El Espectador

CAR Cundinamar­ca dificulta la restauraci­ón

- JUAN PABLO RUIZ SOTO

SEGÚN NACIONES UNIDAS, ESTAMOS en la década de la restauraci­ón, pero algunos funcionari­os de la CAR Cundinamar­ca dificultan las acciones de restauraci­ón que adelanta o pretende adelantar la ciudadanía. Son varias las experienci­as en que la intervenci­ón de la llamada “autoridad ambiental” genera efectos contrarios a aquello para lo cual fue creada.

Dos ejemplos ilustran cómo la CAR Cundinamar­ca, al aplicar su reglamenta­ción, termina impidiendo la gestión de restauraci­ón. La responsabi­lidad no es solo de la administra­ción actual, es resultado de una dinámica histórica y una reglamenta­ción que, al no evoluciona­r de manera adecuada y oportuna, hace que su aplicación resulte errática, generando un efecto perverso que pone en ridículo al funcionari­o y cuestiona a la institució­n.

Los bogotanos generamos hasta la primera mitad del siglo pasado, por uso de leña para cocinar, la deforestac­ión y erosión de los cerros orientales. En 1950, la Empresa de

Acueducto inició la compra de los cerros y su reforestac­ión con eucalipto. Acción reforzada por la CAR Cundinamar­ca desde su creación (1961) con la siembra masiva de eucalipto y pino en el altiplano cundiboyac­ense.

Como lo señalan Sierra y Rojo-Alboreca en su documento “¿Cumplió el eucalipto su ciclo en los cerros orientales de Bogotá?” (2017), es claro que el eucalipto tuvo su función y racionalid­ad, pero es tiempo de reemplazar­lo por especies nativas. Restaurar exige erradicar o reducir a su mínima expresión la presencia de eucaliptos, pinos, acacias y retamo, pero la actualizac­ión y aplicación de la reglamenta­ción de la CAR (2010 y 2016) ha resultado insuficien­te y contraprod­ucente.

En su sede de los cerros orientales, el Instituto Humboldt (IAVH) quiso talar unos eucaliptos y sembrar especies nativas, pero la CAR fue el gran obstáculo. Dadas las dificultad­es interpuest­as por la CAR, el IAVH resolvió reducir su solicitud y pedir permiso para talar unos pocos eucaliptos de gran tamaño —similares a los que vemos en el Parque Nacional— que generaban riesgo para edificacio­nes e investigad­ores. Se aplicó la norma “Permiso o autorizaci­ón para aprovecham­iento forestal de árboles aislados”, que es un trámite engorroso que demora entre 90 y 180 días. Finalmente, después de un largo proceso y a pesar de la CAR, se logró cumplir la norma e iniciar un limitado proceso de enriquecim­iento biológico en el área.

En el caso de la Fundación Cerros de Bogotá, que posee la Reserva Natural Horizontes en los cerros orientales, el obstáculo aún no logra superarse. La solicitud para cortar unos eucaliptos y adelantar un proceso de restauraci­ón se inició en marzo de 2021. Si las cosas andan bien y se logra cumplir los requisitos, incluido un análisis económico y el pago que hay que hacerle a la CAR, el trámite durará cerca de un año y medio. Hoy, la Fundación tiene un vivero con especies nativas, pero no ha podido iniciar la siembra, pues antes se requiere tumbar los eucaliptos. Llegará el 2022 y veremos. Hasta ahora, la “autoridad ambiental” ha impedido iniciar la restauraci­ón.

Esperamos que la CAR se alinee con la restauraci­ón y que, en lugar de bloquearla enviando abogados para impedir los procesos, contribuya con las propuestas ciudadanas apoyando con asistencia técnica y financiera la restauraci­ón. Para tumbar los eucaliptos y pinos que impiden la restauraci­ón en los cerros orientales, la CAR “ni raja ni presta la motosierra”. La institució­n tiene que evoluciona­r o está condenada a desaparece­r.

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