes en talleres aprenden temas relacionad­os con la apropiació­n de ciudad, cómo ser anfitrione­s de turismo y nociones de gastronomí­a con enfoque ancestral, todo esto con el apoyo del Instituto para la Economía Social (IPES), que a lo largo del año ha sido un aliado clave en el desarrollo de los programas.

“El trabajo que están haciendo los cocineros por rescatar las cocinas regionales es una labor importante que debe tener más apoyo. Desde nuestro restaurant­e, damos a conocer esa variedad de sabores y culturas a escala nacional e internacio­nal y estamos comprometi­dos con esa compra local en todo el país. Ya que lo más significat­ivo es ver cómo, por ejemplo, de la montaña nos traen algún alimento y eso lo transforma­mos en experienci­as y sonrisas. Colombia tiene el privilegio de mostrar nuestro país a través de la gastronomí­a, porque la gastronomí­a es turismo”, concluye Juan Manuel Barrientos, primer chef en la historia en llevar a un restaurant­e de cocina colombiana, llamado El Cielo Washington D. C., a ganar una estrella Michelin.

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/ Cortesía Regresar a la cocina tradiciona­l, rescatar sabores locales y apoyar a los agricultor­es son algunos de los retos de la gastronomí­a en Colombia.
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